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II Samuel 15,1-12Conspiración de Absalón. Absalón se considera con suficientes méritos a la sucesión y no quiere esperar demasiado. Hijo del rey y de una princesa extranjera, es ahora el primero por edad -muerto Amnón y desaparecido Quilab-. Dejando las cosas al curso normal, Absalón teme perder sus derechos, porque el rey puede elegir un sucesor distinto. A lo mejor ya el rey mostraba preferencia por Salomón, al menos no ocultaba su preferencia por Betsabé. Además, los sucesos precedentes han puesto al joven en posición desventajosa, el perdón del rey no ha sido incondicional. Absalón no puede esperar indefinidamente. Pero sabe esperar lo suficiente para prepararse bien, explotando una serie de ventajas. Primero, su prestancia física, cualidad que en el caso de Saúl y David probó su validez; esa apariencia se realza con el aparato principesco de carroza y escolta; se trata de imponer una imagen al pueblo. Segundo, las tensiones latentes nunca resueltas entre las tribus del sur y las del norte, Judá e Israel; Judá ha salido favorecida en la presente situación, provocando envidias y rencores. Tercero, consecuencia de lo anterior, la deficiente administración de la justicia central; es tarea específica del rey en tiempo de paz, y la desempeña con sus tribunales de la capital o personalmente (Sal_122:5). Muchos, sobre todo de Israel, están quejosos de esta situación. Absalón ofrece generosamente una imagen, una cordialidad fácil, unas promesas hipotéticas. Durante cuatro años realiza una tarea de proselitismo a su favor en el pueblo, probablemente en los consejos, incluso en la corte. En esta primera parte domina el lenguaje de los procesos: la justicia es el lema del candidato a rey. En el momento de la sublevación (7-12) Absalón invoca motivos religiosos. Por lo visto David ha tolerado hasta ahora el comportamiento de su hijo; el hecho es que ahora acepta sin discutir el motivo de piedad religiosa -no había aceptado tan fácilmente el motivo profano del esquileo-. Sin saberlo, pronuncia las últimas palabras a su hijo, vivo: «Vete en paz», despedida en realidad trágica.
Hebrón está bien escogida: allí comenzó David, es la ciudad natal del príncipe y ha sido relegada por Jerusalén. Todavía puede atraer a clanes del sur de Judá. Simultáneamente Absalón asegura la sublevación en el norte, por todas las tribus, de modo que la capital y el rey se encuentren copados. Entre los convidados se supone la presencia de gente principal, que con tal maniobra son alejados de la corte y se vuelven inofensivos.