Genesis 49 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 33 versitos |
1

Testamento profético de Jacob
Dt 33

Jacob llamó a sus hijos y les dijo:
– Reúnanse, que les voy a contar lo que sucederá en el futuro.
2 Reúnanse y escúchenme, hijos de Jacob, oigan a su padre Israel:
3 Tú, Rubén, mi primogénito,
mi fuerza y primicia de mi virilidad,
primero en rango, primero en poder;
4 precipitado como agua,
no serás de provecho,
porque subiste a la cama de tu padre
profanando mi lecho con tu acción.
5 Simeón y Leví, hermanos,
mercaderes en armas criminales.
6 No quiero asistir a sus consejos,
no he de participar en su asamblea,
porque mataron hombres ferozmente
y a capricho destrozaron bueyes.
7 Maldita su furia, tan cruel,
y su cólera tan feroz.
Los repartiré entre Jacob
y los dispersaré por Israel.
8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,
pondrás la mano
sobre la nuca de tus enemigos,
se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
9 Judá, hijo mío eres,
como un cachorro de león:
cuando regresa de cazar;
se agacha y se tumba
como león o como leona,
¿quién se atreve a desafiarlo?
10 No se apartará de Judá el cetro
ni el bastón de mando
de entre sus rodillas,
hasta que le traigan tributo
y le rindan homenaje los pueblos.
11 Ata su burro a una viña,
la cría a la cepa más escogida;
lava su ropa en vino
y su túnica en sangre de uvas.
12 Sus ojos son más oscuros que vino
y sus dientes más blancos que leche.
13 Zabulón habitará junto a la costa,
será un puerto para los barcos,
su frontera llegará hasta Sidón.
14 Isacar es un asno robusto
que se tumba entre las alforjas;
15 viendo que es bueno el establo
y que es hermosa la tierra,
inclina el lomo a la carga
y acepta trabajos de esclavo.
16 Dan gobernará a su pueblo
como uno a las tribus de Israel.
17 Dan es culebra junto al camino,
áspid junto a la senda:
muerde al caballo en la pezuña,
y el jinete es despedido hacia atrás.
18 Espero tu salvación, Señor.
19 Gad: le atacarán los bandidos
y él los atacará por la espalda.
20 Aser tendrá comidas sustanciosas,
y ofrecerá manjar de reyes.
21 Neftalí es cierva suelta
que tiene crías hermosas.
22 José es un potro salvaje,
un potro junto a la fuente,
asnos salvajes junto al muro.
23 Los arqueros los irritan,
los desafían y los atacan.
24 Pero el arco se les queda rígido
y les tiemblan manos y brazos
ante el Campeón de Jacob,
el Pastor y Piedra de Israel.
25 El Dios de tu padre te auxilia,
el Todopoderoso te bendice:
bendiciones que bajan del cielo,
bendiciones del océano,
acostado en lo hondo,
bendiciones de vientres y ubres,
26 bendiciones de espigas abundantes,
bendiciones de montañas antiguas,
ambición de colinas perdurables,
bajen sobre la cabeza de José,
coronen al elegido entre sus hermanos.
27 Benjamín es un lobo rapaz:
por la mañana devora la presa,
por la tarde reparte despojos.
28 Éstas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos, dando una bendición especial a cada uno.
29

Muerte de Jacob

Y les dio las siguientes instrucciones:
– Cuando me reúna con los míos, entiérrenme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita,
30 la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, en Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad.
31 Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía.
32 El campo y la cueva fueron comprados a los hititas.
33 Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.

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Introducción a Genesis

PENTATEUCO

La tradición judía y los Evangelios lo llaman Torá, o sea, Ley, Instrucción. También se llama «libro de Moisés», o «Pentateuco» en alusión a los cinco rollos o estuches donde se guardaba el texto escrito en papiro o pergamino. Por su contenido, es una historia ambiciosa que comienza con la creación del mundo y termina con la muerte de Moisés, cuya narración se ve interrumpida al acoger diversos cuerpos legales con un genérico propósito fundacional.
El Pentateuco es palabra narrativa que funda historia y con ello conciencia de pueblo, funda un patrimonio común y compartido. Es ley que crea una comunidad humana distinta y organizada. La historia es ley en cuanto sustenta y dirige la vida de un pueblo; la ley configura la historia y pertenece a ella, no es la versión mítica de un orden cósmico que está fuera del tiempo.

División del Pentateuco. La división en cinco rollos es funcional, se guía por el tema y por el tamaño; útil un tiempo para el manejo, más adelante para la cita, sin embargo, hay otras divisiones que penetran más en la naturaleza del libro, como:
1.La división en unidades, que iremos dando en sucesivas introducciones y títulos.
2.Los cuatro cuerpos o fuentes literarias que la investigación del s. XIX designó con las siglas J (Yahvista), E (Elohísta), D (Deuteronomista), y P (Sacerdotal), pertenecientes a los s. X, IX, VII y V a.C. respectivamente. Según esta hipótesis, que hoy se mantiene como la más razonable y comúnmente aceptada, el Pentateuco actual es el resultado de la fusión de estas cuatro fuentes en un relato unificado.
El autor final compone unas veces yuxtaponiendo o insertando bloques, otras, conservando duplicaciones narrativas, y finalmente, trenzando dos o más relatos en una línea continuada. Separar hoy las piezas integrantes y asignarlas una determinada fuente es tarea relativamente fácil cuando se trata de bloques, no muy difícil cuando se encuentran duplicados, cada vez más arriesgada cuando se quieren destrenzar párrafos, frases, y palabras.
3.Más adelante, la investigación descubrió que las supuestas fuentes no eran documentos originales, sino a su vez colecciones de textos previos. Las fuentes resultaban representar escuelas teológicas y literarias, ser compilaciones de textos oficiales o confluencia de tradiciones orales. La investigación se desplazó a trazar la pista evolutiva de las tradiciones precedentes o subsistentes después de la primera fijación escrita.

Género literario y autor. En cuanto al genero literario, encontramos en estos libros gran variedad: 1. Géneros narrativos como la leyenda o saga, el relato idílico, patético, humorístico, heroico, épico. 2. Leyes, códigos y listas. 3. Bendiciones, plegarias, emblemas, odas. 4. Textos cúlticos de celebración, de catequesis, de predicación.
Tal variedad de géneros produce su correspondiente variedad de estilos que puede desconcertar al lector, el cual encuentra junto a páginas maestras de narración, listas de nombres, minuciosas descripciones de instrumental litúrgico, normas extrañas, exhortaciones reiterativas. El resultado es una obra fascinadora, amena, entretenida, aburrida, pesada... Un inmenso paisaje con cumbres narrativas y barrancos polvorientos, con sendas llanas y veredas escabrosas.
Más que una obra, el Pentateuco parece una colección de piezas heterogéneas: registros de archivo, códigos legales o litúrgicos, documentos jurídicos, poemas, relatos. Con todo, la narración es el elemento importante: desde la vocación de Abrahán hasta la muerte de Moisés, fluye un relato serpenteante, accidentado y bien orientado, produciendo páginas que pertenecen a lo mejor de la literatura universal.
Es claro que el libro no tiene un autor en el sentido normal del término. Podemos pensar en Moisés como origen remoto de corrientes literarias: la corriente narrativa que cuenta los sucesos con entusiasmo religioso, la actividad legal, la corriente parenética o de exhortación. Mentalmente podemos pensar en un coro jerárquico de verdaderos autores anónimos, que a lo largo de siglos han contribuido a esta magna obra.

Mensaje religioso. El Pentateuco es uno de los libros fundamentales de nuestra fe y de la fe del pueblo judío. La convicción de que Dios es el protagonista de la historia afecta profundamente a toda la obra. Dios es quien la pone en movimiento y la dirige con su acción y más aún con su palabra; es también protagonista de la Ley, como legislador, garante y sancionador último. Pero Dios es un protagonista que actúa suscitando verdaderos protagonistas humanos: sean individuos de notable personalidad, sea el pueblo escogido como agente de una historia vivida y narrada.
Toda la obra del Pentateuco, desde la creación hasta las promesas y las alianzas, pone ya el fundamento de lo que será toda la Biblia: la revelación del amor de Dios por el ser humano. Por amor lo creó a su imagen y semejanza; por amor lo llamó a mantener una relación personal con Él, y por amor se comprometió en la historia humana, haciendo de ésta una historia de salvación: «Si el Señor se enamoró de ustedes y los eligió... fue por puro amor» ( Deu_7:7 s).


GENESIS

La tradición judía designa este primer libro de la Biblia con el nombre de «Bereshit», palabra con la cual comienza en su original hebreo. La posterior traducción a la lengua griega (s. III a.C.) lo denominó con la palabra «Génesis», y así pasó también a la lengua latina y a nuestra lengua castellana. La palabra «Génesis» significa «origen o principio».
De algún modo, corresponde al contenido del libro, ya que sus temas principales pretenden mostrarnos en un primer momento, el origen del mundo, por creación; el origen del mal, por el pecado; y el origen de la cultura, de la dispersión de los pueblos, y de la pluralidad de las lenguas. En un segundo momento, el origen de la salvación por la elección de un hombre, que será padre de un pueblo; después, la era patriarcal, como prehistoria del pueblo elegido: Abrahán, Isaac, Jacob, y también José.
Al comenzar la obra con la creación del mundo, el autor responsable de la composición actual hace subir audazmente la historia de salvación hasta el momento primordial, el principio de todo, en un intento de dar respuesta a los grandes enigmas que acosan al ser humano: el cosmos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el individuo y la sociedad, la familia, la cultura y la religión. Tales problemas reciben una respuesta no teórica o doctrinal, sino histórica, de acontecimientos. Y de esta historia la humanidad es la responsable. Pero tal historia está soberanamente dirigida por Dios, para la salvación de toda la humanidad.

División del libro. El libro se puede dividir cómodamente en tres bloques: orígenes (1-11), ciclo patriarcal (12-36), y ciclo de José (37-50). A través de estos bloques narrativos el autor va tejiendo una historia que es al mismo tiempo su respuesta religiosa a los enigmas planteados.
El bien y el mal. Dios lo crea todo bueno (1); por la serpiente y la primera pareja humana entra el mal en el mundo (2s); el mal desarrolla su fuerza y crece hasta anegar la tierra; apenas se salva una familia (4-11). Comienza una etapa en que el bien va superando al mal, hasta que al final (50), incluso a través del mal, Dios realiza el bien. Ese bien es fundamentalmente vida y amistad con Dios.
Fraternidad. El mal en la familia humana se inaugura con un fratricidio (4) que rompe la fraternidad primordial; viene una separación de hermanos (13; 21), después una tensión que se resuelve en reconciliación (27-33); falla un intento de fratricidio (37) y lentamente se recompone la fraternidad de los doce hermanos (42-50).
Salvación. El pecado atrae calamidades, y Dios suministra medios para que se salven algunos: del diluvio, Noé en el arca (6-9); del hambre, Abrahán en Egipto (12); del incendio, Lot (19); del odio y la persecución, Jacob en Siria (28-31); de la muerte, José en Egipto (37); del hambre, sus hermanos en Egipto (41-47). Esta gravitación de los semitas hacia Egipto tiene carácter provisional hasta que se invierta la dirección del movimiento.
Muchas narraciones y personajes del Génesis han adquirido en la tradición cristiana un valor de tipos o símbolos más allá de la intención inmediata de los primeros narradores.

Historia y arqueología. La historia profana no nos suministra un cuadro donde situar los relatos del Génesis. Las eras geológicas no encajan en la semana laboral y estilizada de Gn 1. El capítulo 4 expone unos orígenes de la cultura donde surgen simultáneamente agricultores y pastores, donde la Edad del Bronce y la del Hierro se superponen, dejando entrever o sospechar una era sin metales.
Los Patriarcas tienen geografía, pero no historia (y el intento de Gn 14 no mejora la información). José está bien ambientado en Egipto, sin distinguirse por rasgos de época o dinastía.
La arqueología ha podido reunir unos cuantos datos, documentos, monumentos, pinturas, en cuyo cuadro genérico encajan bien los Patriarcas bíblicos; ese cuadro se extiende varios siglos (XIX-XVI a.C.). Hay que citar, sobre todo, los archivos de Mari (s. XVIII a.C.), los de Babilonia, testimonios de una floreciente cultura religiosa, literaria y legal, heredada en gran parte de los sumerios. Este material nos ofrece un magnífico marco cultural para leer el Génesis, aunque no ofrece un marco cronológico.
Cuando se piensa que los semitas han sucedido a los sumerios, que los amorreos (occidentales) dominan en Babilonia y desde allí en Asiria, que la cultura babilónica se transmite por medio de los hurritas al imperio indoeuropeo de los hititas, se comprende mejor lo que es la concentración narrativa del Génesis.

Mensaje religioso. Dios intervine en esta historia profundamente humana como verdadero protagonista. En muchos rasgos actúa a imagen del ser humano, pero su soberanía aparece sobre todo porque su medio ordinario de acción es la palabra. La misma palabra que dirige la vida de los Patriarcas, crea el universo con su poder.
La aparición de Dios es misteriosa e imprevisible. Es la Palabra de Dios la que establece el contacto decisivo entre el ser humano y su Dios. Como la Palabra de Dios llama e interpela a la persona libre, el hombre y la mujer quedan engranados como verdaderos autores en la historia de la salvación.
La Palabra de Dios es mandato, anuncio, promesa. El ser humano debe obedecer, creer, esperar: esta triple respuesta es el dinamismo de esta historia, tensa hacia el futuro, comprometida con la tierra y comprometida con Dios, intensamente humana y soberanamente divina.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Genesis 49,1-28Testamento profético de Jacob. La mayoría de comentaristas del Pentateuco está de acuerdo en afirmar que éste es un poema que recoge tradiciones muy antiguas sobre los núcleos humanos que dieron origen a lo que se conoce como las tribus de Israel, releído y adaptado al tiempo de la monarquía. El poema recoge definiciones de nombres, rasgos de comportamiento de las tribus y, lo más llamativo, la condena definitiva para Rubén (3s), cuyo pecado de 35,22 no había sido aún castigado, y para Simeón y Leví, ya advertidos en 34,1-31. Sus respectivas sentencias consisten en la pérdida de sus derechos territoriales en la futura nación israelita. Por lo demás, sólo encontramos dos bendiciones que recaen sobre los dos grandes núcleos que conformarían los dos reinos de Israel: Judá, tribu dominante del sur, de donde procede David y cuyo acento es de auténtica profecía monárquica (8-12); la otra bendición recae sobre José, cuyo tronco da origen a las tribus más fuertes del norte, Efraín y Manasés (22-26); no hay alusión a su destino monárquico, sino a su prosperidad económica y a su poderío militar que llegarán a hacerse sentir sobre el resto de tribus, hasta el punto de impulsar y lograr un cisma.


Genesis 49,29-33Muerte de Jacob. Termina este capítulo con la noticia sobre la muerte de Jacob; pero antes de morir recalca con insistencia su deseo de ser sepultado al lado de sus antepasados, una forma de ratificar que el lugar de la promesa no será Egipto, sino Canaán, y al mismo tiempo una manera de indicar que, con su muerte, la historia del pueblo y las esperanzas del cumplimiento de las promesas sobre la tierra y sobre la libertad no podrán quedar sepultadas en Egipto. Hay que tener presente que Egipto adquiere en la Biblia un valor simbólico como lugar de muerte, de esclavitud, antítesis del plan de Dios y coyuntura histórica que permite a Israel descubrir la faceta liberadora de Dios.