Jueces 17 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 13 versitos |
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Apéndices

1.EL SANTUARIO DE MICÁ Y EL SANTUARIO DE DAN
El Santuario privado de Micá.
Había en la montaña de Efraín un hombre llamado Mikayehú.
2 Dijo a su madre: «Los mil cien siclos de plata que te quitaron y por los que lanzaste una maldición, incluso oí que dijiste... esa plata la tengo yo; yo la robé.» Su madre respondió: «Que mi hijo sea bendito de Yahvé.»
3 Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Y su madre dijo: «Yo había consagrado solemne y espontáneamente, por mi hijo, esta plata a Yahvé, para hacer con ella una imagen y un ídolo de fundición, pero ahora te la devuelvo.» Pero él devolvió la plata a su madre.
4 Su madre tomó doscientos siclos de plata y los entregó al fundidor. Éste le hizo una imagen (y un ídolo de metal fundido) que quedó en casa de Mikayehú.
5 Este hombre, Micá, tenía una Casa de Dios; hizo un efod y unos terafim e invistió a uno de sus hijos, que vino a ser su sacerdote.
6 En aquel tiempo no había rey en Israel y hacía cada uno lo que le parecía bien.
7 Había un joven de Belén de Judá, de la familia de Judá, que era levita y residía allí como forastero.
8 Este hombre dejó la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde pudiera. Haciendo su camino llegó a la montaña de Efraín, a la casa de Micá.
9 Micá le preguntó: «¿De dónde vienes?» Le respondió: «Soy un levita de Belén de Judá. Vengo de paso para residir donde pueda.»
10 Micá le dijo: «Quédate en mi casa, y serás para mí un padre y un sacerdote; yo te daré diez siclos de plata al año, el vestido y la comida.»
11 El levita accedió a quedarse en casa de aquel hombre y el joven fue para él como uno de sus hijos.
12 Micá invistió al levita; el joven fue su sacerdote y se quedó en casa de Micá.
13 Y dijo Micá: «Ahora sé que Yahvé me favorecerá, porque tengo a este levita como sacerdote.»

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Introducción a Jueces

El libro de los Jueces comprende tres partes desiguales:
a) una introducción, 1:1-2:5;
b) el cuerpo del libro, 2:6-16:31;
c) adiciones que narran la migración de los danitas, con la fundación del santuario de Dan, 17-18, y la guerra contra Benjamín en castigo del crimen de Guibeá, 19-21.

La introducción actual al libro, 1:1-2:5, en realidad no le pertenece: se ha dicho a propósito del libro de Josué que era otro cuadro de la conquista y sus resultados, considerado desde un punto de vista de los de Judá. Su inserción ha ocasionado la repetición en Jue_2:6-10 de informaciones acerca de la muerte y la sepultura de Josué que se habían dado ya en Jos_24:29-31 .

La historia de los Jueces se refiere en la parte central, 2:6-16:31. Los modernos distinguen seis grandes jueces, Otniel, Ehúd, Barac (y Débora), Gedeón, Jefté y Sansón, cuyos hechos se refieren de una manera más o menos detallada, y seis menores, Sangar, Jue_3:31 , Tolá y Yaír, Jue_10:1-15 , Ibsán, Elón y Abdón, Jue_12:8-15 , que solamente son objeto de breves menciones. Pero esta distinción no se hace en el texto; hay una diferencia mucho mayor entre los dos grupos, y el título común de jueces que se les da es el resultado de la composición del libro, que ha reunido elementos extraños entre sí en un principio. Los grandes jueces son héroes libertadores; su origen, su carácter y su acción varían mucho, pero todos poseen un rasgo común: han recibido una gracia especial, un carisma, han sido especialmente elegidos por Dios para una misión de salvación.

Sus historias fueron narradas primero oralmente, en formas variadas, e incorporaron elementos diversos. Finalmente, fueron reunidas en un libro de los libertadores, compuesto en el reino del Norte en la primera parte de la época monárquica. Abarcaba la historia de Ehúd, la de Barac y Débora, quizá alterada ya por el relato de Jos 11, referente a Yabín de Jasor, la historia de Gedeón-Yerubaal, a lo que se añadió el episodio de la realeza de Abimélec, la historia de Jefté ampliada con la de su hija. Se recogieron dos antiguas piezas poéticas, el Cántico de Débora, 5, que es un duplicado del relato en prosa, 4, y el apólogo de Jotán, Jue_9:7-15 , dirigido contra la realeza de Abimélec. Los héroes de algunas tribus se convertían en este libro en figuras nacionales que habían dirigido las guerras de Yahvé para todo Israel. Los jueces menores, Tolá, Yaír, Ibsán, Elón, Abdón, proceden de una tradición diferente. No se les atribuye ningún acto salvador, solamente se dan informaciones acerca de sus orígenes, su familia y el lugar de su sepultura, y se dice que han juzgado a Israel durante un número de años preciso y variable. Conforme al uso diverso del verbo sf[di[si2][md5].[mu5]t[ee, juzgar, en las lenguas semíticas del Oeste, emparentadas con el hebreo, en Mari en el s. XVIII a. C., y en Ugarit en el s. XIII, y hasta en los textos fenicios y púnicos de la época grecorromana (los sufetes de Cartago), estos jueces no sólo administran justicia, sino que gobiernan. Su autoridad no se extendía más allá de su ciudad o de su distrito. Fue una institución política intermedia entre el régimen tribal y el régimen monárquico. Los primeros redactores deuteronomistas poseían informes auténticos de estos jueces, pero extendieron su poder a todo Israel y los ordenaron en sucesión cronológica. Trasladaron su título a los héroes del libro de los libertadores, que de ese modo se convirtieron en jueces de Israel. Jefté servía de lazo de unión entre los dos grupos: había sido un libertador, pero también había sido juez; se sabían, y se dan a propósito de él los mismos datos, Jue_11:1-2 ; Jue_12:7 , que a propósito de los jueces menores, entre los cuales se incrusta su historia. Con ellos se equiparó también una figura que primitivamente nada tenía que ver con ninguno de los dos grupos: el singular héroe danita Sansón, que no había sido ni libertador ni juez, pero cuyas hazañas contra los filisteos se narraban en Judá, 13-16. Se añadió en la lista a Otniel, Jue_3:7-11 , que pertenece a la época de la conquista, ver Jos_14:16-19 ; Jue_1:12-15 , y más adelante a Sangar, Jue_3:31 , que ni siquiera era israelita, ver Jue_5:6 , así se alcanzaba la cifra de doce, simbólica de todo Israel. Fue también la redacción deuteronomista la que puso al libro su marco cronológico: conservando los datos auténticos sobre los jueces menores, fue intercalando en los relatos indicaciones convencionales en que se repiten las cifras de 40, duración de una generación, o su múltiplo 80, o su mitad 20, en un esfuerzo por alcanzar un total que, combinado con otros datos de la Biblia, corresponde a los 480 años que la historia deuteronomista pone entre la salida de Egipto y la construcción del Templo, 1Re_6:1 . En este marco, las historias de los Jueces llenan sin lagunas el período que discurrió entre la muerte de Josué y los comienzos del ministerio de Samuel. Pero, sobre todo, los redactores deuteronomistas dieron al libro su sentido religioso. Éste se expresa en la introducción general de 2:6-3:6 y en la introducción particular a la historia de Jefté, Jue_10:6-16 , así como en las fórmulas redaccionales que llenan casi toda la historia de Otniel, que es una composición deuteronomista, y que sirven de marco a las grandes historias siguientes: los israelitas han sido infieles a Yahvé, él los ha entregado en manos de los opresores; los israelitas han implorado a Yahvé, él les ha enviado un salvador, el Juez. Pero vuelven las infidelidades y la serie se repite. Este libro deuteronomista de los Jueces tuvo por lo menos dos ediciones. Los indicios más claros son: los dos elementos que se añaden en la introducción, Jue_2:11-19 y Jue_2:6-10 * 2:20-3:6, y las dos conclusiones a la historia de Sansón, Jue_15:20 y Jue_16:30 , que significan que el cap. 16 es una adición.

Este libro no contenía aún los apéndices, 17-21. Éstos no narran la historia de un juez, sino que informan de los acontecimientos ocurridos antes de la institución de la monarquía, razón por la cual han sido añadidos al final del libro después de la vuelta del Destierro. Reproducen antiguas tradiciones y han pasado por una larga historia literaria o preliteraria antes de ser aquí incluidos. Los caps. 17-18 tienen su origen en una tradición danita sobre la migración de la tribu y la fundación del santuario de Dan, que ha sido transformada en sentido peyorativo. Los caps. 19-21 combinan dos tradiciones de los santuarios de Mispá y Betel, que fueron divulgadas por todo Israel; estas tradiciones, quizá benjaminitas, fueron revisadas en Judá en sentido hostil a la realeza de Saúl en Guibeá.

El libro es casi nuestra única fuente para el conocimiento de la época de los Jueces; pero no permite escribir una historia lógica de esa época. La cronología que nos da es artificial, como lo hemos dicho ya. Suma períodos que han podido superponerse en el tiempo, puesto que los tiempos de opresión y las liberaciones nunca afectan más que a una parte del territorio y la época de los Jueces no se extendió más de siglo y medio.

Los principales acontecimientos cuyo recuerdo se nos conserva pueden ser fechados dentro de este período sólo por aproximación. La victoria de Tanac bajo Débora y Barac, 4-5, pudo haber sido conseguida hacia mediados del s. XII, es anterior a la invasión madianita (Gedeón) y a la expansión de los filisteos fuera de su territorio propio (Sansón). De ello se deduce sobre todo que, durante este turbulento período, los israelitas no sólo tuvieron que luchar contra los cananeos, primeros poseedores del país, por ejemplo contra los de la llanura de Yizreel, batidos por Débora y Barac, sino también contra los pueblos vecinos: moabitas (Ehúd), amonitas (Jefté), madianitas (Gedeón), y contra los filisteos recién llegados (Sansón). En estos momentos de peligro, cada grupo defiende su territorio. En ocasiones, un grupo se une a los grupos vecinos, Jue_7:23 , o a la inversa, una tribu poderosa protesta porque no ha sido invitada a participar del botín, Jue_8:1-3 ; Jue_12:1-6 . El Cántico de Débora, 5, estigmatiza a las tribus que no han respondido al llamamiento y, cosa notable, Judá y Simeón ni siquiera aparecen nombrados.

Estas dos tribus vivían en el Sur, separadas por la barrera no israelita de Guézer, de las ciudades gabaonitas y de Jerusalén, y su aislamiento alimentaba los gérmenes del cisma futuro. Por el contrario, la victoria de Tanac, que daba a los israelitas la llanura de Yizreel, facilitó la unión de la Casa de José y de las tribus del Norte. Sin embargo, la unidad entre las diferentes fracciones estaba asegurada por la participación en la misma fe religiosa: todos los Jueces fueron yahvistas convencidos, y el santuario del arca en Silo era el centro donde todos los grupos se encontraban. Además, estas luchas forjaron el alma nacional y prepararon el momento en que, ante un peligro general, se unirían todos contra el enemigo común, bajo Samuel.

El libro enseñaba a los israelitas que la opresión es un castigo de la impiedad y que la victoria es una consecuencia de la vuelta a Dios. El Eclesiástico alaba a los Jueces por su fidelidad, Sir_46:11-12 , la epístola a los Hebreos presenta sus éxitos como la recompensa de su fe; forman parte de esa nube de testigos que anima al cristiano a rechazar el pecado y a soportar con valentía la prueba a que se le somete, Heb_11:32-34 y Heb_12:1 .

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Jueces 17,1
NOTAS

17 (a) Los dos relatos de Jc 17-18 y 19-21, que tienen orígenes diferentes, se han añadido aquí porque se referían a acontecimientos anteriores a la monarquía. La inclusión de estas antiguas aventuras en el libro de los Jueces quizá sea posterior al Destierro.

17 (b) El tema principal de los cap. 17-18 es la historia de la fundación del santuario de Dan y del origen de su sacerdocio. Esta tradición es ciertamente de origen danita y, sin embargo, el juicio que se da es negativo: el ídolo del santuario es producto de un doble robo; el sacerdocio se remonta a un levita giróvago que abandona a su primer patrono para irse a ganar más. Es posible que este juicio haya sido formulado por servidores del santuario real de Dan, establecido por Jeroboán, que puso en él sacerdotes de otro linaje, 1Re_12:28-31. Precisamente a esta autoridad del rey sobre el culto se referirían las noticias de Jue_17:6; Jue_18:1, que expresan sobre la realeza una opinión favorable extraña al espíritu deuteronomista. -Esta historia está enlazada con la de la migración de los danitas, ver Jue_18:1+.

17:1 Mikayehu: «¿Quién como Yahvé?», que luego siempre es abreviado en Micá.


Jueces 17,2
NOTAS

17:2 Siendo las palabras de una maldición eficaces por sí mismas, no se repiten, y su acción se contrarresta con la bendición que sigue, y quizá con la consagración de una parte de la plata. -Los vv. Jue_17:2-3, traducidos literalmente, siguen siendo bastante oscuros.

Jueces 17,4
NOTAS

17:4 Se puede pensar que se trata de un solo ídolo, ver Jue_18:20, Jue_18:30, Jue_18:31, en madera tallada, recubierta de plata, y la distinción en Jue_18:17-18 sería redaccional. Es posible que uno de los dos haya sido añadido según Deu_27:15. -Es el único ejemplo claro de una imagen cultual de Yahvé, en contra de la ley del Decálogo varias veces repetida, ver Éxo_20:4. Sin embargo no se la condena, como tampoco el efod y los terafim, Jue_17:5, que en el Yahvismo oficial vendrán a ser objetos sospechosos.

Jueces 17,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_2:28+; Gén_31:19+; 1Sa_15:23; 1Sa_7:1; Jue_18:1; Jue_19:1; Jue_21:25; Deu_12:8

NOTAS

17:5 Conforme al uso antiguo que autorizaba a los jefes de clan y de familia a ejercer personalmente el oficio de sacerdote y a elegir sus sacerdotes. Sin embargo, el conjunto del relato muestra que se reconocía la situación de privilegio de los levitas.

Jueces 17,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_12:48+

NOTAS

17:7 Si no se admite que «levita» es aquí nombre de función y que no designa a un miembro de la tribu sacerdotal, a lo cual contradice Jue_18:30, el joven no puede ser a la vez levita y miembro del clan de Judá. Pero puede vivir en Belén como «forastero residente», ver Éxo_12:48+.

Jueces 17,10
NOTAS

17:10 El hebr. añade: «el levita fue», duplicado de las dos primeras palabras del v. siguiente.