Genesis 19 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 38 versitos |
1

El pecado de Sodoma
Jue 19,20-25; Sab 19,13-17

Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot, que estaba sentado a la puerta de la ciudad, al verlos se levantó a recibirlos y se postró rostro en tierra.
2 Y dijo:
– Señores míos, les ruego que pasen a hospedarse a la casa de este servidor. Lávense los pies y por la mañana seguirán su camino.
Contestaron:
– No; pasaremos la noche en la plaza.
3 Pero él insistió tanto, que pasaron y entraron en su casa. Les preparó comida, coció panes y ellos comieron.
4 Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad rodearon la casa: jóvenes y viejos, toda la población hasta el último.
5 Y le gritaban a Lot:
–¿Dónde están los hombres que han entrado en tu casa esta noche? Sácalos para que nos acostemos con ellos.
6 Lot se asomó a la entrada, cerrando la puerta al salir,
7 y les dijo:
– Hermanos míos, no sean malvados.
8 Miren, tengo dos hijas que aún no han conocido varón alguno; se las traeré para que las traten como quieran, pero no hagan nada a estos hombres que se han hospedado bajo mi techo.
9 Contestaron:
– Apártate de ahí; este individuo ha venido como inmigrante y ahora se mete a juez. Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.
10 Y empujaban a Lot intentando forzar la puerta. Pero los visitantes alargaron el brazo, metieron a Lot en casa y cerraron la puerta.
11 Y a los que estaban junto a la puerta, pequeños y grandes, los cegaron, de modo que no podían encontrar la puerta.
12

Liberación de Lot

Los visitantes dijeron a Lot:
–¿Tienes más familiares aquí? Toma a tus yernos, hijos, hijas, a todos los tuyos y todo lo que tengas en esta ciudad y sácalos de este lugar.
13 Vamos a destruir este lugar, porque la acusación presentada al Señor contra este sitio es muy seria, y el Señor nos ha enviado para destruirlo.
14 Lot salió a decirles a sus yernos – prometidos de sus hijas– :
– Vamos, salgan de este lugar, que el Señor va a destruir la ciudad.
Pero ellos lo tomaron a broma.
15 Al amanecer, los ángeles apuraron a Lot:
– Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de la ciudad.
16 Y como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad.
17 Una vez fuera, le dijeron:
– Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la región baja; ponte a salvo en los montes para no perecer.
18 Lot les respondió:
– No, señores, por favor.
19 Sé que gozo del favor de ustedes, porque me han salvado la vida tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré.
20 Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.
21 Uno de ellos le contestó:
– Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices.
22 Apúrate, ponte a salvo allí, porque no puedo hacer nada hasta que llegues.
Por eso la ciudad se llama Zoar.
23 Cuando Lot llegó a Zoar, salía el sol.
24

Castigo de Sodoma
Dt 29,23; Is 1,9; Jr 49,18

El Señor desde el cielo hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra.
25 Arrasó aquellas ciudades y toda la región baja con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo.
26 La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
27 Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor.
28 Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la región baja, y vio una humareda que subía del suelo, como el humo de un horno.
29 Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.
30

Las hijas de Lot: origen de moabitas y amonitas
Lv 18

Lot subió de Zoar y se instaló en el monte con sus dos hijas, pues temía habitar en Zoar; de modo que se instaló en una cueva con sus dos hijas.
31 La mayor dijo a la menor:
– Nuestro padre ya es viejo y en el país ya no hay un hombre que se acueste con nosotras como se hace en todas partes.
32 Vamos a emborrachar a nuestro padre y nos acostamos con él: así daremos vida a un descendiente de nuestro padre.
33 Aquella noche embriagaron a su padre y la mayor se acostó con él, sin que él se diese cuenta cuando ella se acostó y se levantó.
34 Al día siguiente la mayor dijo a la menor:
– Anoche me acosté yo con mi padre. Vamos a embriagarlo también esta noche y tú te acuestas con él: así daremos vida a un descendiente de nuestro padre.
35 Embriagaron también aquella noche a su padre, y la menor fue y se acostó con él, sin que él se diese cuenta cuando ella se acostó y se levantó.
36 Quedaron encinta las dos hijas de Lot, de su padre.
37 La mayor dio a luz un hijo y lo llamó Moab, diciendo: De mi padre – es el antecesor de los moabitas actuales– .
38 También la menor dio a luz un hijo y lo llamó Amón diciendo: Hijo de mi pueblo – es el antecesor de los amonitas actuales– .

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 19,1-11El pecado de Sodoma. Es una situación semejante a la del capítulo 18. Los dos ángeles del Señor entran en la ciudad y ante su insistencia se hospedan en casa de Lot. La finalidad del relato es describir con imágenes en qué consistía propiamente el pecado o los pecados de Sodoma: la perversión sexual (5) y la violación del precepto/ley de la hospitalidad (4.9-10a). El versículo 8 refleja hasta qué punto la obligación de proteger la vida del huésped estaba en las antiguas costumbres orientales por encima incluso del honor de la mujer: Lot propone a los agresores de sus huéspedes entregar a sus propias hijas antes que permitir el atropello contra quienes se habían cobijado bajo su techo.


Genesis 19,12-23Liberación de Lot. El castigo de Sodoma es inminente. Sólo Lot, por su parentesco con Abrahán, portador de la bendición, y su familia son beneficiados y se libran del castigo.
Genesis 19,24-29Castigo de Sodoma. Una vez puestos a salvo Lot con los suyos, Sodoma y Gomorra son destruidos con azufre y fuego. Todo este relato, que tiene como eje central la destrucción de estas ciudades, es lo que los especialistas denominan una «etiología», es decir, un relato o una leyenda popular que busca «explicar» el origen de algún fenómeno del que no se tiene un conocimiento «científico». Es verdad que el lugar donde se ambienta la narración es tremendamente árido y desértico. Estamos en las inmediaciones del Mar Muerto, en el extremo sur del desierto de Judá, lugar que recibe la influencia de las continuas emanaciones salinas del Mar Muerto. Allí no brota hierba, no hay vida y el calor es insoportable. La imaginación de los antiguos creó esta leyenda y la enriqueció con personajes emparentados con los antepasados del pueblo, Abrahán, Lot y su familia.
Pero el relato o la etiología también persigue un fin pedagógico. Se trata probablemente de un juicio moral que hace la comunidad contra dos infracciones que se consideran graves para la vida del pueblo: la perversión sexual, cuya legislación positiva la encontramos en Lev_18:22; Lev_20:13; Deu_23:18s, y el descuido respecto a la protección de la vida del emigrante o extranjero a quien había que respetar y amar (Lev_19:33s; Lev_24:22; cfr. Deu_10:18s, etc.).
Así pues, no hay que entender que literalmente hayan existido unas ciudades cuyo pecado atrajo esta forma tan violenta de reacción divina: «Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (Eze_33:11; cfr. 18,22.32). Es la forma como el pueblo iba poco a poco formando su conciencia. Algo similar sucede con la mujer de Lot, convertida en estatua de sal sólo porque en su huida miró hacia atrás (26). Se trata del mismo fenómeno que produce el viento sobre los débiles montículos de arena y sal: los moldea caprichosamente, dando la impresión a distancia de personas en posición estática que hayan quedado petrificadas.
Por tanto, no hay que dar en ningún momento valor literal a estas narraciones, so riesgo de desvirtuar la imagen amorosa y misericordiosa de Dios, cuya preocupación fundamental es la vida, y la vida amenazada.
Genesis 19,30-38Las hijas de Lot: origen de moabitas y amonitas. Este relato también es una etiología, cuyo sentido es explicar las relaciones de Israel con su vecinos Moab y Amón, de alguna manera parientes lejanos, pero en definitiva enemigos (cfr. Nm 22-24; Jue_3:12-14.26-30; Jue_10:6-11, 33 y oráculos proféticos). Las relaciones con estos pueblos nunca fueron cordiales. La hostilidad recíproca y el odio mutuo explican su origen maldito desde el principio: la concepción de sus antecesores se consuma con trampa, mentira e incesto. La legislación bíblica sobre el incesto la hallamos en Lev_18:6-17.