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II Samuel 11,1-27David y Betsabé. Hasta ahora la historia de David, su vida, su carrera política y el ejercicio de su reinado, han sido narrados dejando su figura prácticamente impecable. Pero debía llegar el momento en que los redactores tenían que contar también sus pecados y debilidades. Del David músico, poeta, piadoso practicante, guerrero, pasamos aquí al David violador y asesino. Varias veces, a lo largo de la narración se ha informado de la cantidad de concubinas que posee David, mas no contento con ello, le roba la mujer a uno de sus soldados. Una vez avisado por Betsabé de su embarazo, manda llamar a Urías, se imagina que Urías no dejará pasar la oportunidad de su regreso a Jerusalén para acostarse con su mujer, de ese modo quedará borrada la huella de David en Betsabé; sin embargo, contra toda previsión, Urías duerme a las puertas del palacio una y otra noche, con el argumento de su solidaridad con el Arca, con Israel y con Judá que viven en tiendas, y con Joab y sus oficiales que duermen al descampado (11). Gran gesto de parte de un no israelita, recordemos que Urías era hitita; y con todo, es la sentencia de su propia muerte, él mismo lleva a Joab las instrucciones de David para hacerlo desaparecer. Como cosa muy natural se narra su muerte, el aviso a David, el luto de Betsabé y el traslado de ésta al palacio de David. ¿Tan normales eran las cosas? ¿Le era lícito a David proceder así? ¿Quién enjuicia este proceder? Ya 1Sa_8:11-19 nos había advertido de la cadena de abusos que tendría que soportar el pueblo por parte del rey, y esa cadena de abusos apenas comienza. El reproche y juicio divino a esta acción abusiva y traicionera vendrá por parte de Natán, el profeta que ha transmitido también la promesa dinástica a David. Con las palabras de Natán quedará claro que no es el rey quien establece el derecho, porque el rey humano es vasallo de Dios; y ante la injusticia del poderoso, Dios se pone de parte del débil ofendido. Ante la mirada de Dios no valen oficios ni dignidades, ni siquiera méritos adquiridos; su juicio sobre la historia es decisivo.