Genesis 27 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 46 versitos |
1

Isaac bendice a Jacob

Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
–¡Hijo mío!
Le contestó:
– Aquí estoy.
2 Le dijo:
– Mira, ya estoy viejo y no sé cuándo voy a morir.
3 Así que toma tus armas, arco y aljaba, y sal a campo a cazarme algún animal silvestre.
4 Después me lo guisas como a mí me gusta y me lo traes para que lo coma. Porque quiero darte mi bendición antes de morir.
5 Rebeca escuchaba lo que Isaac decía a su hijo Esaú. Esaú salió a campo para cazar y traer algún animal silvestre.
6 Rebeca dijo a su hijo Jacob:
– He oído a tu padre que decía a Esaú tu hermano:
7 Tráeme un animal silvestre y guísamelo, yo lo comeré y te bendeciré en presencia del Señor antes de morir.
8 Ahora, hijo mío, obedece mis instrucciones:
9 Vete al rebaño, selecciona dos cabritos hermosos y yo se los guisaré a tu padre como a él le gusta.
10 Tú se lo llevarás a tu padre para que coma; y así te bendecirá antes de morir.
11 Replicó Jacob a Rebeca su madre:
– Sabes que Esaú mi hermano es peludo y yo soy lampiño.
12 Si mi padre me palpa y quedo ante él como embustero, me acarrearé maldición en vez de bendición.
13 Su madre le dijo:
– Yo cargo con la maldición, hijo mío. Tú obedece, ve y tráemelos.
14 Él fue, los escogió y se los trajo a su madre; y su madre los guisó como le gustaba a su padre.
15 Rebeca tomó el traje de su hijo mayor Esaú, el traje de fiesta que guardaba en el baúl, y se lo vistió a Jacob, su hijo menor.
16 Con la piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte lisa del cuello.
17 Después puso en manos de su hijo Jacob el guiso que había preparado con el pan.
18 Él entró adonde estaba su padre y le dijo:
– Padre mío.
Le contestó:
– Aquí estoy. ¿Quién eres tú, hijo mío?
19 Jacob respondió a su padre:
– Yo soy Esaú, tu primogénito. He hecho lo que me mandaste. Incorpórate, siéntate y come de la caza; y después me bendecirás.
20 Isaac dijo a su hijo:
–¡Qué prisa te has dado para encontrarla, hijo mío!
Le contestó:
– Es que el Señor tu Dios me la puso al alcance.
21 Isaac dijo a Jacob:
– Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no.
22 Se acercó Jacob a Isaac, su padre, el cual palpándolo dijo:
– La voz es la voz de Jacob, las manos son las manos de Esaú.
23 No le reconoció porque sus manos eran peludas como las de su hermano Esaú. Y se dispuso a bendecirlo.
24 Preguntó:
–¿Eres tú mi hijo Esaú?
Contestó: – Lo soy.
25 Le dijo:
– Hijo mío, acércame la caza, que coma; y después te bendeciré.
Se la acercó y comió, luego le sirvió vino, y bebió.
26 Isaac, su padre, le dijo:
– Acércate y bésame, hijo mío.
27 Se acercó y lo besó. Y al oler el aroma del traje, lo bendijo diciendo:
– Mira, el aroma de mi hijo
como aroma de un campo
que ha bendecido el Señor.
28 Que Dios te conceda
rocío del cielo,
fertilidad de la tierra,
trigo y vino en abundancia.
29 te sirvan pueblos
y te rindan homenaje las naciones.
Serás el señor de tus hermanos,
que te rindan homenaje
los hijos de tu madre.
¡Maldito quien te maldiga,
bendito quien te bendiga!
30 Apenas terminó Isaac de bendecir a Jacob, mientras salía Jacob de donde estaba su padre, Esaú volvía de cazar.
31 También él hizo un guiso, se lo llevó a su padre y dijo a su padre:
– Incorpórese, padre, y coma de la caza de su hijo; y así me bendecirá.
32 Su padre Isaac le preguntó:
–¿Quién eres?
Contestó:
– Soy tu primogénito, Esaú.
33 Isaac fue presa de un terror espantoso y dijo:
– Entonces ¿quién es el que fue a cazar y me lo trajo y comí de todo antes de que tú llegaras? Lo he bendecido y será bendecido.
34 Al oír Esaú las palabras de su padre, dio un grito atroz, lleno de amargura y pidió a su padre:
– Bendíceme a mí también, padre mío.
35 Le contestó:
– Ha venido tu hermano con trampas y se ha llevado tu bendición.
36 Comentó Esaú:
– Con razón se llama Jacob, ya me ha hecho trampa dos veces; se llevó mis derechos de primogénito y ahora se ha llevado mi bendición.
Y añadió:
–¿No te queda otra bendición para mí?
37 Respondió Isaac a Esaú:
– Mira, lo he nombrado señor tuyo, he declarado siervos suyos a sus hermanos, le he asegurado el grano y el vino; ¿qué puedo hacer ya por ti, hijo mío?
38 Esaú dijo a su padre:
–¿Es que sólo tienes una bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío.
Y Esaú se echó a llorar ruidosamente.
39 Entonces su padre Isaac le dijo:
Sin fertilidad de la tierra,
sin rocío del cielo
será tu morada.
40 Vivirás de la espada,
sometido a tu hermano.
Pero cuando te rebeles,
sacudirás el yugo del cuello.
41 Esaú guardaba rencor a Jacob por la bendición con que lo había bendecido su padre. Esaú se decía:
– Cuando llegue el luto por mi padre, mataré a Jacob mi hermano.
42 Le contaron a Rebeca lo que decía su hijo mayor Esaú, mandó llamar a Jacob, el hijo menor, y le dijo:
– Mira, Esaú tu hermano piensa vengarse matándote.
43 Por tanto, hijo mío, anda, huye a Jarán, a casa de mi hermano Labán.
44 Quédate con él una temporada, hasta que se le pase la cólera a tu hermano,
45 hasta que se le pase la ira a tu hermano y se olvide de lo que has hecho; entonces te mandaré llamar. Que no quiero perder a mis dos hijos el mismo día.
46 Rebeca dijo a Isaac:
– Estas mujeres hititas me hacen la vida imposible. Si también Jacob toma mujeres hititas del país, como éstas, ¿de qué me sirve vivir?

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 27,1-46Isaac bendice a Jacob. Este largo capítulo dedicado a la bendición de Jacob puede dividirse en tres partes:
1. El relato en el cual queda confirmada la predilección de Isaac por Esaú y de Rebeca por Jacob, donde la influencia femenina aparece como más poderosa, llegando a engañar a su propio marido con tal de favorecer al hijo menor (1-26).
2. La bendición, que de hecho no incluye ningún recuerdo o referencia a la bendición divina ni a las promesas hechas a Abrahán. Se trata más bien de la confirmación de una cierta prosperidad material que tiene que ver con lo necesario para la subsistencia -alimentos- y con la seguridad personal y grupal -aspecto político-militar- (27-29). El versículo 29 debe ser un añadido de la época de la monarquía unida, cuando David y sobre todo Salomón sometieron a su dominio muchos pueblos vecinos, incluido Edom.
3. Una vez más, la Escritura nos va mostrando cómo la acción de Dios se va realizando en medio de una trama humana cargada de intereses personalistas, de violación de derechos y de actitudes contrarias a la justicia.
Se reflejan dos aspectos o formas de pensar respecto al tema de la bendición, cuyo sentido principal reposa en el bienestar y la prosperidad materiales, la paz y la tranquilidad. El otro asunto es la forma como va quedando al descubierto el aspecto de la retribución: al que actúa bien le va bien, y al que actúa mal le va mal. Esaú mismo se labra su «trágico» destino por sus acciones negativas: su irresponsabilidad en un asunto tan delicado como su primogenitura (cfr. 25,33), que trae como consecuencia el rapto de la bendición (1-38); su matrimonio con mujeres cananeas o hititas (26,34s) y su rencor asesino (41). También Jacob es «retribuido» por el engaño con que arrancó la bendición de su padre: así como él engañó, también será engañado cuando se dirija a la tierra de su tío y futuro suegro Labán en busca de una esposa.
El trasfondo histórico que conocían los destinatarios iniciales de estas historias y leyendas que se refieren, no tanto a personajes reales, cuanto a pueblos o grupos sociales, es la prosperidad y abundancia de que disfrutaban los hijos de Jacob en tierra cananea, mientras que sus parientes los edomitas vivían en un desierto árido y sin posibilidades de prosperar. El versículo 40 enlaza con 26,34 y prepara la partida de Jacob a tierra de sus abuelos maternos para no incurrir en la misma «falta» de su hermano mayor, tomando por mujer a las cananeas.