I Reyes 11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 43 versitos |
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Idolatría de Salomón

Pero el rey Salomón se enamoró de muchas mujeres extranjeras, además de la hija del Faraón: moabitas, amonitas, edomitas, fenicias e hititas,
2 de las naciones de quienes había dicho el Señor a los de Israel: No se unan con ellas ni ellas con ustedes, porque les desviarán el corazón hacia otros dioses. Salomón se enamoró perdidamente de ellas;
3 tuvo setecientas esposas y trescientas concubinas.
4 Y así, cuando llegó a viejo, sus mujeres desviaron su corazón tras dioses extranjeros; su corazón ya no perteneció por entero al Señor, como el corazón de David, su padre.
5 Salomón siguió a Astarté, diosa de los fenicios; a Malcón, ídolo de los amonitas.
6 Hizo lo que el Señor reprueba; no siguió plenamente al Señor, como su padre, David.
7 Entonces construyó en el monte que se alza frente a Jerusalén un santuario a Camós, ídolo de Moab, y a Malcón, ídolo de los amonitas.
8 Lo mismo hizo para sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y sacrificaban en honor de sus dioses.
9 El Señor se encolerizó contra Salomón, porque había desviado su corazón del Señor, Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces,
10 y que precisamente le había prohibido seguir a dioses extranjeros; pero Salomón no cumplió esta orden.
11 Entonces el Señor le dijo:
– Por haberte portado así conmigo, siendo infiel a la alianza y a los mandatos que te di, te voy a arrancar el reino de las manos para dárselo a un servidor tuyo.
12 No lo haré mientras vivas, en consideración a tu padre, David; se lo arrancaré de la mano a tu hijo.
13 Y ni siquiera le arrancaré todo el reino; dejaré a tu hijo una tribu, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, mi ciudad elegida.
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Rebeliones contra Salomón

Así, el Señor le suscitó a Salomón un adversario: Hadad, el idumeo, de la estirpe real de Edom.
15 Cuando David derrotó a Edom, al ir Joab, general en jefe, a enterrar a los muertos, mató a todos los varones de Edom.
16 Joab y el ejército israelita estuvieron acantonados allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones de Edom.
17 Pero Hadad logró huir a Egipto con unos cuantos idumeos, funcionarios de su padre. Hadad era entonces un chiquillo.
18 Partieron de Madián y llegaron a Farán. Se les agregaron algunos de Farán, entraron en Egipto y se presentaron al Faraón, rey de Egipto, que les dio casa, les aseguró el sustento y le concedió tierras.
19 Hadad se ganó completamente el favor del Faraón, que lo casó con su cuñada, la hermana de la reina Tafnes.
20 Su mujer le dio un hijo, Guenubat, y lo crió en el palacio del Faraón, con los hijos del Faraón.
21 Cuando Hadad se enteró en Egipto de que David se había reunido con sus antepasados y que había muerto Joab, general en jefe, pidió al Faraón:
– Déjame ir a mi tierra.
22 El Faraón le respondió:
– Pero, ¿qué te falta junto a mí, que pretendes irte ahora a tu tierra?
Hadad le dijo:
– Nada. Pero déjame ir.
23 Y éste es el mal que hizo Hadad: reinó en Edom y no dejó en paz a Israel.
24 También suscitó el Señor como adversario de Salomón a Rezón, hijo de Elyadá, que se le había escapado a su amo Adadhézer, rey de Sobá;
25 se le juntaron unos cuantos hombres y se hizo jefe de guerrillas; y mientras David destrozaba a los sirios, él se apoderó de Damasco, se estableció allí y llegó a ser rey de Damasco. Fue adversario de Israel durante todo el reinado de Salomón.
26 Jeroboán, hijo de Nabat, era efraimita, natural de Serdá; su madre, llamada Servá, era viuda. Siendo funcionario de Salomón se rebeló contra el rey.
27 La ocasión de rebelarse contra el rey fue ésta: Salomón estaba construyendo el terraplén para rellenar el foso de la Ciudad de David, su padre.
28 Jeroboán era un hombre de valer, y Salomón, viendo que el chico trabajaba bien, lo nombró capataz de todos los cargadores de la casa de José.
29 Un día salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado.
30 Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos
31 y dijo a Jeroboán:
– Recoge diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus;
32 pero una tribu será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel;
33 porque me ha abandonado y ha adorado a Astarté, diosa de los fenicios; a Camós, dios de Moab; a Malcón, dios de los amonitas, y no ha caminado por mis sendas practicando lo que yo apruebo, mis mandatos y preceptos, como su padre, David.
34 No le quitaré todo el reino; lo mantendré de jefe mientras viva en consideración a mi siervo David, a quien elegí, que guardó mis leyes y preceptos;
35 pero a su hijo le quitaré el reino y te daré a ti diez tribus.
36 A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para que residiera allí mi Nombre.
37 En cuanto a ti, voy a elegirte para que seas rey de Israel, según tus ambiciones.
38 Si obedeces en todo lo que yo te ordene y caminas por mis sendas y practicas lo que yo apruebo, guardando mis mandatos y preceptos, como lo hizo mi siervo David, yo estaré contigo y te daré una dinastía duradera, como hice con David. Te entregaré a Israel
39 y humillaré a los descendientes de David por esto, aunque no para siempre.
40 Salomón intentó matar a Jeroboán, pero Jeroboán emprendió la fuga a Egipto, donde reinaba Sisac, y estuvo allí hasta que murió Salomón.
41 Para más datos sobre Salomón, sus empresas y su sabiduría, véanse los Anales de Salomón.
42 Salomón reinó en Jerusalén sobre todo Israel cuarenta años.
43 Cuando murió lo enterraron en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboán le sucedió en el trono.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Tema. Por el tema, los dos libros de los Reyes continúan la historia de la monarquía y la conducen en movimiento paralelo de dos reinos a la catástrofe sucesiva de ambos. Se diría una historia trágica o la crónica de una decadencia. El paralelismo de los dos reinos determina la composición del libro y hace resaltar una divergencia importante. Conspiraciones las hay en ambos reinos: al norte una conspiración produce cambio de dinastía; al sur produce cambio de monarca de la misma dinastía. Ataques externos los sufren ambos reinos: al norte favorecen los cambios dinásticos, al sur incluso los monarcas impuestos pertenecen a la dinastía de David. ¿Por qué sucede así? Porque la dinastía davídica tiene una promesa del Señor, perdura por la fidelidad de su Dios.

Horizonte histórico.
El autor tiene como horizonte de su libro el pueblo de Israel, unido o dividido. Si cruza la frontera nacional es porque algún personaje extranjero se ha metido en el espacio o el tiempo de los israelitas. Le falta, sin embargo, la visión de conjunto, la capacidad de situar la historia nacional en el cuadro de la historia internacional. Quizás por falta de información, o por falta de interés, o por principio. Los profetas escritores de aquella época tuvieron un horizonte más amplio.
Al faltar dicho horizonte amplio, falta la motivación compleja de muchos hechos que el autor cuenta o recoge. Esto se puede suplir en bastantes casos con datos sacados de los libros proféticos.

El principio teológico. La historia del pueblo y de la monarquía se desarrolla bajo el signo de la alianza, que constituye a Israel como pueblo de Dios y le exige fidelidad exclusiva y cumplimiento de los mandatos; cumplimiento e incumplimiento se sancionan con bendiciones y maldiciones. Es un código de retribución basado en la relación personal del pueblo con su Dios.
La fidelidad exclusiva toma al principio la forma de veneración y culto exclusivos al Señor, eliminando todo politeísmo, idolatría o sincretismo; los lugares de culto están diseminados por el país, aunque existe un santuario central para la corte y las grandes ocasiones.
Muy pronto la fidelidad exclusiva se encuentra amenazada en los santuarios locales: dioses y cultos de fertilidad, introducción de dioses extranjeros, imágenes prohibidas; entonces surgió la idea de atacar el mal en su raíz, purificando constantemente los cultos locales, hasta extirparlos con una fuerte centralización del culto. En ese momento la fidelidad exclusiva al Señor toma la forma de culto en un solo templo.

Mensaje religioso. Se puede resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El tema de la conversión del pueblo y el perdón de Dios está presente a lo largo de toda esta historia. La fidelidad del pueblo no es lo último, la fidelidad de Dios la abarca y la desborda. La destrucción no es lo último, la historia continúa. No solo la historia universal -que continúa cuando desaparece Siria- sino la historia de Israel como pueblo de Dios.
El autor no quiere contar la historia de un pueblo desaparecido, sino que habla a los hijos y a los nietos, llamados a continuar la historia dramática. No por méritos del pueblo, sino por la fidelidad de Dios, quedan más capítulos por vivir en la esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Reyes 11,1-13Idolatría de Salomón. Las sombras de reino salomónico se resumen en una sola palabra: idolatría.
En el aspecto religioso, el establecimiento de las tribus israelitas en la tierra de Canaán supuso un grave deterioro. El contacto con los cananeos, sus santuarios, sus dioses y sus cultos, tuvo para el yahvismo fatales consecuencias. Este deterioro religioso se agravó más con el establecimiento de la monarquía. Uno de los peligros de la monarquía, bien subrayado por la corriente antimonárquica, era el de la secularización de la teocracia. En vez de vivir pendientes de la fe en el Señor, los reyes buscaban el apoyo en un ejército fuerte y en la política de alianzas.
En el caso concreto de Salomón, la política de alianza se llevó a cabo, en buena parte, a base de combinaciones matrimoniales. Este hecho y el amplio harén del suntuoso rey trajo a Jerusalén buen número de mujeres extranjeras, que exigían templos paganos para seguir dando culto a sus respectivos dioses. Estos santuarios eran frecuentados por las esposas del rey y sus correspondientes séquitos, y también por las colonias permanentes o de paso, que estos países extranjeros tenían en la Ciudad Santa. El propio Salomón, por complacer a sus mujeres, debía frecuentar, a veces, los lugares idolátricos y posiblemente con él otros dignatarios de la Corte y gente del pueblo. En una palabra, la idolatría se veía favorecida desde el poder.
De la gravedad de los hechos hablan bien claro los textos del Deuteronomio, que, aunque escritos posteriormente, no por eso son menos significativos (cfr. Deu_7:1-6).


I Reyes 11,14-43Rebeliones contra Salomón. Las diferencias culturales y tensiones políticas entre norte y sur han sido y siguen siendo frecuentes en el mundo a nivel nacional e internacional. A pesar de su pequeñez, en Palestina existió siempre el mismo problema. Aparte de otros muchos datos y manifestaciones, el hecho quizás más significativo en este sentido sea la diferencia que establecen siempre los textos entre el reino de Judá y el reino de Israel, o sea entre el reino del sur y el reino del norte, incluso cuando estuvieron unidos en las personas de David y Salomón.
El autor sagrado hace valer, sobre todo, motivos de orden religioso y presenta la división como un castigo por la apostasía idolátrica de Salomón.
La restauración de la unidad será una aspiración, que se dejará sentir, sobre todo, en tiempo del destierro, léase, por ejemplo Eze_37:15-28. Es un texto lleno de nostalgia ecuménica y, por tanto, de plena actualidad para nuestros días. La división del reino de aquellos tiempos tiene cierto paralelismo con la división interna de la Iglesia cristiana de hoy.