Genesis 20 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 18 versitos |
1

Abrahán en Guerar
12,10-20; 26,1-11

Abrahán levantó el campamento y se dirigió al Negueb, estableciéndose entre Cades y Sur. Mientras residía en Guerar,
2 decía que Sara era hermana suya. Abimelec, rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara.
3 Dios se apareció de noche, en sueños, a Abimelec y le dijo:
– Vas a morir por haber tomado esa mujer que es casada.
4 Abimelec, que no se había acercado a ella, respondió:
– Pero, Señor, ¿vas a matar a un inocente?
5 Si él me dijo que era su hermana, y ella que era su hermano. Lo he hecho de buena fe y con las manos limpias.
6 Dios le replicó en sueños:
– Ya sé yo que lo has hecho de buena fe; por eso no te dejé pecar contra mí ni te dejé tocarla.
7 Pero ahora devuelve esa mujer casada a su marido; él es profeta y rezará por ti para que conserves la vida; pero si no se la devuelves, debes saber que morirás tú con todos los tuyos.
8 Abimelec madrugó, llamó a sus ministros y les contó todo el asunto. Los hombres se asustaron mucho.
9 Después Abimelec llamó a Abrahán y le dijo:
–¿Qué has hecho con nosotros? ¿Qué mal te he hecho para que nos expusieras a mí y a mi reino a cometer un pecado tan grave? Te has portado conmigo como no se debe.
10 Y añadió:
–¿Temías algo para obrar de este modo?
11 Abrahán le contestó:
– Pensé que en este país no respetan a Dios y que me matarían por causa de mi mujer.
12 Además, es realmente hermana mía; de padre, aunque no de madre, y la tomé por mujer.
13 Cuando Dios me hizo vagar lejos de mi casa paterna, le dije: Hazme este favor: en todos los sitios a donde lleguemos, di que soy tu hermano.
14 Entonces Abimelec tomó ovejas, vacas, siervos y siervas y se los dio a Abrahán, devolviéndole además a Sara, su mujer.
15 Y le dijo:
– Ahí tienes mi tierra, vive donde te parezca.
16 Y a Sara le dijo:
– He dado a tu hermano mil pesos de plata; así podrás mirar a la cara a todos los tuyos.
17 Abrahán rezó a Dios y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus concubinas, y dieron a luz.
18 Porque el Señor había cerrado el vientre a todas en casa de Abimelec por causa de Sara, mujer de Abrahán.

Patrocinio

 
 

Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Genesis 20,1-18Abrahán en Guerar. Este pasaje es una versión diferente de los movimientos de Abrahán por tierra cananea. En 12,10-20 se ubica al patriarca en Egipto con una trama similar, mientras que 26,1-11, sin cambiar el sentido del relato, cambia al protagonista: es Isaac quien se queda a vivir en Guerar. Hay tres elementos que se deben subrayar en este pasaje:
1. La posición de la Biblia frente a la antigua costumbre de quienes tenían poder político y económico. Éstos, además de su esposa legítima, tenían concubinas que iban adquiriendo mediante el método que nos describen 12,10-20 y 20,2. La tradición bíblica intenta corregir esta costumbre en el pueblo hebreo.
2. La manera de superar y corregir una antigua práctica en Israel que admite matrimonios en el grado de parentesco que Abrahán le refiere a Abimelec en el versículo 12 (cfr. 2Sa_13:13), práctica que será derogada finalmente mediante la legislación que encontramos en Lev_18:9.11; Lev_20:17.
3. El tercer elemento tiene que ver con el aspecto religioso. El texto constata que Dios también es conocido y respetado fuera del círculo de Abrahán. Abimelec le conoce y le teme, si se quiere, más que el mismo Abrahán. Sin embargo, según el narrador, Abrahán sostiene una relación tan directa, íntima y efectiva con su Dios, que éste declara a Abimelec que sólo la intercesión de Abrahán puede evitarle los males que le podría acarrear haber tomado a Sara.
Esta relación de Abrahán con Dios lo sitúa como profeta (7), cuya intercesión es valedera y eficaz (17s). Refleja el modo de pensar de una época en la cual el pueblo ya tenía una larga experiencia respecto a la figura y al papel de los profetas. No sólo anuncian la Palabra del Señor, sino que además se convierten en intercesores eficaces en momentos críticos (cf 1Sa_7:8; 1Sa_12:19; Jer_37:3; Jer_42:1-4; Amó_7:2-6).