Eclesiástico 37 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 31 versitos |
1
Falsos amigos.
Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo»,
pero hay amigo que lo es sólo de nombre.
2 ¿No es un disgusto mortal
que un compañero o amigo se convierta en enemigo?
3 ¡Oh intención perversa! ¿De dónde saliste
para cubrir la tierra de engaño?
4 El compañero disfruta en la alegría del amigo,
pero en la desgracia se vuelve contra él.
5 El compañero compadece al amigo por interés,
y cuando llega el combate, coge el escudo sólo para defenderse.
6 No te olvides de tu amigo,
ni dejes de recordarlo cuando seas rico.
7
Los consejeros.
Todo consejero da consejos,
pero hay quien aconseja en su interés.
8 Ten cuidado con el consejero,
entérate primero de sus necesidades,
porque en su propio provecho te aconsejará;
no sea que eche sobre ti la suerte,
9 y te diga: «Vas por buen camino»,
y luego se quede esperando para ver qué te sucede.
10 No te aconsejes con uno que te mira con desprecio,
y esconde tus proyectos a los que te envidian.
11 No te aconsejes con una mujer sobre su rival,
con un cobarde sobre la guerra,
con un negociante sobre el comercio,
con un comprador sobre la venta,
con un envidioso sobre la gratitud,
con un despiadado sobre la generosidad,
con un perezoso sobre cualquier trabajo,
con un empleado eventual sobre el fin de una obra,
con un siervo holgazán sobre una gran tarea:
no cuentes con ninguno de ellos para un consejo.
12 Recurre siempre a un hombre piadoso,
de quien sabes seguro que guarda los mandamientos,
que comparte tus anhelos,
y que, si caes, sufrirá contigo.
13 Manténte firme en el consejo de tu corazón,
que nadie te será más fiel que él.
14 Pues el corazón del hombre puede a veces advertir
más que siete centinelas sentados en su torre de vigilancia.
15 Pero por encima de todo suplica al Altísimo,
para que dirija tus pasos en la verdad.
16
Verdadera y falsa sabiduría.
Principio de toda obra es la palabra,
y antes de toda acción está la reflexión.
17 Raíz de los pensamientos es el corazón,
de él salen cuatro ramas:
18 bien y mal, vida y muerte,
pero la que siempre las domina es la lengua.
19 Hay hombre hábil capaz de enseñar a muchos,
pero para sí mismo es un inútil.
20 Hay quien sabe hablar y es aborrecido,
y acabará sin tener nada qué comer,
21 porque no ha recibido el favor del Señor,
y carece de toda sabiduría.
22 Hay quien es sabio para sí mismo,
y los frutos de su inteligencia sólo le aprovechan a él.
23 El sabio enseña a su pueblo,
y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.
24 El sabio es colmado de bendiciones,
y le llaman dichoso todos los que le ven.
25 La vida del hombre tiene los días contados,
pero los días de Israel son innumerables.
26 El sabio se gana la confianza en su pueblo,
y su nombre vivirá por siempre.
27
La templanza.
Hijo, a lo largo de tu vida ponte a prueba,
mira lo que te hace daño y no te lo permitas.
28 Pues no a todos les conviene todo,
y no a todo el mundo le gusta lo mismo.
29 No seas insaciable con los placeres,
ni te abalances sobre la comida,
30 porque el exceso de comida produce enfermedad,
y la glotonería acaba en cólicos.
31 Muchos han muerto por intemperancia,
pero el que se cuida prolonga su vida.

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Introducción a Eclesiástico

ECLESIÁSTICO
Introducción
Este libro forma parte de la Biblia griega, pero no figura en el canon judío. Es, pues, uno de los libros deuterocanónicos admitidos por la Iglesia cristiana. Sin embargo, fue compuesto en hebreo. San Jerónimo lo conoció en su lengua original y los rabinos lo citaron. Cerca de dos tercios de este texto hebreo fueron encontrados en 1896 en los restos de varios manuscritos de la Edad Media procedentes de una antigua sinagoga de El Cairo. Pequeños fragmentos han aparecido más recientemente en una cueva de Qumrán y en 1964 se ha descubierto en Masada un largo texto que contiene 39:27-44:17 en escritura de comienzos del siglo I a. C. Por último, en 1982, se ha encontrado un nuevo folio que contiene 31:24-32:7 y 32:12-33:8. Las variantes de estos testigos entre sí y en relación con las traducciones griega y siríaca indican que el libro circuló muy pronto en diversas recensiones.

Dado el estado fragmentario del texto hebreo, nuestra traducción se ha hecho sobre el texto griego (más exactamente, sobre los tres principales manuscritos, Sinaítico, Alejandrino y Vaticano, que forman lo que se llama «texto recibido»), indicando en nota determinadas variantes del hebreo.

Su título latino, Ecclesiasticus (liber), es una denominación reciente (San Cipriano), que sin duda subraya el uso oficial que de él hacía la Iglesia, en contraposición con la Sinagoga. En griego, ver la firma, Sir_51:30 , el libro se llamaba «Sabiduría de Jesús Ben Sirá» y el autor es también nombrado en Sir_50:27 . Actualmente los estudiosos le llaman Ben Sirá o el Sirácida (según la forma griega Sirac). El nieto del autor explica en un prólogo, vv. 1-34, que tradujo el libro cuando vino a residir en Egipto el año 38 del rey Evergetes, v.27. No puede tratarse más que de Tolomeo VII Evergetes, y la fecha corresponde al año 132 a. C. Su abuelo, Ben Sirá, vivió, pues, y escribió hacia el 190-180. Un argumento interno confirma esta fecha: Ben Sirá hace del sumo sacerdote Simón un elogio basado en recuerdos personales, Sir_50:1-21 . Se trata de Simón II, que no murió antes del 200.

Palestina acababa de entrar bajo la dominación de los Seléucidas, el 198. La adopción de costumbres extranjeras, la helenización, era favorecida por una parte de la clase dirigente, y pronto pretendería imponerla por la fuerza Antíoco Epífanes (175-163). Ben Sirá opone a estas amenazadoras novedades toda la fuerza de la tradición. Él es un escriba que une el amor de la Sabiduría al de la Ley. Está lleno de fervor por el Templo y sus ceremonias, lleno de respeto por el sacerdocio, pero también conoce a fondo los libros sagrados, los Profetas y, sobre todo, los escritos sapienciales. Y él mismo ha querido ofrecer la instrucción de la sabiduría para todos los que la buscan, Sir_33:18 ; Sir_50:27 , ver el prólogo del traductor, vv. 7-14.

Por su forma, el libro está claramente en la línea de sus predecesores y de sus modelos. Si exceptuamos la parte que celebra la gloria de Dios en la naturaleza, 42:15-43:33, y en la historia, 44:1-50:29, el libro no es menos heterogéneo que las colecciones de los Proverbios o que el Eclesiastés. Los temas más diversos son abordados sin orden y con reiteraciones; son tratados como pequeños cuadros que, sin mucha trabazón, agrupan breves máximas. Se añaden al libro dos apéndices: un himno de acción de gracias, Sir_51:1-12 , y un poema sobre la búsqueda de la sabiduría, Sir_51:13-30 . El texto hebreo de este último trozo se ha encontrado en una cueva de Qumrán, incluido en un manuscrito del Salterio; este descubrimiento confirma que al principio existió por separado antes de su agregación al Eclesiástico.

La doctrina es tan tradicional como la forma. La sabiduría que predica Ben Sirá viene del Señor, su principio es el temor de Dios, forma a la juventud y procura la felicidad. Tiene las mismas incertidumbres que Job y el Eclesiastés sobre el destino humano y el problema de las sanciones. Tiene fe en la retribución, siente la importancia trágica de la hora de la muerte, pero no sabe aún cómo pagará Dios a cada uno según sus obras. Sobre la naturaleza misma de la Sabiduría divina, Sir_24:1-22 , prolonga las intuiciones de los Proverbios y de Job.

Pero Ben Sirá es un innovador cuando identifica a la Sabiduría con la Ley proclamada por Moisés, Sir_24:23-24 , como también lo hará el poema sapiencial de Baruc, Bar_3:9-4:4; a diferencia, pues, de sus predecesores, integra la sabiduría en la corriente legalista. Más aún, ve la observancia de la Ley en una práctica del culto, Sir_35:1-10 ; es un fervoroso ritualista.

Y también, a diferencia de los antiguos sabios, Ben Sirá medita sobre la Historia de Salvación, 44:1-49:16. Hace desfilar a las grandes figuras del Antiguo Testamento, desde Henoc hasta Nehemías. De tres de ellos, Salomón (a pesar de ser el primer sabio), Roboán y Jeroboán, emite el mismo severo juicio que la historia deuteronómica y, como ésta, condena en bloque a todos los reyes, excepto a David, Ezequías y Josías. Pero se siente orgulloso del pasado de su pueblo, se detiene sobre todo en los santos y recuerda los prodigios que Dios realizó por medio de ellos. Dios hizo con Noé, Abrahán, Jacob, Moisés, Aarón, Pinjás y David una alianza, que sin duda abarca a todo el pueblo, pero que asegura privilegios duraderos a ciertas familias, sobre todo sacerdotales. Porque siente hondamente el honor del sacerdocio, en su galería de antepasados concede un rasgo excepcional a Aarón y Pinjás, y concluye con el entusiasta elogio de un contemporáneo, el sumo sacerdote Simón. Evoca las glorias pasadas con cierta melancolía pensando en el presente, y a propósito de los Jueces y de los Profetas Menores, desea que «reflorezcan sus huesos en su tumba», Sir_46:12 ; Sir_49:10 , que tengan sucesores. Escribe en vísperas de la sublevación de los Macabeos, y si la ha vivido, ha podido pensar que sus deseos han sido escuchados.

En esta Historia de Salvación, Ben Sirá, que pone de relieve la noción de Alianza, no deja, por decirlo así, ningún resquicio para la esperanza en una salvación futura. Es verdad que en su oración de Sir_36:1-17 recuerda a Dios sus promesas y le pide que tenga misericordia de Sión y reúna las tribus de Jacob. Pero esta expresión de un nacionalismo profético es excepcional en el Sirácida. Como auténtico sabio, parece haberse resignado a la situación, humillante, pero apacible, a la que su pueblo se veía reducido. Confía en que llegará la liberación, pero ésta será el premio de la fidelidad a la Ley, no la obra de un Mesías salvador. Ben Sirá es el último testigo canónico de la sabiduría judía en Palestina. Es el representante por excelencia de aquellos jasidim, los «piadosos» del Judaísmo, ver 1Ma_2:42 *, que pronto defenderán su fe contra la persecución de Antíoco Epífanes y que mantendrán en Israel islotes fieles en los que germinará la predicación de Cristo. Aunque no fue aceptado en el canon hebreo, el Eclesiástico aparece frecuentemente citado en los escritos rabínicos; en el Nuevo Testamento, la epístola de Santiago toma de él muchas expresiones, el evangelio de San Mateo se refiere a él varias veces, y, hoy todavía, la liturgia se hace eco de esta antigua tradición de sabiduría.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Eclesiástico 37,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_6:5-17

[2] Pro_20:6


Eclesiástico 37,3
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_17:31; Sir_21:11; Gén_3:22; Gén_4:7

NOTAS

37:3 «saliste», lit. «fuiste enrollado, implicado (en algo)»; la palabra, quizá mal transcrita o alterada por una corrección teológica, está interpretada según el hebr.: «Ay del malvado que dice: ¿Por qué he sido creado?» -La «intención perversa» que lleva al hombre al mal es un elemento importante de la teología rabínica.

Eclesiástico 37,4
NOTAS

37:4 Hebr.: «El mal amigo se aprovecha de la mesa y en el momento de la adversidad se mantiene alejado».

Eclesiástico 37,5
NOTAS

37:5 Lit. «en interés de su vientre». -Los vv. Sir_37:4-5 ofrecen el contraste entre dos compañeros: uno huye en el momento del peligro, el otro sigue fiel. Sir_37:5 hebr. hace más claro el contraste: «El buen amigo combate contra el enemigo y contra los adversarios toma el escudo.»

Eclesiástico 37,6
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_27:10

Eclesiástico 37,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_6:6

Eclesiástico 37,8
NOTAS

37:8 Texto dudoso. Hebr.: «¿por qué habría de aprovecharle esto?»

Eclesiástico 37,11
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_20:14

NOTAS

37:11 La exposición que sigue ilustra Sir_37:7-8 aduciendo el ejemplo de los consejeros que tienen interés personal en los consejos que pueden dar.

Eclesiástico 37,12
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_9:15

NOTAS

37:12 Hebr.: «el que está en el temor (de Dios)», ver Pro_1:7+. Para Ben Sirá, el temor de Dios está por encima de todas las sabidurías profanas.

Eclesiástico 37,15
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_16:9

Eclesiástico 37,16
NOTAS

37:16 O «la razón» (logos). En este contexto, la palabra es la expresión de la sabiduría creadora.

Eclesiástico 37,17
NOTAS

37:17 Según el hebr.; griego: «Como señal de cambio de corazón cuatro partes aparecen.»

Eclesiástico 37,18
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Pro_18:21

Eclesiástico 37,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sir_9:18

NOTAS

37:20 Hebr.: «19 Hay quien es sabio y obra sabiamente para los demás, y para sí mismo es un necio. 20 Hay sabio que es aborrecido por sus palabras; será privado de todo banquete exquisito.»

Eclesiástico 37,22
NOTAS

37:22 Hebr.: «son para su cuerpo».

Eclesiástico 37,23
NOTAS

37:23 Hebr.: «Hay quien es sabio para la gente de su pueblo y los frutos de su inteligencia son para ellos».

Eclesiástico 37,28
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Co_3:2; 1Co_6:12; 1Co_10:23; Heb_5:12