Genesis 36 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
1

Descendencia de Esaú

Descendientes de Esaú, es decir, Edom:
2 Esaú tomó mujeres cananeas: Ada, hija de Elón, el hitita; Ohlibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, el heveo,
3 y Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot.
4 Ada dio a Esaú Elifaz; Basemat a Regüel,
5 y Ohlibamá a Yeús, Yalán y Córaj.
Hasta aquí los hijos de Esaú nacidos en el país de Canaán.
6 Esaú tomó sus mujeres, hijos e hijas, sus criados, su ganado, animales y cuanto había adquirido en el país de Canaán y se dirigió a Seír, lejos de su hermano Jacob,
7 porque tenían demasiadas posesiones para vivir juntos y la tierra donde residían no podía mantenerlos a ellos con sus ganados.
8 Esaú habitó en la montaña de Seír – Esaú equivale a Edom– .
9 Descendientes de Esaú, padre de los edomitas, en la montaña de Seír.
10 Lista de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Regüel, hijo de Basemat, mujer de Esaú.
11 Hijos de Elifaz: Temán, Omar, Sefó, Gatán y Quenaz.
12 Elifaz, hijo de Esaú, tenía una concubina llamada Timná, que le dio a Amalec. Estos últimos son los descendientes de Ada, mujer de Esaú.
13 Hijos de Regüel: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Éstos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú.
14 Hijos de Ohlibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, mujer de Esaú: Yeús, Yalán y Córaj.
15 Jefes de los hijos de Esaú: Hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes de Temán, Omar, Sefó, Quenaz,
16 Córaj, Gatán y Amalec. Éstos son los jefes de Elifaz, en tierra de Edom, descendientes de Ada.
17 Los siguientes son los hijos de Regüel, hijo de Esaú: jefes de Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Éstos son los jefes de Regüel en el país de Edom: descendientes de Basemat, mujer de Esaú.
18 Los siguientes son los hijos de Ohlibamá, mujer de Esaú: jefes de Yeús, Yalán y Córaj.
19 Éstos son los jefes de Ohlibamá, hija de Aná, mujer de Esaú.
20 Hasta aquí los hijos y los jefes de Esaú, es decir, de Edom.
Hijos de Seír, el hurrita, habitantes del país: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná,
21 Disón, Eser y Disán. Éstos son los jefes hurritas de los hijos de Seír en tierra de Edom.
22 Hijos de Lotán: Horí y Hemán; hermana de Lotán: Timná.
23 Hijos de Sobal: Albán, Manájat, Ebal, Sefí y Onán.
24 Hijos de Sibeón: Ayá y Aná. Este Aná es el que encontró agua en el desierto cuando pastoreaba los asnos de su padre Sibeón.
25 Hijos de Aná: Disón y Ohlibamá, hija de Aná.
26 Hijos de Disón: Jamrán, Esbán, Yitrán y Querán.
27 Hijos de Eser: Bilhán, Zaván y Acán.
28 Hijos de Disán: Us y Arán.
29 Jefes de Horí: jefes de Lotán, Sobal, Sibeón, Aná,
30 Disón, Eser y Disán. Hasta aquí los jefes de Horí en tierra de Seír.
31 Reyes que reinaron en tierra de Edom antes que los israelitas tuvieran rey.
32 En Edom fue rey Bela, hijo de Beor; su ciudad se llamaba Dinhaba.
33 Murió Bela y le sucedió en el trono Yobab, hijo de Zéraj, natural de Bosra.
34 Murió Yobab y le sucedió en el trono Jusán, natural de Temán.
35 Murió Jusán y le sucedió en el trono Hadad, hijo de Badad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; su ciudad se llamaba Avit.
36 Murió Hadad y le sucedió en el trono Samlá, natural de Masreca.
37 Murió Samlá y le sucedió en el trono Saúl, natural de Merjobot Hannahar.
38 Murió Saúl y le sucedió en el trono Baal Janán, hijo de Acbor.
39 Murió Baal Janán, hijo de Acbor, y le sucedió en el trono Hadar; su ciudad se llamaba Pau y su mujer Mehetabel, hija de Matred, hijo de Mezahab.
40 Jeques de Esaú por grupos, localidades y nombres: Timná, Alvá, Yátet,
41 Ohlibamá, Elá, Finón,
42 Quenazí, Temán, Mibsar,
43 Magdiel e Irán. Hasta aquí los jeques de Edón, según los países propios en que habitan – Esaú es el padre de los edomitas– .

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 36,1-43Descendencia de Esaú. No podía quedar inconclusa la historia de Esaú, repetidas veces llamado padre de los edomitas. Se insiste en el parentesco con Israel, pero también se subraya la idea de que nada tiene que ver con el territorio cananeo la herencia de Israel y su descendencia (6-8). El especial interés en recoger las listas de los descendientes de Esaú, seis en total, transmite la idea de que también Esaú es padre de un gran pueblo y que comparte hasta cierto punto algo de la bendición y de la promesa de su abuelo Abrahán. Por otro lado, se establece cuál es el territorio de los edomitas, territorio que estuvo cerrado para los israelitas cuando regresaban de Egipto (cfr. Núm_20:14-21).