Genesis 25 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 34 versitos |
1

Muerte de Abrahán
1 Cr 1,29-32

Abrahán tomó otra mujer, llamada Quetura,
2 la cual le dio hijos: Zimrán, Yoxán, Medán, Madián, Yisbac y Suj.
3 Yoxán engendró a Sebá y Dedán; los hijos de Dedán fueron los asirios, latusios y lemios.
4 Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos descendientes de Quetura.
5 Abrahán hizo a Isaac heredero universal,
6 mientras que a los hijos de las concubinas les dio legados, y todavía en vida los despachó hacia el país de oriente, lejos de su hijo.
7 Abrahán vivió ciento setenta y cinco años.
8 Abrahán expiró y murió en buena vejez, colmado de años, y se reunió con los suyos.
9 Isaac e Ismael, sus hijos, lo enterraron en la cueva de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Sojar, el hitita, frente a Mambré.
10 En el campo que compró Abrahán a los hititas fueron enterrados Abrahán y Sara, su mujer.
11 Muerto Abrahán, Dios bendijo a su hijo Isaac, y éste se estableció en: Pozo del que vive y ve.
12 Descendientes de Ismael, hijo de Abrahán y Agar, su criada egipcia.
13 Nombres de los hijos de Ismael por orden de nacimiento: Nebayot el primogénito, Quedar, Adbeel, Mibsán,
14 Mismá, Dumá, Masá.
15 Jadad, Temá, Yetur, Nafís y Quedma.
16 Éstos son los hijos de Ismael y sus nombres por cercados y campamentos: doce jefes de tribu.
17 Ismael vivió ciento treinta y siete años. Expiró, murió y se reunió con los suyos.
18 Ellos se extendieron desde Javilá hasta Sur, junto a Egipto, según se llega a Asur; se instaló frente a sus hermanos.
19

Ciclo Patriarcal: Isaac
Descendencia de Isaac

Descendientes de Isaac, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac.
20 Cuando Isaac tenía cuarenta años, tomó por esposa a Rebeca, hija de Betuel, arameo de Padán Aram, y hermana de Labán, arameo.
21 Isaac rezó a Dios por su mujer, que era estéril. El Señor le escuchó y Rebeca, su mujer, quedó embarazada.
22 Pero las criaturas se maltrataban en su vientre y ella dijo:
– En estas condiciones, ¿vale la pena vivir?
Y fue a consultar al Señor.
23 El Señor le respondió:
– Dos naciones hay en tu vientre,
dos pueblos se separan
en tus entrañas:
un pueblo vencerá al otro
y el mayor servirá al menor.
24 Cuando llegó el parto, resultó que tenía gemelos en el vientre.
25 Salió primero uno, todo pardo y peludo como un manto, y lo llamaron Esaú.
26 Detrás salió su hermano, agarrando con la mano del talón de Esaú, y lo llamaron Jacob. Tenía Isaac sesenta años cuando nacieron.
27 Crecieron los chicos. Esaú se hizo un experto cazador, hombre agreste, mientras que Jacob se hizo honrado beduino.
28 Isaac prefería a Esaú porque le gustaban los platos de caza, Rebeca prefería a Jacob.
29 Un día que Jacob estaba guisando un potaje, volvía Esaú agotado del campo.
30 Esaú dijo a Jacob:
– Déjame comer un poco de esa comida rojiza, que estoy agotado – por eso le llaman Edom– .
31 Respondió Jacob:
– Véndeme ahora mismo tus derechos de primogenitura.
32 Esaú replicó:
– Yo estoy que me muero: ¿qué me importan los derechos de primogénito?
33 Dijo Jacob:
– Júramelo ahora mismo.
Se lo juró y vendió a Jacob sus derechos de primogénito.
34 Jacob dio a Esaú pan con guiso de lentejas. Él comió, bebió, se alzó, se fue y así malvendió Esaú sus derechos de primogénito.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 25,1-18Muerte de Abrahán. Los versículos 1-6 narran en forma de genealogía la manera como Abrahán continúa multiplicando su descendencia después de la muerte de Sara. Es la manera literaria como queda registrado el parentesco del pueblo israelita con otros pueblos o tribus vecinas con algunas de las cuales ciertamente no hay demasiada afinidad, pero al fin y al cabo parentesco. Se reconoce esta cercanía familiar, pero se subraya que «Abrahán hizo a Isaac heredero universal, mientras que a los hijos de las concubinas les dio legados, y todavía en vida los despachó hacia el país de oriente, lejos de su hijo» (5s).
Los versículos 7-10 nos dan cuenta de la muerte y sepultura de Abrahán de una forma simple y sencilla. Estos breves versículos señalan dos aspectos fundamentales: 1. La calidad de vida del patriarca, explicitada por el número de años y por las expresiones «buena vejez», «colmado de años» y «se reunió con los suyos». No era buen signo morir joven, se consideraba maldición, fruto de una vida no agradable a Dios (cfr. 38,6-10). La «vejez buena» o haber sido «colmado de años» indicaba bendición; el que vivía mucho era porque además poseía abundancia y prosperidad materiales, signos inequívocos -para la mentalidad bíblica- de bendición divina. 2. La segunda idea queda subrayada en la forma como se insiste en el lugar de la sepultura y la calidad del dueño del campo en el que es sepultado.
Los versículos 12-18 retoman el tema de Ismael, quien había desaparecido de escena desde que fue expulsado con su madre por parte de Abrahán a instancias de Sara. Quedó dicho en 21,13 que también él sería padre de multitudes; ahora, llegado el momento de establecer los jefes de tribus de esa numerosa descendencia, el redactor se cuida de anteponer el aviso de que quien posee la bendición es Isaac (11).
La noticia de la muerte de Ismael es más simple aún que la de Abrahán. De hecho, se utiliza la misma expresión: el número de años, expiró, murió y se reunió con los suyos, sin indicar el lugar de la sepultura. La ubicación de la descendencia ismaelita «desde Javilá hasta Sur, junto a Egipto» (18) no indica propiamente la posesión de un territorio del que nunca fueron objeto de promesa, ni Ismael, ni su descendencia.


Genesis 25,19-34Descendencia de Isaac. Estos versículos nos narran la historia de los dos descendientes de Isaac: Esaú y Jacob, cuyas relaciones antagónicas van a quedar establecidas desde el mismo vientre materno (23). Un par de gemelos que, según las palabras puestas en boca de Dios y dirigidas a Rebeca, son dos pueblos, dos naciones que «se separan en tus entrañas» (23). Una de las tradiciones sobre la forma en que Jacob, siendo el hijo menor, adquiere los derechos de la primogenitura es ésta que estamos leyendo. Todavía no interviene la madre; sólo queda establecido que Esaú renuncia a su derecho mediante juramento irrevocable. La transmisión como tal, el momento solemne en el cual Isaac transmitirá a Jacob la bendición ayudado por su madre, lo encontraremos en el capítulo 27.
Es necesario que todo este capítulo sea leído siempre a la luz del criterio de justicia divina en el que hemos venido insistiendo; con una gran fe, pero también con mucha libertad, debemos interrogar al texto y confrontarlo con la clave de justicia que jamás podemos dejar de lado a la hora de leer cualquier texto de la Escritura.