I Macabeos 2 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 70 versitos |
1
II. Matatías desencadena la guerra santa
Matatías y sus hijos.
Por aquel tiempo, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Joarib, dejó Jerusalén y fue a establecerse en Modín.
2 Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gadí;
3 Simón, llamado Tasí;
4 Judas, llamado Macabeo;
5 Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Afús.
6 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,
7 exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es entregada en manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?
8 Ha quedado su templo como hombre sin honor,
9 los objetos que eran su gloria, llevados como botín,
muertos en las plazas sus niños,
y sus jóvenes por espada enemiga.
10 ¿Qué pueblo no ha venido a heredar su reino
y a entrar en posesión de sus despojos?
11 Todos sus adornos le han sido arrancados
y de libre que era, ha pasado a ser esclava.
12 Mirad nuestro santuario,
nuestra hermosura y nuestra gloria,
convertido en desierto;
miradlo profanado de los paganos.
13 ¿Para qué vivir más?»
14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y se entregaron a un profundo dolor.
15
La prueba del sacrificio en Modín.
Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para los sacrificios.
16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus hijos fueron convocados.
17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás bien apoyado de hijos y hermanos.
18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»
19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto de sus padres y acaten sus órdenes,
20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres.
21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.
22 No obedeceremos las órdenes del rey ni nos desviaremos un ápice de nuestro culto.»
23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín, conforme al decreto real.
24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y lo degolló sobre el altar.
25 Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar y destruyó el altar.
26 Emuló en su celo por la Ley la gesta de Pinjás contra Zimrí, el hijo de Salú.
27 Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»
28 Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las montañas.
29
La prueba del sábado en el desierto.
Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad, bajaron al desierto para establecerse allí
30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males duramente los oprimían.
31 La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del desierto.
32 Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se prepararon para atacarles el día del sábado.
33 Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis vuestras vidas.»
34 Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del rey de profanar el día de sábado.»
35 Asaltados al instante,
36 no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas. Dijeron:
37 «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra son testigos de que nos matáis injustamente.»
38 Los atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos y ganados: unas mil personas.
39
Actividades de Matatías y su partido.
Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.
40 Pero se dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra los paganos por nuestras vidas y nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra.»
41 Aquel mismo día tomaron el siguiente acuerdo: «A todo aquel que venga a atacarnos en día de sábado, le haremos frente para no morir todos como murieron nuestros hermanos en las cuevas.»
42 Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas valientes y entregados de corazón a la Ley.
43 Además, todos aquellos que querían escapar de los males, se les juntaron y les ofrecieron su apoyo.
44 Formaron así un ejército e hirieron en su ira a los pecadores, y a los impíos en su furor. Los restantes tuvieron que huir a tierra de paganos buscando su salvación.
45 Matatías y sus amigos hicieron correrías destruyendo altares,
46 obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el territorio de Israel
47 y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus manos:
48 arrancaron la Ley de mano de paganos y reyes, y no consintieron que el pecador se impusiera.
49
Testamento y muerte de Matatías.
Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus hijos:
«Ahora reina la insolencia y la reprobación,
es tiempo de ruina y de violenta Cólera.
50 Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley;
dad vuestra vida por la alianza de nuestros padres.
51 Recordad las gestas que en su tiempo realizaron nuestros padres;
alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre.
52 ¿No fue hallado Abrahán fiel en la prueba
y se le reputó por justicia?
53 José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley
y vino a ser señor de Egipto.
54 Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo,
alcanzó la alianza de un sacerdocio eterno.
55 Josué, por cumplir su mandato,
llegó a ser juez en Israel.
56 Caleb, por su testimonio en la asamblea,
obtuvo una herencia en esta tierra.
57 David, por su piedad,
heredó un trono real para siempre.
58 Elías, por su ardiente celo por la Ley,
fue arrebatado al cielo.
59 Ananías, Azarías, Misael, por haber tenido confianza,
se salvaron de las llamas.
60 Daniel, por su rectitud,
escapó de las fauces de los leones.
61 Advertid, pues, que de generación en generación
todos los que esperan en Él jamás sucumben.
62 No temáis amenazas de hombre pecador:
su gloria parará en estiércol y gusanos;
63 estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará:
habrá vuelto a su polvo
y sus maquinaciones se desvanecerán.
64 Hijos, sed fuertes y manteneos firmes en la Ley,
que en ella hallaréis gloria.
65 Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es hombre sensato; escuchadle siempre: él será vuestro padre.
66 Tenéis a Judas Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe de vuestro ejército y dirigirá la guerra contra los pueblos.
67 Vosotros, atraeos a cuantos observan la Ley, vengad a vuestro pueblo,
68 devolved a los paganos el mal que os han hecho y observad los preceptos de la Ley.»
69 A continuación, los bendijo y fue a reunirse con sus antepasados.
70 Murió el año ciento cuarenta y seis y fue sepultado en Modín, en el sepulcro de sus padres. Todo Israel hizo gran duelo por él.

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Introducción a I Macabeos

LOS LIBROS DE LOS MACABEOS

Introducción
Los dos libros de los Macabeos no formaban parte del canon de la Escritura de los judíos, pero han sido reconocidos por la Iglesia cristiana como inspirados (libros deuterocanónicos). Se refieren a la historia de las luchas sostenidas contra los soberanos seléucidas para conseguir la libertad religiosa y política del pueblo judío. El título les viene del sobrenombre de Macabeo dado al héroe principal de esta historia, 1Ma_2:4 , y que también se aplicó a sus hermanos.

El Primer libro de los Macabeos fija en su introducción, 1-2 , los adversarios que se enfrentan: el helenismo invasor, que halla cómplices en algunos judíos, y la reacción de la conciencia nacional, adherida a la Ley y al Templo. Por un lado, Antíoco Epífanes que profana el Templo y desencadena la persecución; por el otro, Matatías que lanza el grito de guerra santa. El cuerpo del libro se divide en tres partes, consagradas a las actividades de los tres hijos de Matatías que sucesivamente se ponen a la cabeza de la resistencia. Judas Macabeo (166-160 a. C.), 3:1-9:22, obtiene una serie de victorias sobre los generales de Antíoco, purifica el Templo y logra para los judíos la libertad de vivir conforme a sus costumbres. Bajo Demetrio I, las intrigas del sumo sacerdote Alcimo le crean dificultades, pero continúan sus éxitos militares, y Nicanor, que quería destruir el Templo, es derrotado y muerto. Judas busca la alianza de los romanos para asegurar sus posiciones. Muere en el campo de batalla. Le sucede su hermano Jonatán (160-142), 9:23-12:53. Las maniobras políticas alcanzan entonces mayor importancia que las operaciones militares. Jonatán se aprovecha con habilidad de las rivalidades de los que pretenden el trono de Siria: es nombrado sumo sacerdote por Alejandro Balas, reconocido por Demetrio II y confirmado por Antíoco VI. Trata de concertar alianza con los romanos y los espartanos. Va dilatándose el territorio sometido a su control y parece asegurada la paz interior, cuando Jonatán cae en manos de Trifón, que le hace morir, así como al joven Antíoco VI. El hermano de Jonatán, Simón (142-134), 13:1-16:24, apoya a Demetrio II, que recupera el poder. Demetrio, y luego Antíoco VII, le reconocen como sumo sacerdote, estratega y etnarca de los judíos. Con esto, está ya conseguida la autonomía política. Estos títulos le son confirmados por un decreto del pueblo. Se renueva la alianza con los romanos. Es una época de paz y prosperidad. Pero Antíoco VII se vuelve contra los judíos, y Simón, con dos de sus hijos, es asesinado por su yerno, que creía hacer con esto un servicio al soberano.

La narración, pues, abarca cuarenta años, desde la subida de Antíoco Epífanes, el año 175, hasta la muerte de Simón, a quien sucede Juan Hircano, el 134 a. C. Se escribió en hebreo, pero sólo se conserva en una traducción griega. Su autor es judío de Palestina y ha compuesto su obra después del 134, pero antes de la toma de Jerusalén por Pompeyo el 63 a. C. Las últimas líneas del libro, 1Ma_16:23-24 , indican que fue escrito hacia el final del reinado de Juan Hircano, como fecha más temprana, probablemente hacia el año 100 a. C. Es un documento precioso para la historia de aquel tiempo, siempre que se tenga en cuenta el género literario, imitación de las antiguas crónicas de Israel, y las intenciones del autor. Porque, por mucho que se extienda en narrar los sucesos de la guerra y las intrigas políticas, el autor quiere relatar una historia religiosa. Considera las desgracias de su pueblo como castigo del pecado y atribuye a la asistencia de Dios los éxitos de sus adalides. Es un judío celoso de su fe y ha comprendido que ésta era la que estaba en juego en la lucha entre la influencia pagana y las costumbres de los padres. Es, pues, un decidido adversario de la helenización y se siente lleno de admiración por los héroes que han combatido por la Ley y por el Templo, y que han conquistado para el pueblo la libertad religiosa y luego la independencia nacional. Es el cronista de una lucha en que se salvó el Judaísmo, portador de la Revelación.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Macabeos 2,1
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Cr_24:7

NOTAS

2 La persecución provoca un sobresalto en la conciencia religiosa. La oposición al helenismo adquiere la forma de intervenciones brutales, 1Ma_2:15-28, o de resistencia pasiva, 1Ma_2:29-38, y, finalmente, de guerra santa, ya con Matatías, 1Ma_2:39-48, y sobre todo con Judas Macabeo, 3-5. Éste había comprendido que la conservación de la religión estaba vinculada a la independencia nacional, y por eso prosiguió la lucha, aun después de que se hubo reconocido la libertad religiosa, 1Ma_6:57-62. Pero esta trasposición del conflicto al terreno político abría las puertas a compromisos y luchas de partido, que ocupan todo el final del libro, y acabarán por suplantar las preocupaciones religiosas y desacreditarán a los Asmoneos, sucesores de los Macabeos, a los ojos de los hombres verdaderamente religiosos.

2:1 Jefe de la primera de las veinticuatro clases sacerdotales; la de Yedaías, antepasado de los Oníadas según Josefo, era solamente la segunda, ver 1Cr_24:7. Pero esta preeminencia puede deberse a un arreglo del texto después de la consecución por los Macabeos del soberano sacerdocio, 1Ma_10:20.


I Macabeos 2,5
NOTAS

2:5 Los sobrenombres de Gadí, Avarán, Afús, pueden significar «el Afortunado», «el Despierto», «el Favorito»; Macabeo puede significar: «que tiene la cabeza en forma de martillo», o ser una forma abreviada de Maqqabyahu, «la designación de Yahvé», con fundamento en Isa_62:2. Sobre el sentido de «Tasí» no hay nada seguro.

I Macabeos 2,8
NOTAS

2:8 «sin honor» adoxos mss griegos y lat.; «noble» endoxos griego. El texto primitivo diría «no noble» (hebraísmo) y la negación habría caído por accidente o por escrúpulos.

I Macabeos 2,18
NOTAS

2:18 Distinción honorífica, heredada de la corte de Persia; abarcaba varios grados. Los «amigos del rey» tenían acceso al soberano, que en ocasiones les confiaba algunos cargos, ver 1Ma_3:38; 1Ma_7:8; 1Ma_10:16, 1Ma_10:20, 1Ma_10:60, 1Ma_10:65; 1Ma_11:27, 1Ma_11:57; 1Ma_14:39; 1Ma_15:28; 2Ma_8:9.

I Macabeos 2,24
NOTAS

2:24 Lit. «(una cólera) conforme a la Ley», ver Deu_13:7-12 [Deu_13:6-11]. -El celo de la Ley es característico de la piedad de la época. En el siglo siguiente tomará un giro más político con el partido de los Zelotas.

I Macabeos 2,26
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_25:6-15

I Macabeos 2,27
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Ma_5:27

I Macabeos 2,32
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] |2Ma_6:11

I Macabeos 2,34
NOTAS

2:34 Éxo_16:29 prohíbe salir de casa el día de sábado, ver Éxo_20:8+; uno de los textos de Qumrán, el Documento de Damasco, fija, según Núm_35:4 s, en mil codos el camino del sábado fuera de la ciudad, en dos mil si se trata de apacentar un rebaño, y prácticamente excluye toda actividad, ver Neh_13:15 s. En realidad, los sublevados pronto comprenderán que incluso en día de sábado deberán defenderse, 1Ma_2:40 s, y Jesús dirá que «el sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado», Mar_2:27.

I Macabeos 2,42
NOTAS

2:42 Forma helenizada del hebr. jasîdîm, los «Piadosos»: comunidad de judíos adheridos a la Ley; resistieron al influjo pagano desde antes de los macabeos, y se convirtieron en tropas de choque de Judas, 2Ma_14:6, pero sin adherirse a la política de los asmoneos, ver 1Ma_7:13. Según Josefo, durante el principado de Jonatán, hacia el 150, se dividieron en fariseos (Mat_3:7+; Hch_4:1+) y esenios, mejor conocidos desde los descubrimientos de Qumrán (ver Ant. XIII, 17s).

I Macabeos 2,48
NOTAS

2:48 Lit. «no dieron un cuerno al pecador»; sobre este símbolo bíblico de fuerza, ver Sal_18:3+ [Sal_18:2]; ver también Dn 7-8.

I Macabeos 2,49
NOTAS

2:49 Este testamento evoca el elogio de los Padres de Si 44-50.

I Macabeos 2,52
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén_15:6+

I Macabeos 2,53
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Gén 37; Gén 39-41

I Macabeos 2,54
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_25:6-13

NOTAS

2:54 El autor relaciona al sumo sacerdote contemporáneo, Simón II, con Eleazar, hijo de Aarón y padre de Pinjás, de quien procedían Sadoc y los Oníadas: no le parece, pues, dudosa la legitimidad del sacerdocio asmoneo.

I Macabeos 2,55
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos passim

I Macabeos 2,56
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_13:30; Núm_14:24

I Macabeos 2,57
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 2Sa 7

I Macabeos 2,58
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] 1Re_19:10; 1Re_19:14; 2Re_2:22-12; Dan 3

I Macabeos 2,60
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Dan 6

I Macabeos 2,62
NOTAS

2:62 Probablemente Antíoco Epífanes, ver 1Ma_1:10 (y 1Ma_2:48?); 2Ma_9:9.

I Macabeos 2,65
NOTAS

2:65 Simeón es el nombre semítico del segundo hijo de Matatías, ver 1Ma_2:2, mientras que Simón es nombre griego, escogido por su homofonía. -A pesar de su edad y sus cualidades, sólo será el tercero en ponerse a la cabeza del pueblo, ver cap. 13.