Eclesiástico 11 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 32 versitos |
1
Las apariencias engañan.
Por su sabiduría el pobre llevará alta la cabeza,
y se sentará entre los grandes.
2 No alabes al hombre por su belleza,
ni desprecies a nadie por su aspecto.
3 Pequeña es la abeja entre los animales que vuelan,
pero su producto es el más dulce.
4 No presumas de los vestidos que llevas,
ni te engrías cuando te alaben;
pues admirables son las obras del Señor,
y, sin embargo, permanecen ocultas a los hombres.
5 Muchos tiranos acabaron por los suelos,
mientras un desconocido se ceñía la corona.
6 Muchos poderosos fueron humillados,
y hombres ilustres cayeron en otras manos.
7
Reflexión y prudencia.
Antes de recriminar, infórmate;
reflexiona primero y censura después.
8 Antes de responder, escucha,
y no interrumpas al que tiene la palabra.
9 No discutas por lo que no te incumbe,
ni interfieras en peleas de pecadores.
10 Hijo, no te ocupes en demasiados asuntos,
porque si así actúas, no saldrás bien parado;
por más que corras, no alcanzarás,
por más que quieras huir, no escaparás.
11 Hay quien trabaja, se fatiga y apresura,
y con todo llega tarde.
12
Confianza sólo en Dios.
Hay quien es débil y necesita ayuda,
carece de bienes y le sobra pobreza,
pero el Señor lo ama con benevolencia,
y lo libra de su humillación.
13 Le hace levantar la cabeza,
y muchos se quedan admirados.
14 Bien y mal, vida y muerte,
pobreza y riqueza vienen del Señor.
17 El don del Señor permanece con los piadosos,
y su benevolencia les guiará siempre por buen camino.
18 Hay quien se hace rico a fuerza de trabajar y ahorrar,
y ésta es la parte de su recompensa:
19 cuando dice: «Ahora ya puedo descansar,
y disfrutar de todos mis bienes»,
no sabe cuánto tiempo pasará,
hasta que muera y tenga que dejarlo todo a otros.
20 Sigue con tu quehacer y dedícate a él,
y en tu tarea envejece.
21 No admires las obras del pecador,
confía en el Señor y sé constante en tu esfuerzo,
porque es cosa fácil para el Señor,
enriquecer al pobre en un instante.
22 La bendición del Señor es la recompensa del piadoso,
y en un momento hace florecer su bendición.
23 No digas: «¿Qué necesito?
o ¿qué bienes podría conseguir todavía?»
24 No digas: «Ya tengo bastante,
¿qué mal puede sucederme ahora?»
25 Día de bienes, olvido de males,
día de males, olvido de bienes.
26 Es fácil para el Señor, el día de la muerte,
pagar a cada uno según su conducta.
27 El mal de un momento hace olvidar el gozo,
pero cuando el hombre se acerca al fin se descubren sus obras.
28 Antes de la muerte no felicites a nadie,
porque sólo en su final se conoce al hombre.
29
Desconfiar del desconocido.
No metas a cualquiera en tu casa,
que son muchas las mañas del astuto.
30 Como perdiz cautiva en su jaula, así es el corazón del orgulloso,
como un espía aguarda tu caída.
31 Él tiende su trampa cambiando el bien por mal,
y corrompiendo las cosas más dignas.
32 Una chispa enciende un brasero,
así el pecador acecha en busca de sangre.
33 Guárdate del malvado, porque maquina el mal,
y podría deshonrarte para siempre.
34 Mete en casa a un desconocido y te causará problemas,
te hará sentir extraño con tu propia familia.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO
Introducción
Este libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es, pues, uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido más recientemente en una cueva de Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un largo texto que contiene 39:27-44:17 en escritura de comienzos del siglo I a. C. Por último, en 1982, se ha encontrado un nuevo folio que contiene 31:24-32:7 y 32:12-33:8. Las variantes de estos testigos entre sí y en relación con las traducciones griega y siríaca indican que el libro circuló muy pronto en diversas recensiones.

Dado el estado fragmentario del texto hebreo, nuestra traducción se ha hecho sobre el texto griego (más exactamente, sobre los tres principales manuscritos, Sinaítico, Alejandrino y Vaticano, que forman lo que se llama «texto recibido»), indicando en nota determinadas variantes del hebreo.

Su título latino, Ecclesiasticus (liber), es una denominación reciente (San Cipriano), que sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. En griego, ver la firma, Sir_51:30 , el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús Ben Sirá» y el autor es también nombrado en Sir_50:27 . Actualmente los estudiosos le llaman Ben Sirá o el Sirácida (según la forma griega Sirac). El nieto del autor explica en un prólogo, vv. 1-34, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes, v.27. No puede tratarse más que de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a. C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180. Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del sumo sacerdote Simón un elogio basado en recuerdos personales, Sir_50:1-21 . Se trata de Simón II, que no murió antes del 200.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los Seléucidas, el 198. La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. Y él mismo ha querido ofrecer la instrucción de la sabiduría para todos los que la buscan, Sir_33:18 ; Sir_50:27 , ver el prólogo del traductor, vv. 7-14.

Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Si exceptuamos la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza, 42:15-43:33, y en la historia, 44:1-50:29, el libro no es menos heterogéneo que las colecciones de los Proverbios o que el Eclesiastés. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones; son tratados como pequeños cuadros que, sin mucha trabazón, agrupan breves máximas. Se añaden al libro dos apéndices: un himno de acción de gracias, Sir_51:1-12 , y un poema sobre la búsqueda de la sabiduría, Sir_51:13-30 . El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio; este descubrimiento confirma que al principio existió por separado antes de su agregación al Eclesiástico.

La doctrina es tan tradicional como la forma. La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, Sir_24:1-22 , prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job.

Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés, Sir_24:23-24 , como también lo hará el poema sapiencial de Baruc, Bar_3:9-4:4; a diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, Sir_35:1-10 ; es un fervoroso ritualista.

Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación, 44:1-49:16. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo, se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas Menores, desea que «reflorezcan sus huesos en su tumba», Sir_46:12 ; Sir_49:10 , que tengan sucesores. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos, y si la ha vivido, ha podido pensar que sus deseos han sido escuchados.

En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja, por decirlo así, ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. Es verdad que en su oración de Sir_36:1-17 recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante, pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la Ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos jasidim, los «piadosos» del Judaísmo, ver 1Ma_2:42 *, que pronto defenderán su fe contra la persecución de Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Aunque no fue aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos; en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces, y, hoy todavía, la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Eclesiástico 11,2
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Sa_16:7; 2Co_10:10-11; Mat_13:31-32


Eclesiástico 11,4
NOTAS

11:4 (a) Hebr.: «No te mofes de quien viste harapos, ni te burles del que se halla atribulado.»

11:4 (b) Es decir, invisibles e imprevisibles. Un golpe de suerte puede trocar todas las situaciones. Ver Sal_113:7 s; 1Sa_2:8; Job_12:17-19. Las máximas siguientes ilustran ésta.

Eclesiástico 11,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_10:14; Ecl_4:14; Ecl_10:6-7

NOTAS

11:5 Puede también entenderse: «fueron puestos en el suelo» (después de haber reinado); en tal caso, el paralelo sería antitético, pero el hebr.: «Muchos que estaban humillados se sentaron en el trono», apoya la interpretación propuesta.

Eclesiástico 11,8
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_18:13

Eclesiástico 11,10
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_38:24

NOTAS

11:10 Hebr.: «si no corres no alcanzarás, si no buscas no encontrarás».

Eclesiástico 11,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_11:24; Pro_21:5; Sal_127:1-2

Eclesiástico 11,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sof_2:3+

Eclesiástico 11,14
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_45:7; Job_1:21; Job_2:10

NOTAS

11:14 Hebr., griego 248, lat. y sir. añaden: «15 La sabiduría, la ciencia y el conocimiento de la Ley proceden del Señor; el amor y la práctica de las buenas obras vienen de él. 16 La perdición y las tinieblas están creadas para los pecadores; los que se complacen en el mal, en el mal envejecen.»

Eclesiástico 11,17
NOTAS

11:17 El griego traduce así el hebr. «justos», como Sir_11:22; Sir_12:2; Sir_13:17.

Eclesiástico 11,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Job_27:16-23; Sal_49:17-18 [Sal_49:16-17]; Ecl_2:21-23; Luc_12:16-21

Eclesiástico 11,19
NOTAS

11:19 Se han preguntado algunos si Jesús no se habrá inspirado en este v. para la parábola de Luc_12:16-21 (nótese, sobre todo, Sir_11:19). Ciertamente se trata de la misma idea de la inutilidad de los bienes amasados con mucho esfuerzo, y de los que el poseedor se verá privado en el día de su muerte.

Eclesiástico 11,20
NOTAS

11:20 «tu quehacer» hebr.; «tu alianza» griego. -«dedícate a él» var.; hebr. «pon en ello tu gozo», ver Ecl_2:24; Ecl_3:13.

Eclesiástico 11,21
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_3:31; Pro_23:17; Sir_9:11

Eclesiástico 11,23
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Mat_6:25-26

Eclesiástico 11,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_5:1; Luc_12:16-21

Eclesiástico 11,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_18:25; Jua_16:21

NOTAS

11:25 O quizás: «Se olvidan los males (que pueden sobrevenir)... No se acuerda de la felicidad (que se puede recibir)». Así aplicado al futuro, este v. estaría más conforme con el contexto. Con todo, la interpretación parece menos probable.

Eclesiástico 11,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_1:13

Eclesiástico 11,28
NOTAS

11:28 «en su final» hebr.; «en sus hijos» griego. -Estos tres vv. (ver Sir_7:36) expresan la confianza con que el autor espera, en el día de su muerte, un juicio en el que se manifestarán los méritos y las faltas. Pero no se detiene a describir la retribución, ni a precisar si ésta será eterna.

Eclesiástico 11,30
NOTAS

11:30 Hebr.: «como un lobo se mantiene al acecho para desgarrar». -A la manera del ave colocada como «reclamo» en el lazo, el corazón del orgulloso atrae al prójimo a las redes del pecado.

Eclesiástico 11,32
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_1:11