Daniel  3 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 33 versitos |
1
La adoración de la estatua de oro
Nabucodonosor erige una estatua de oro.
El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alta por tres de ancha, y la colocó en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.
2 El rey Nabucodonosor mandó convocar a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, abogados y jueces y a todas las autoridades provinciales, para que asistieran a la inauguración de la estatua que había erigido.
3 Se reunieron, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, abogados y jueces y todas las autoridades provinciales para la inauguración de la estatua erigida por el rey Nabucodonosor; y todos estaban en pie ante la estatua erigida por el rey Nabucodonosor.
4 El heraldo pregonó con voz potente: «A todos los pueblos, naciones y lenguas se os hace saber:
5 En el momento en que oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y los demás instrumentos musicales, os postraréis para adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor.
6 Y aquél que no se postre y la adore será inmediatamente arrojado a un horno de fuego abrasador.»
7 Y efectivamente, en cuanto se escuchó el sonido del cuerno, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y los demás instrumentos musicales, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron a adorar la estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor.
8
Denuncia y condena de los judíos.
Sin embargo, algunos caldeos se presentaron a denunciar a los judíos.
9 Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Viva el rey eternamente!
10 Tú, majestad, has ordenado que todo hombre, al oir el sonido del cuerno, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y los demás instrumentos musicales, se postre y adore la estatua de oro,
11 y que aquél que no se postre para adorarla sea arrojado a un horno de fuego abrasador.
12 Pues bien, hay unos judíos, Sidrac, Misac y Abdénago, a quienes has encomendado la administración de la provincia de Babilonia, que no te hacen caso, majestad; no sirven a tu dios ni adoran la estatua de oro que has erigido.»
13 Totalmente enfurecido, Nabucodonosor mandó llamar a Sidrac, Misac y Abdénago, y cuando fueron introducidos ante el rey,
14 Nabucodonosor les dijo: «¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no servís a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que yo he erigido?
15 ¿Estáis dispuestos ahora, cuando oigáis el sonido del cuerno, la flauta, la cítara, el arpa, el salterio, la zampoña y los demás instrumentos musicales, a postraros para adorar la estatua que yo he hecho? Porque si no la adoráis, seréis inmediatamente arrojados a un horno de fuego abrasador; y entonces ¿cuál será el dios que os libre de mis manos?»
16 Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor: «No tenemos que responder sobre este asunto.
17 Si el Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego abrasador y de tu poder, majestad, nos librará.
18 Pero, si no lo hace, has de saber, majestad, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.»
19 Entonces Nabucodonosor, lleno de cólera y con el semblante alterado a causa de Sidrac, Misac y Abdénago, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre,
20 y ordenó que algunos de los hombres más fornidos de su ejército ataran a Sidrac, Misac y Abdénago y los arrojaran al horno de fuego abrasador.
21 Al instante estos hombres fueron atados con sus calzones, túnicas, gorros y mantos, y fueron arrojados al horno de fuego abrasador.
22 Como la orden real era apremiante y el horno estaba al rojo vivo, las llamaradas mataron a los hombres que habían llevado a Sidrac, Misac y Abdénago,
23 mientras los tres hombres, Sidrac, Misac y Abdénago, caían atados dentro del horno de fuego abrasador.

Cántico de Azarías en el horno.
(24) Caminaban entre las llamas alabando a Dios y bendiciendo al Señor. (25) Entonces Azarías, de pie en medio del fuego, se puso a orar así:
(26) «Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres, digno de alabanza;
que tu nombre sea glorificado por los siglos.

(27) Porque nos has tratado con justicia,
todas tus acciones son veraces,
rectos todos tus caminos,
todas tus sentencias justas.

(28) Has aplicado condenas justas
en todo cuanto has ejecutado contra nosotros,
y contra Jerusalén, la ciudad santa de nuestros padres.
Todo lo has ejecutado verdadera y justamente,
a causa de nuestros pecados.

(29) Porque hemos pecado, hemos obrado mal, alejándonos de ti,
hemos fallado en todo y no hemos escuchado tus mandamientos,
(30) ni hemos obedecido,
ni hemos cumplido lo que se nos mandaba
para nuestro bien.

(31) Y en todo cuanto nos has enviado,
en todo cuanto nos has hecho,
has actuado con justicia fiel.

(32) Nos entregaste en poder de enemigos
sin ley, malvados y apóstatas,
y en poder de un rey injusto, el más perverso de toda la tierra.

(33) Y ahora no podemos ni abrir la boca,
la vergüenza y la deshonra abruman a tus siervos y a tus fieles.

(34) ¡No nos abandones para siempre,
por el honor de tu nombre,
no rompas tu alianza,

(35) no nos niegues tu misericordia,
por Abrahán tu amigo,
por Isaac tu siervo,
por Israel tu consagrado,
(36) a quienes tú prometiste
multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo,
como la arena de la orilla del mar!

(37) Señor, somos el más insignificante de todos los pueblos
y hoy nos sentimos humillados en toda la tierra,
a causa de nuestros pecados.

(38) En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes;
ni holocaustos, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso,
ni un lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar tu misericordia.

(39) Pero acepta nuestra alma arrepentida y nuestro espíritu humillado,
como un holocausto de carneros y toros,
y millares de corderos cebados.

(40) Que éste sea hoy nuestro sacrificio ante ti
y volvamos a serte fieles,

porque los que en ti confian no quedarán avergonzados.
(41) Ahora que te seguimos de todo corazón, que te respetamos y buscamos tu rostro,
no nos avergüences.

(42) Trátanos conforme a tu bondad
y a tu gran misericordia.

(43) Sálvanos como en tus maravillosas gestas
y engrandece tu fama, Señor.

(44) Que sean humillados todos los que maltratan a tus siervos,
que se vean confundidos, privados de toda su fuerza y su dominio,
y que sea destruido su poder.

(45) Y que sepan que tú eres el Señor y el Dios único,
glorioso en toda la tierra.»

(46) Los siervos del rey que los habían arrojado al horno no cesaban de atizar el fuego con nafta, pez, estopa y sarmientos. (47) Las llamas se elevaban cuarenta y nueve codos por encima del horno (48) y, al extenderse, abrasaron a los caldeos que se encontraban junto al horno. (49) Pero el ángel del Señor bajó al horno junto a Azarías y sus compañeros, expulsó las llamas de fuego fuera del horno (50) e hizo que una brisa refrescante recorriera el interior del horno, de manera que el fuego no los tocó lo más mínimo, ni les causó ningún daño o molestia.
(51)
Cántico de los tres jóvenes.
Entonces los tres se pusieron a cantar a coro, glorificando y bendiciendo a Dios dentro del horno de esta manera:
(52) «Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
alabado y ensalzado por los siglos.
Bendito sea tu nombre, santo y famoso,
aclamado y ensalzado por los siglos.

(53) Bendito seas en el templo de tu santa gloria,
aclamado y glorioso por los siglos.

(54) Bendito seas en tu trono real,
aclamado y ensalzado por los siglos.

(55) Bendito tú, que sondeas los abismos sentado sobre querubines,
alabado y ensalzado por los siglos.
(56) Bendito seas en el firmamento celeste,
alabado y glorificado por los siglos.

(57) Todas las obras del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(58) Ángeles del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(59) Cielos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(60) Todas las aguas celestes, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(61) Todas los ejércitos del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(62) Sol y luna, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(63) Estrellas celestes, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(64) Lluvia y rocío, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(65) Todos los vientos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(66) Fuego y calor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(67) Frío y borchorno, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
(68) Rocíos y nevadas, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(69) Hielo y frío, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(70) Escarchas y nieves, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(71) Noches y días, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(72) Luz y oscuridad, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(73) Relámpagos y nubes, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(74) Bendiga la tierra al Señor,
que lo alabe y lo ensalce por los siglos.

(75) Montes y colinas, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(76) Plantas de la tierra, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(77) Manantiales, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(78) Mares y ríos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(79) Cetáceos y seres acuáticos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(80) Todas las aves del cielo, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(81) Todas las bestias y ganados, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(82) Seres humanos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(83) Israelitas, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(84) Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(85) Siervos del Señor, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(86) Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(87) Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.

(88) Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
Porque él nos ha rescatado del abismo,
nos ha salvado del poder de la muerte,
nos ha sacado del horno de llama ardiente,
nos ha sacado de en medio del fuego.

(89) Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque su misericordia perdura por los siglos.

(90) Todos los que adoráis al Señor, bendecid al Dios de los dioses,
alabadlo y dadle gracias,
porque su misericordia perdura por los siglos.»

24
Reconocimiento del milagro.
El rey Nabucodonosor se quedó atónito, se levantó rápidamente y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos arrojado al fuego a tres hombres atados?» Ellos le respondieron: «Así es, majestad.»
25 El rey repuso: «Pues yo estoy viendo cuatro hombres desatados que caminan entre el fuego sin sufrir daño, y el cuarto parece un ser divino.»
26 Entonces Nabucodonosor se acercó a la boca del horno de fuego abrasador y dijo: «Sidrac, Misac y Abdénago, servidores del Dios Altísimo, salid y venid aquí.» Y Sidrac, Misac y Abdénago salieron de entre el fuego.
27 Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se apiñaron para examinar a estos hombres: el fuego no había afectado a sus cuerpos, sus cabellos no estaban chamuscados, sus calzones estaban intactos y ni siquiera despedían olor a quemado.
28 Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que ha enviado a su ángel para salvar a sus siervos. Pues ellos, confiando en él, desobedecieron la orden del rey y han arriesgado sus vidas antes que servir y adorar a otro dios que no fuera el suyo.
29 Por ello, yo ordeno que todo hombre de cualquier pueblo, nación o lengua que hable mal del Dios de Sidrac, Misac y Abdénago sea cortado en pedazos y su casa derribada, porque no hay otro dios que pueda salvar como éste.»
30 Y el rey hizo prosperar a Sidrac, Misac y Abdénago en la provincia de Babilonia.
31
El sueño y la locura de Nabucodonosor
El rey Nabucodonosor a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: ¡Que vuestra paz se acreciente!
32 Me complace daros a conocer los signos y prodigios que el Dios Altísimo ha hecho conmigo.
33 ¡Qué grandes son sus signos,
qué poderosos sus prodigios!
¡Su reino es un reino eterno,
su poder dura por siempre!

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Introducción a Daniel 

Daniel.
Por su contenido, el libro de Daniel se divide en dos partes. Los caps. 1-6 son narrativos: Daniel y sus tres compañeros al servicio de Nabucodonosor, 1; el sueño de Nabucodonosor: la estatua compuesta de materiales diversos, 2; la adoración de la estatua de oro y los tres compañeros de Daniel en el horno, 3; la locura de Nabucodonosor, 4; el festín de Baltasar, 5; Daniel en la fosa de los leones, 6. En todos estos casos, Daniel o sus compañeros salen triunfantes de una prueba de la que depende su vida, o al menos su reputación, y los paganos glorifican a Dios que los ha salvado. Las escenas suceden en Babilonia, en los reinados de Nabucodonosor, de su «hijo» Baltasar y del sucesor de éste, «Darío el Medo». Las visiones de los caps. 7-12 tienen como beneficiario a Daniel: las Cuatro Bestias, 7; el Macho Cabrío y el Carnero, 8; las setenta Semanas, 9; la gran visión del Tiempo de la Cólera y del Tiempo del Fin, 10-12. Llevan la fecha de los reinados de Baltasar, de Darío el Medo y de Ciro, rey de Persia, y están localizadas en Babilonia.

De esta división se ha deducido alguna vez la existencia de dos escritos de épocas diferentes combinados por un editor. Pero otros indicios contradicen esta distinción. Los relatos están en tercera persona y Daniel mismo refiere las visiones, pero la primera visión, 7, está encuadrada entre una introducción y una conclusión en tercera persona. El comienzo del libro está en hebreo, pero en Dan_2:4 se pasa bruscamente al arameo, que prosigue hasta el fin de 7, invadiendo así la parte de las visiones; los últimos capítulos están otra vez en hebreo. Se han propuesto diversas explicaciones para esta dualidad de lengua, aunque ninguna resulta convincente. Por ejemplo, la división según el estilo (1ª o 3ª persona) y la división según la lengua (hebreo o arameo) no corresponden a la que se deduce del contenido (relatos o visiones). Por otra parte, el cap. 7 es comentado por el 8, pero es paralelo del cap. 2; su arameo es el mismo que el de los caps. 2-4, pero rasgos de su estilo reaparecen en los caps. 8-12, aunque están escritos en hebreo. Este cap. 7 forma, pues, un nexo entre las dos partes del libro y asegura su unidad. Además Baltasar y Darío el Medo aparecen en las dos partes del libro, originando las mismas dificultades para los historiadores. En fin, los procedimientos literarios y la línea del pensamiento son idénticos de un cabo al otro del libro, y esta igualdad es el argumento más fuerte en favor de la unidad de su composición.

La fecha de ésta queda fijada por el claro testimonio que da el cap. 11. Las guerras entre Seléucidas y Lágidas y una parte del reinado de Antíoco Epífanes se narran en él con gran lujo de detalles insignificantes para el propósito del autor. Este relato no se parece a ninguna profecía del Antiguo Testamento y, a pesar de su estilo profético, refiere sucesos ya ocurridos. Pero a partir de Dan_11:40 cambia el tono; se anuncia el «Tiempo del Fin» de una manera que recuerda a los otros profetas. El libro, pues, habría sido compuesto durante la persecución de Antíoco Epífanes y antes de la muerte de éste, incluso antes de la victoria de la insurrección macabea, es decir, entre el 167 y el 164.

Nada hay en el resto del libro que se oponga a esta fecha. Los relatos de la primera parte se sitúan en la época caldea, pero algunos indicios muestran que el autor está bastante lejos de los acontecimientos. Baltasar es hijo de Nabonid, y no de Nabucodonosor como dice el texto, y jamás ha tenido el título de rey. Darío el Medo es desconocido para los historiadores y no hay lugar para él entre el último rey caldeo y Ciro el persa, que había ya vencido a los Medos. El ambiente neobabilonio se describe con palabras de origen persa; incluso instrumentos de la orquesta de Nabucodonosor llevan nombres transcritos del griego. Las fechas que se dan en el libro no concuerdan entre sí ni con la historia, tal como la conocemos, y parecen puestas al frente de los capítulos sin mucha preocupación por la cronología. El autor se ha valido de tradiciones, orales o escritas, que circulaban en su época. Los manuscritos del mar Muerto contienen fragmentos de un ciclo de Daniel que está emparentado con el libro canónico, en especial una oración de Nabonid que recuerda Dan 3:31—4:34, donde el nombre de Nabucodonosor sustituye al de Nabonid. El autor, o sus fuentes, nombra como héroe de sus historias piadosas a un Daniel o Dan'el al que Eze_14:14-20 ; Eze_28:3 cita como a un justo o sabio de los tiempos antiguos y al que también conocían los poemas de Râs Samrâ en el siglo XIV antes de nuestra era.

Siendo el libro tan reciente, se explica su lugar en la Biblia hebrea. Ha sido admitido en ella después de la fijación del canon de los Profetas, y se le ha colocado entre Ester y Esdras, en el grupo heterogéneo de los «otros escritos» que forman la última parte del canon hebreo. Las Biblias griega y latina vuelven a colocarlo entre los profetas y le añaden algunas partes deuterocanónicas: el Salmo de Azarías y el Cántico de los tres jóvenes, Dan_3:24-90 , la historia de Susana, donde brilla el candor clarividente del joven Daniel, 13, las historias de Bel y de la serpiente sagrada que son sátiras de la idolatría, 14. La traducción griega de los Setenta (LXX) difiere grandemente de la de Teodoción (Teod.), que es muy afín al texto masorético.

La finalidad del libro es sostener la fe y la esperanza de los judíos perseguidos por Antíoco Epífanes. Daniel y sus compañeros se han visto sometidos a las mismas pruebas: abandono de las prescripciones de la Ley, 1, tentaciones de idolatría, 3 y 6; pero han salido victoriosos, y los antiguos perseguidores han tenido que reconocer el poder del verdadero Dios. Al perseguidor moderno se le pinta con rasgos más negros, pero cuando la Cólera de Dios quede satisfecha, Dan_8:19 ; Dan_11:36 , vendrá el Tiempo del Fin, Dan_8:17 ; Dan_11:40 , en que el perseguidor será abatido, Dan_8:25 ; Dan_11:45 . Entonces se acabarán las desdichas y el pecado, y tendrá lugar el advenimiento del Reino de los Santos, gobernado por un «Hijo de hombre», cuyo imperio jamás pasará, 7.

Esta espera del Fin, esta esperanza del Reino está presente a lo largo de todo el libro, Dan_2:44 ; Dan_3:33 (100) [ Dan_4:3 ]; Dan_4:31 [ Dan_4:34 ]; Dan_7:14 . Dios se ocupará de que llegue en el plazo que él ha fijado, pero que a la vez abarca toda la duración de la humanidad. Los momentos de la historia del mundo se convierten en momentos del plan divino en un plano eterno. El pasado, el presente, el futuro, todo se hace profecía, porque todo ello se ve a la luz de Dios «que hace alternar estaciones y tiempos», Dan_2:21 . Con esta visión, a la vez temporal e intemporal, el autor revela el sentido profético de la historia. Este secreto de Dios, Dan_2:18 , etc.; Dan_4:6 [ Dan_4:9 ], es descubierto por mediación de seres misteriosos, que son los mensajeros y agentes del Altísimo; la doctrina de los ángeles cobra fuerza en el libro de Daniel, como también en el de Ezequiel y sobre todo en el de Tobías. La revelación versa sobre el designio escondido de Dios para con su pueblo y todos los pueblos. Afecta tanto a las naciones como a los individuos. Un texto importante sobre la resurrección anuncia el despertar de los muertos a una vida o a un oprobio eternos, Dan_12:2 . El Reino que se espera se extenderá a todos los pueblos, Dan_7:14 , no tendrá fin, será el Reino de los Santos, Dan_7:18 , el Reino de Dios, Dan_3:33 (100); Dan_4:31 [ Dan_4:34 ], el Reino del Hijo de hombre, a quien se dio todo poder, Dan_7:13-14 .

Este misterioso Hijo de hombre, al que Dan_7:18 y 21-27 identifica con la comunidad de los Santos, es también su cabeza, el jefe del reino escatológico, pero no es el Mesías davídico. Esta interpretación individual se hizo corriente en el Judaísmo y la reiteró Jesús, que se aplicó el título de Hijo del hombre para recalcar el carácter trascendente y espiritual de su mesianismo, Mat_8:20 .

El libro de Daniel ya no representa a la verdadera corriente profética. No contiene la predicación de un profeta enviado por Dios con misión ante sus contemporáneos, fue compuesto e inmediatamente escrito por un autor que se oculta detrás de un seudónimo, como ocurre ya con el librito de Jonás. Las historias edificantes de la primera parte tienen parecido con una clase de escritos de sabiduría de las que tenemos un ejemplo antiguo en la historia de José del Génesis, y otro ejemplo reciente en el libro de Tobías, escrito poco antes que Daniel. Las visiones de la segunda parte ofrecen la revelación de un secreto divino, explicado por los ángeles, para los tiempos futuros, en un estilo intencionadamente enigmático; este «libro sellado», Dan_12:4 , inaugura plenamente el género apocalíptico, que había sido preparado por Ezequiel y que florecerá en la literatura judía. El Apocalipsis de San Juan es su equivalente en el Nuevo Testamento, pero aquí se rompen los sellos del libro cerrado, Ap 5-6, las palabras ya no se conservan en secreto, porque «el Tiempo está cerca», Apo_22:10 , y se espera la venida del Señor, Apo_22:20 ; 1Co_16:22 .

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Daniel  3,1
NOTAS

3:1 LXX y Teodoción añaden: «en su decimoctavo año», y LXX: «después de haber sometido ciudades, provincias y todos los habitantes de la tierra, del Indo a Etiopía», ver Est_1:1; Est_8:9.


Daniel  3,4
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Apo_5:9; Apo_7:9; Apo_13:7; Apo_14:6; Apo_17:15

Daniel  3,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Apo_13:14-15

NOTAS

3:5 Es difícil distinguir con precisión las características de esta lista de instrumentos musicales. La «cítara» era probablemente un triángulo con cuatro cuerdas; el «salterio», una especie de guitarra; y la «zampoña», un instrumento rústico de viento.

Daniel  3,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jer_29:21-22

Daniel  3,17
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_37:39-40

Daniel  3,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_9:3-19+; Esd_9:6-15

[2] 1Cr_29:10-20; Dan_4:34 [Dan_4:37]

[3] Tob_3:2-6; Neh_9:33; Apo_16:7; Apo_19:2

[4] Dan_9:5-8

[5] Bar_1:17 s; Isa_59:12-13; Neh_1:7

[6] Deu_28:15; Deu_28:63 s; Lev_26:14; Lev_26:38

[7] Éxo_32:11 s+

[8] Isa_41:8; 2Cr_20:7; Stg_2:23

[9] Gén_15:5; Gén_22:17

[10] Deu_28:62; Jer_42:2

[11] Ose_3:4; Lam_2:9

[12] Miq_6:7-8; Ose_6:6; Sal_51:19 [Sal_51:17]

[13] Sal_25:3

[14] Sal_35:26; Sal_40:15 [Sal_40:14]

[15] Sal_83:19 [Sal_83:18]

[16] Tob_5:4+

[17] Dan_3:26

[18] Isa_6:1; Sal_150:1

[19] Éxo_25:18+; 2Sa_6:2

[20] Sal_103:22; Sal_145:10

[21] Sal_148:2; Sal_103:20

[22] Sal_148:4

[23] Sal_103:21

[24] Sal_148:3

[25] Sal_148:8

[26] Sal_148:9

[27] Sal_148:10

[28] Sal_135:19

[29] Sal_134:1

[30] Sof_2:3+

[31] Sal_106:1; Sal_136:1-2

NOTAS

3:35 O: «amado». Es el título más hermoso de Abrahán, el que ha conservado en las tradiciones árabe y musulmana.

3:55 Es una de las fórmulas de invocar a Yahvé en el arca de la Alianza, ver 1Sa_4:4. Sobre los querubines del templo de Jerusalén, ver Éxo_25:18+; 1Re_6:22-28; 2Cr_3:10-13.

3:67 Los vv. Dan_3:67-68 [Dan_3:23] sólo se encuentran en los LXX y en un solo manuscrito de Teod.

Daniel  3,25
NOTAS

3:25 Se trata de un ángel protector, ver Dan_3:28 (95).

Daniel  3,26
NOTAS

3:26 La expresión se encuentra en los Sal.; en otros pasajes, siempre es puesta en boca de un no-judío, ver Gén_14:18; Núm_24:16; Isa_14:14.

Daniel  3,28
NOTAS

3:28 Lit. «entregaron su cuerpo». Teod. añade: «al fuego», lectura que ha inspirado a San Pablo, 1Co_13:3.

Daniel  3,29
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan_6:27 [Dan_6:26]