Genesis 21 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1

Nacimiento de Isaac

Como lo había prometido, el Señor se ocupó de Sara, el Señor realizó con Sara lo que había anunciado.
2 Sara concibió y dio un hijo al viejo Abrahán en la fecha que le había anunciado Dios.
3 Al hijo que le había nacido, que había dado a luz Sara, Abrahán lo llamó Isaac.
4 Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios.
5 Cien años tenía Abrahán cuando le nació su hijo Isaac.
6 Sara comentó:
– El Señor me ha hecho bailar: los que se enteren bailarán conmigo.
7 Y añadió:
–¿Quién le hubiera dicho a Abrahán que Sara iba a criar hijos? ¡Porque le he dado un hijo en su vejez!
8 El niño creció y lo destetaron. Abrahán ofreció un gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9 Pero Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de Agar la egipcia jugaba con Isaac,
10 y dijo a Abrahán:
– Expulsa a esa sierva y a su hijo, porque no heredará el hijo de esa sierva con mi hijo, con Isaac.
11 Abrahán se puso muy triste ya que el otro también era su hijo.
12 Pero Dios dijo a Abrahán:
– No te aflijas por el muchacho y por la sierva. En todo lo que te dice haz caso a Sara. Pues es Isaac quien prolongará tu descendencia.
13 Aunque también del hijo de la sierva sacaré un gran pueblo, porque también es descendiente tuyo.
14 Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, los puso en los hombros de Agar y la despidió con el niño. Ella se marchó y fue vagando por el desierto de Berseba.
15 Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas;
16 se apartó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: No puedo ver morir a mi hijo. Y se sentó a distancia. El niño rompió a llorar.
17 Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, preguntándole:
–¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del niño que está ahí.
18 Levántate, toma al niño, estáte tranquila por él, porque sacaré de él un gran pueblo.
19 Dios le abrió los ojos y divisó un pozo de agua; fue allá, llenó el odre y dio de beber al muchacho.
20 Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero;
21 vivió en el desierto de Farán, y su madre le buscó una mujer egipcia.
22

Abrahán y Abimelec
26,15-25

Por aquel tiempo, Abimelec, con Ficol, su capitán, dijo a Abrahán:
– Dios está contigo en todo lo que haces.
23 Por tanto, júrame por Dios, aquí mismo, que no me engañarás ni a mí ni a mi estirpe ni a mi linaje, y que me tratarás a mí y a esta tierra mía donde resides con la misma lealtad con que yo te he tratado.
24 Abrahán respondió:
– Lo juro.
25 Pero Abrahán reclamó a Abimelec por el asunto del pozo del que se habían apoderado sus criados.
26 Abimelec dijo:
– No sé quién lo habrá hecho; tú no me lo habías dicho y hasta hoy no me había enterado.
27 Entonces Abrahán tomó ovejas y vacas, se las dio a Abimelec y los dos hicieron una alianza.
28 Pero Abrahán apartó siete ovejas del rebaño.
29 Abimelec preguntó a Abrahán:
–¿Qué significan esas siete ovejas que has apartado?
30 Respondió:
– Estas siete ovejas que recibes de mi mano son la prueba de que yo cavé este pozo.
31 Por eso el lugar se llama Berseba, porque allí juraron los dos.
32 Concluida la alianza en Berseba, Abimelec, con Ficol, su capitán, se volvieron al país filisteo.
33 Abrahán plantó un tamarisco en Berseba e invocó el Nombre del Señor Dios eterno.
34 Abrahán residió en país filisteo muchos años.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 21,1-21Nacimiento de Isaac. Dos partes bien definidas conforman este texto. La primera (1-8) relata el cumplimiento de la promesa (17,15s) con el nacimiento de Isaac y recoge las palabras de Sara (6s), las primeras en toda la historia del patriarca. El escritor narra el uso patriarcal de poner nombre a los hijos (3), la ley de circuncidar al niño el día octavo (4) y el ofrecimiento de un banquete el día del destete del infante (8), celebrado al parecer como un gran acontecimiento.
No se pone el acento en el cumplimiento de la promesa. El énfasis principal, el eje focal de este relato, está en la segunda parte del presente texto (9-21), donde quedan definidos los destinos de Ismael, en realidad legítimo heredero de Abrahán, y de Isaac, cuya herencia no es legítima sino más bien legitimada. Según la costumbre, el hijo de la concubina podía heredar junto con el hijo de la esclava, o bien podía ser desheredado por el padre. Esto último es lo que pide Sara para Ismael (10). El resto es la narración de una orden divina que recomienda a Abrahán proceder según el capricho de Sara, su mujer (12). Queda establecido que Ismael también participará de la bendición y promesa de una numerosa descendencia que continuará después de Abrahán por medio de Isaac (13b.18).
No hay que tomar este relato como la narración de la suerte que correrán Isaac -pueblo hebreo- e Ismael -ismaelitas o árabes-. Se trata más bien de la constatación de la relación entre ambas etnias, cuyo origen se pierde en el tiempo. El relato es sólo un recurso literario, cuyo sentido es establecer el momento en el cual se origina el sempiterno antagonismo entre estos dos grupos. Lo más lógico y obvio para el narrador es atribuir este asunto a la decisión divina, conforme a lo que ya hemos señalado en otros textos.
La interpretación que estamos haciendo de cada uno de estos pasajes nos revela que aquí se comete una grave injusticia. Dios jamás podría, por su esencia misma de amor, de misericordia y de justicia, propiciar semejante atropello contra una mujer y un niño. Sin embargo, este texto ha servido como justificación a la hora de reivindicar un territorio concreto para el pueblo judío. Es preciso insistir una vez más en que Dios no concede un territorio a un determinado grupo humano ignorando la suerte y los derechos de los otros. Invocar argumentos de tipo religioso para expulsar a pueblos y culturas del lugar que habitan no es propio de nuestro Dios de la vida y la justicia. Todo ser humano necesita una tierra donde crecer y desarrollarse y Dios no se lo niega a nadie.


Genesis 21,22-34Abrahán y Abimelec. Como quiera que Abrahán es el gran patriarca del Sur, es muy importante para el redactor o los redactores del Pentateuco establecer el lugar o los lugares donde Abrahán va fijando su residencia. Recordemos que uno de los propósitos de la reinterpretación de las historias de los patriarcas es precisamente relacionarlas con la época de la monarquía unida y poner la figura del rey en continuidad con los ancestros de Israel y con los lugares de sus andanzas.