Baruc 6 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 72 versitos |
1 Por los pecados que habéis cometido contra Dios vais a ser deportados a Babilonia por su rey, Nabucodonosor.
2 Llegados a Babilonia, permaneceréis allí muchos años, un largo periodo de siete generaciones; pero después yo os sacaré de allí en paz.
3 En ese tiempo veréis en Babilonia dioses de plata, oro y madera, que son transportados a hombros y que infunden temor a los paganos.
4 Tened cuidado, no vayais a imitar también vosotros a esos extranjeros y os domine el temor hacia ellos.
5 Cuando veáis a la multitud delante y detrás de ellos adorándolos, decid entonces en vuestro interior: «A ti solo hay que adorar, Señor,»
6 pues mi ángel os acompaña y protege vuestras vidas.
7 La lengua de esos dioses ha sido modelada por un artesano y, aunque están recubiertos de oro y plata, son falsos y no pueden hablar.
8 Como se hace con una joven presumida, ellos toman oro y tejen coronas para las cabezas de sus dioses.
9 A veces los sacerdotes roban a sus dioses oro y plata y lo gastan en su propio beneficio e incluso se lo dan a las prostitutas sagradas.
10 A esos dioses de plata, oro y madera también los adornan con vestidos, como si fuesen hombres; pero no se libran ni de la roña ni de la polilla.
11 Y aunque los visten con mantos de púrpura, tienen que limpiarles la cara del polvo de los templos que se les acumula encima.
12 Algunos empuñan cetros como jueces de distrito, pero no pueden castigar a quien los ofende.
13 Otros llevan en sus manos espadas y hachas, pero no pueden defenderse de la guerra ni de los ladrones.
14 Con ello se demuestra que no son dioses. Por tanto, no los temáis.
15 Como cacharros domésticos que, cuando se rompen, ya no sirven, así son los dioses que entronizan en sus templos.
16 Tienen los ojos llenos del polvo que levantan los pies de los que entran.
17 Igual que se encierra a cal y canto a los condenados a muerte por delitos contra el rey, los sacerdotes refuerzan sus templos con portones, cerrojos y barrotes, para que no sean saqueados por los ladrones.
18 Les encienden más luces que las que ellos mismos usan, aunque los dioses no pueden ver ni una sola.
19 Son como las vigas de las casas cuyo interior, según se dice, está carcomido. Tampoco se dan cuenta de los bichos de la tierra que los devoran a ellos y a sus vestidos.
20 Tienen la cara ennegrecida por los humos del templo.
21 Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean murciélagos, golondrinas y otros pájaros, igual que los gatos.
22 De donde se deduce que no son dioses. Por tanto, no los temáis.
23 El oro que los recubre y adorna no podría brillar si no le limpiasen el óxido; y ni siquiera sentían cuando eran fundidos.
24 Fueron comprados a precios carísimos, aunque no tienen vida.
25 Como no tienen pies, son llevados a hombros, mostrando a los hombres su propia deshonra. También quedan abochornados sus servidores, porque si se caen al suelo, hay que levantarlos;
26 si los ponen de pie, no pueden moverse por sí mismos; si los reclinan, no pueden enderezarse; y cuando les hacen ofrendas son como muertos.
27 Los sacerdotes venden sus víctimas para provecho propio; lo mismo que sus mujeres las ponen en conserva, sin repartir nada a pobres y enfermos. Incluso tocan sus víctimas las que están con la regla y las recién paridas.
28 Deduciendo de todo esto que no son dioses, no los temáis.
29 ¿Cómo se les puede llamar dioses, cuando son las mujeres las que presentan ofrendas ante estos dioses de plata, oro y madera?
30 En sus templos los sacerdotes los transportan con las túnicas rotas, con el pelo y la barba rapados y con la cabeza descubierta.
31 Y gritan chillando ante sus dioses, como se hace en los banquetes fúnebres.
32 Los sacerdotes los despojan de sus vestidos para vestir a sus mujeres y a sus hijos.
33 Si alguien les hace mal o bien, no pueden devolverle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey,
34 como tampoco dar riquezas ni dinero. Y si alguien les hace un voto y no lo cumple, no le piden cuentas.
35 Jamás libran a nadie de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.
36 No pueden devolver la vista al ciego, ni librar a nadie de su apuro.
37 No se compadecen de la viuda ni favorecen al huérfano.
38 Estos objetos de madera recubiertos de oro y plata se parecen a las piedras del monte, y sus servidores quedarán abochornados.
39 ¿Cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses?
40 Más aún, los mismos caldeos los deshonran cuando, al ver a un mudo que no puede hablar, lo presentan a Bel, pidiéndole que le conceda el habla, como si él pudiera enterarse.
41 Y ni siquiera ellos, que lo saben, son capaces de abandonar a sus dioses que no pueden sentir.
42 Las mujeres, ceñidas con cuerdas, se sientan junto a los caminos quemando salvado como incienso
43 y cuando alguna de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, se burla de la vecina que no ha sido escogida como ella, porque no han roto su cuerda.
44 Todo lo que hacen es mentira. ¿Cómo, pues, se puede creer o decir que son dioses?
45 Han sido fabricados por artesanos y orfebres y sólo son lo que quieren sus creadores.
46 Sus mismos fabricantes no viven mucho tiempo. ¿Cómo van a ser dioses los objetos que han fabricado?
47 Sólo han legado a la posteridad mentira y deshonra.
48 Cuando sobreviene alguna guerra o catástrofe, los sacerdotes deliberan entre sí dónde esconderse con ellos.
49 ¿Cómo no darse cuenta de que no son dioses los que no pueden salvarse a sí mismos de guerras y catástrofes?
50 Si sólo son objetos de madera recubiertos de oro y plata, habrá que reconocer que no son más que fraude. A todos los pueblos y reyes quedará patente que no son dioses, sino manufactura humana, incapaces de realizar acción divina alguna.
51 ¿A quién, pues, no resulta evidente que no son dioses?
52 No pueden poner reyes en los países, ni enviar la lluvia a los hombres;
53 no pueden emitir sentencias, ni discernir, ni defender al agraviado, porque son impotentes. Son como grajos entre el cielo y la tierra.
54 Si se declara un incendio en el templo de estos dioses de madera recubiertos de oro y plata, sus sacerdotes huirán para ponerse a salvo, pero ellos se abrasarán como las vigas maestras.
55 No pueden hacer frente a rey ni a enemigos.
56 ¿Cómo, pues, admitir o creer que son dioses?
57 Estos dioses de madera recubiertos de oro y plata no se libran de ladrones y bandidos. Como son más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y los vestidos que los cubren, y desaparecen con el botín, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos.
58 De modo que vale más un rey que demuestra su propio valor, o un cacharro útil en casa, que sirve a su dueño, que estos dioses falsos. Vale más una puerta que protege cuanto hay en una casa, que estos dioses falsos. Vale más una columna de madera en un palacio, que estos dioses falsos.
59 Porque el sol, la luna y las estrellas brillan y cumplen la tarea encomendada.
60 Igualmente, cuando el relámpago aparece, es bien visible. Asimismo el viento sopla en todos sitios.
61 Cuando las nubes reciben de Dios la orden de recorrer toda la tierra, cumplen lo ordenado; y el fuego, enviado desde arriba a consumir montes y bosques, hace lo que se le manda.
62 Pero esos dioses no son comparables a estas cosas ni en apariencia ni en poder.
63 Por tanto, no se puede creer ni afirmar que sean dioses, puesto que son incapaces de hacer justicia y de favorecer a los hombres.
64 Sabiendo, pues, que no son dioses, no los temáis.
65 No pueden maldecir ni bendecir a los reyes.
66 No pueden mostrar a las naciones señales celestes, ni brillar como el sol, ni alumbrar como la luna.
67 Las bestias valen más que ellos, porque pueden protegerse a sí mismas, poniéndose a cubierto.
68 De ningún modo se nos demuestra que sean dioses; así que no los temáis.
69 Como espantajo en melonar, que no guarda nada, así son sus dioses de madera recubiertos de oro y plata.
70 Estos dioses se parecen al espino de un huerto, en el que se posa cualquier pájaro, o a un cadáver tirado en la oscuridad.
71 Por la púrpura y el lino que se les pudre encima, deduciréis que no son dioses. Ellos mismos terminarán carcomidos y serán la deshonra del país.
72 En conclusión, vale más un hombre justo, que no tiene ídolos; pues nunca sufrirá tal deshonra.

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Introducción a Baruc

LIBRO DE BARUC

Introducción
Este pequeño libro es atribuido, ya en su mismo título, a Baruc, hijo de Nerías ( Bar_1:1 ), el secretario y ocasional portavoz del profeta Jeremías ( Jer_32:12-13 , Jer_32:16 ; Jer_36:4 ss; Jer_45:1 ss). Esta relación es la que seguramente ha motivado la inclusión de Baruc dentro del cuerpo de ;iaescritos jeremianos;ic, entre Jr Lam, en la versión griega de los LXX; y tras Jr Lam, en la Vulgata, que a su vez incorpora la Carta de Jeremías como capítulo conclusivo de Baruc. Se trata de un escrito deuterocanónico, desconocido en la Biblia hebrea, pero que deja entrever inequívocos rasgos semíticos.

En cuanto a su composición, el libro introduce una solemne liturgia penitencial desarrollada en tres actos o momentos: confesión, meditación y exhortación. Tras la aparente unidad se revela una estructura artificiosa y heterogénea, tanto en lo referente a su temática, como a los géneros o formas literarias que la conforman. Efectivamente, en Baruc se advierten cuatro partes claramente diferenciadas:

1. La Introducción (Bar 1 , 1-14) que presenta la ambientación histórica y el propósito del libro.

2. La oración penitencial (1:15-3:8), que reviste la forma de confesión nacional, con características similares a Esd 9; Neh 9 ; Sal 106 y, especialmente, Dan_9:4-19 . A su vez, la oración incluye una confesión y una súplica.

3. El himno de la sabiduría ( 3:9-4:4) que presenta la forma de una meditación sapiencial y recoge temas y motivos presentes en Pro 8 , Job 28 y Sir 24 .

4. El oráculo de consolación y restauración (4:5-5:9), de inspiración profética, con rasgos de exhortación, lamentación y oráculo de esperanza, e innegables dependencias del Segundo y Tercer Isaías.

No es posible sacar conclusiones firmes de los datos relativos al autor y a la fecha de composición que el libro aporta, ya que unos y otros parecen responder al artificio de la pseudoepigrafía, tan profusamente utilizado en la literatura del AT y consistente en enmascarar tras autores y situaciones paradigmáticos otras circunstancias análogas, aunque distantes. La heterogeneidad de los materiales del libro dificulta su atribución a un único autor o a una misma fecha de composición. En cuanto a la ambientación en los primeros años del exilio babilónico, las referencias históricas relativas a los deportados y a los judíos residentes en Jerusalén difieren sensiblemente de los datos aportados por otras fuentes de carácter histórico o profético. En cambio, podrían muy bien reflejar las circunstancias de las comunidades judías en la última fase de la época helenística (ss. II-I a. C.) y, más concretamente, el desarrollo de una liturgia penitencial conmemorativa de la destrucción del templo.

La llamada Carta de Jeremías es en realidad un alegato apologético contra la idolatría, sin más características epistolares que la denominación del título y la breve introducción que lo preceden. Aunque el escrito reviste la forma de una carta dirigida por Jeremías a los judíos que van deportados a Babilonia, tanto el nombre del autor como las circunstancias son artificios pseudoepigráficos, que parecen inspirarse en Jer_29:1-3 .

Su composición revela una sencilla estructura formada por la introducción (1-7) y diez párrafos, a modo de estrofas, cerrados por un repetitivo estribillo que, con ligeras variantes, reproduce el propósito del escrito: demostrar que los ídolos babilónicos no son dioses ni pueden infundir, por tanto, temor reverencial. Su contenido desarrolla temas tratados o aludidos en Jer_10:1-16 e Isa_44:9-20 y anticipa la amplia reflexión de Sab 13-15 ; sin embargo difiere notoriamente de ellos por su estilo satírico y los motivos burlescos. Las descripciones de los cultos idolátricos pueden remitir tanto a la situación de Babilonia en la época tardía, como a determinadas prácticas idolátricas de Siria y Fenicia en la época helenística.

El escrito parece aludido por 2Ma_2:1-2 y era conocido en Qumrán (se ha encontrado un pequeño fragmento griego de los vv. 43-44, datado en torno al año 100 a. C.). Aunque aparece en la Biblia griega como escrito independiente, la Vulgata incluye la Carta como apéndice de Baruc. Todo ello permite suponer una fecha de composición comprendida entre los siglos IV y II a. C.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Baruc 6,3
NOTAS

6:3 Aquí y en Bar_6:5, alusión a las procesiones babilónicas, en las que se sacaban de sus templos las estatuas de los dioses.


Baruc 6,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Éxo_23:20+

Baruc 6,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_115:4-5

Baruc 6,9
NOTAS

6:9 Las consagradas a la prostitución en los templos babilónicos.

Baruc 6,24
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Isa_46:7

Baruc 6,25
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sab_13:16

Baruc 6,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Lev_12:4; Lev_15:19 s; Lev_20:18

Baruc 6,29
NOTAS

6:29 Cosa que no les permitía la Ley judía.

Baruc 6,31
NOTAS

6:31 Alusión a los cultos que celebraban la muerte y la resurrección anuales de algunas divinidades.

Baruc 6,35
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_68:6 [Sal_68:5]; Sal_146:7-8

Baruc 6,43
NOTAS

6:43 Costumbre relacionada con la prostitución sagrada. -Las fumigaciones de salvado parecen ser un procedimiento mágico con fin afrodisíaco.

Baruc 6,71
NOTAS

6:71 Griego: «mármol», pero esta palabra puede traducir el heb. ses, que significa normalmente «lino», y también «alabastro». Vulg.: «escarlata».