Genesis 30 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
1 Vio Raquel que no daba hijos a Jacob, y envidiosa de su hermana, Raquel dijo a Jacob:
–¡Dame hijos o me muero!
2 Se indignó Jacob con Raquel y le dijo:
–¿Hago yo las veces de Dios para negarte el fruto del vientre?
3 Ella replicó:
– Ahí tienes a mi sierva Bilha. Acuéstate con ella para que dé a luz en mis rodillas. Así, por ella, yo también tendré hijos.
4 Y le entregó a su sierva Bilha como esposa. Jacob se acostó con ella;
5 ella concibió, dio a luz un hijo para Jacob.
6 Raquel comentó:
– Dios me ha hecho justicia y me ha escuchado y me ha dado un hijo.
Por eso lo llamó Dan.
7 Volvió a concebir Bilha, criada de Raquel, y dio a luz un segundo hijo para Jacob.
8 Raquel comentó:
– Una competición divina: he competido con mi hermana y la he podido.
Y lo llamó Neftalí.
9 Viendo Lía que había cesado de dar a luz, tomó a su criada Zilpa y se la dio a Jacob como mujer.
10 Zilpa, criada de Lía, dio a luz un hijo para Jacob.
11 Lía comentó:
–¡Qué suerte!
Y lo llamó Gad.
12 Zilpa, criada de Lía, dio a luz un segundo hijo para Jacob.
13 Y Lía comentó:
–¡Qué felicidad! Las mujeres me felicitarán.
Y lo llamó Aser.
14 Durante la cosecha del trigo fue Rubén al campo y encontró unas mandrágoras; y se las llevó a su madre Lía. Raquel dijo a Lía:
– Dame algunas mandrágoras de tu hijo.
15 Y le contestó:
–¿Te parece poco quitarme a mi marido, que me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?
Replicó Raquel:
– Bueno, que duerma contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo.
16 Cuando Jacob volvía del campo al atardecer, Lía le salió al encuentro y le dijo:
– Acuéstate conmigo, que he pagado por ti con las mandrágoras de mi hijo.
Aquella noche la pasó con ella.
17 Dios escuchó a Lía, que concibió y dio a luz el quinto hijo para Jacob.
18 Lía comentó:
– Dios me ha pagado el haberle yo dado mi criada a mi marido.
Y lo llamó Isacar.
19 Volvió a concebir Lía y dio a luz para Jacob el sexto hijo.
20 Lía comentó:
– Dios me ha hecho un buen regalo. Ahora me honrará mi marido, pues le he dado seis hijos.
Y lo llamó Zabulón.
21 Después dio a luz una hija y la llamó Dina.
22 Dios se acordó de Raquel, Dios la escuchó y la hizo fecunda.
23 Ella concibió, dio a luz y comentó:
– Dios ha borrado mi afrenta.
24 Y lo llamó José, diciendo:
– El Señor me dé otro hijo.
25

Jacob y Labán
Sab 10,11

Cuando Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán:
– Déjame volver a mi lugar y a mi tierra.
26 Dame las mujeres por las que te he servido, y los hijos, y me marcharé; tú sabes lo mucho que te he servido.
27 Labán le respondió:
–¡Por favor! He sabido por un oráculo que el Señor me ha bendecido por tu causa.
28 Señala tu salario y te lo pagaré.
29 Le replicó:
– Tú sabes cómo te he servido y cómo le ha ido al rebaño que me has confiado.
30 Lo poco que antes tenías ha crecido inmensamente porque el Señor te ha bendecido por mi causa. Es hora de que haga algo también por mi familia.
31 Le preguntó:
–¿Qué quieres que te dé?
Contestó Jacob:
– No me des nada. Sólo haz lo que te digo, que yo volveré a pastorear y guardar tu rebaño.
32 Pasaré hoy por todo el rebaño y aparta todas las ovejas oscuras y todos los cabritos manchados; ése será mi salario.
33 Así mañana, cuando llegue el momento de pagarme, mi honradez responderá por mí: si llego a tener en mi poder algún cabrito no manchado o alguna cordera que no sea oscura en mi poder serán robados.
34 Respondió Labán:
– Está bien, sea lo que tú dices.
35 El mismo día apartó todos los cabritos rayados o manchados y todas las cabras manchadas o con manchas blancas y todas las corderas oscuras, y se las confió a sus hijos.
36 Labán se alejó unas tres jornadas de camino mientras Jacob pastoreaba el resto del rebaño de Labán.
37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, peló en ellas tiras blancas descubriendo lo blanco de las ramas,
38 y colocó las ramas peladas en los bebederos. Allí era donde los machos se unían con las hembras cuando venían a beber.
39 Lo hacían frente a las varas y las cabras parían crías rayadas o manchadas.
40 Jacob apartó las ovejas y las apareó con machos oscuros o rayados y mantuvo separado su rebaño sin mezclarlo con el de Labán.
41 Cuando los animales más robustos entraban en celo, colocaba las varas frente al ganado en el bebedero, para que se apareasen frente a las varas.
42 Cuando los animales eran débiles, no lo hacía de modo que los débiles eran para Labán y los robustos para Jacob. Y resultó que el ganado débil le tocó a Labán, el robusto a Jacob.
43 De este modo se enriqueció muchísimo: tenía muchos rebaños, siervos y siervas, camellos y asnos.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 30,1-24Hijos de Jacob. Hay en el pueblo de Israel una conciencia de su origen diverso. Pese a que todos proceden de un mismo padre, no todos poseen la misma madre; de ahí la importancia que tiene para el sabio resaltar el origen materno de cada uno de los que serán los padres de las doce tribus de Israel. No importa si este dato contradice Lev_18:18, donde se prohíbe el matrimonio de un hombre con dos hermanas; el lector debía suponer que estas leyes todavía no eran vigentes en la época de los grandes antepasados y fundadores del pueblo.
Casi en la misma línea de pensamiento que Labán de casar primero a la hija mayor, el redactor resalta el hecho de que es precisamente Lía, la hermana mayor, la fecunda, la que primero empieza a concebir y a dar cuerpo a la promesa sobre la descendencia. Hay también un ingrediente religioso cuando se resalta que, aunque Lía no sea la favorita de Jacob, es sin embargo mirada por Dios, y es en ella donde comienza a tomar forma y a cumplirse la promesa divina de una descendencia numerosa. Dios está presente en cada situación humana, por contradictoria que sea, de los orígenes de Israel.
Raquel ve con malos ojos que su hermana, que no es en sentido estricto la legítima esposa de Jacob, sea la que esté dando a luz a los hijos de su esposo y recurre a la figura de la adopción entregando a su esclava Bilha para que conciba y dé a luz en sus rodillas (Lev_30:1-3). No uno, sino dos hijos, Dan y Neftalí, nacen de esta unión de Jacob con la esclava de Raquel (Lev_30:4-8).
Lía, que a pesar de haber dado ya a luz a cuatro hijos se siente celosa de su hermana, propone a Jacob el mismo procedimiento, acostarse con su esclava Zilpa, quien da a Jacob dos nuevos hijos (Lev_30:9-13). Un incidente familiar entre Raquel y Lía sirve de marco para que Raquel «autorice» a su hermana a acostarse de nuevo con su esposo (Lev_30:14-16); de aquí nacerán dos nuevos varones y una mujer, Dina (Lev_30:17-21). En este momento, Dios se acuerda de Raquel y le concede la gracia de concebir también ella, aumentando en uno el número de los hijos de Jacob y completando así once. El nacimiento de José cierra el ciclo de historias y leyendas sobre Jacob y sus once hijos en tierra de sus antepasados y nos prepara al retorno del patriarca con su familia a la tierra prometida.
Los nombres de los hijos y las circunstancias que rodean cada nacimiento designan de algún modo las circunstancias de su origen y al mismo tiempo describen el tipo de relaciones que en el acontecer histórico vivieron las doce tribus en tierra de Canaán.


Genesis 30,25-43Jacob y Labán. La negociación entre Labán y Jacob resalta el íntimo propósito de sacar ventaja el uno sobre el otro. Era lógico que el crecimiento del grupo familiar empujara a Jacob a buscar nuevos horizontes, pero también era lógico que Labán aspirara a mantener el control sobre un clan tan numeroso y rico en ganados.
Ambos buscan el mayor provecho para sí, saliendo airoso finalmente Jacob, quien apela a una antigua creencia según la cual la imagen que impresione a animales y personas en el momento de su concepción permanecerá o se reflejará en su descendencia. Si los machos y las hembras observaban varas rayadas en el momento de su copulación, las crías tendrían esas características. Llama la atención que en toda esta trama Dios se definirá por Jacob, con lo cual implícitamente aprueba el proceder tramposo de Jacob. No olvidemos que la tendencia de la conciencia religiosa es atribuir a Dios como voluntad suya el rumbo que fue tomando la historia.