I Reyes 14 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
1

Sentencia contra Jeroboán

Por entonces cayó enfermo Abías, hijo de Jeroboán,
2 y éste dijo a su mujer:
– Disfrázate para que nadie se dé cuenta de que eres mi mujer y vete a Siló; allí está el profeta Ajías, el que me profetizó que yo sería rey de esta nación.
3 Llévate diez panes, rosquillas y un tarro de miel, y preséntate a él; él te dirá qué va a ser del niño.
4 Así lo hizo; se puso en camino hacia Siló y entró en casa de Ajías. Ajías estaba casi ciego, tenía los ojos apagados por la vejez,
5 pero el Señor le había dicho: Va a venir la mujer de Jeroboán a pedirte un oráculo sobre su hijo enfermo; le dices esto y esto. Llegó ella, haciéndose pasar por otra,
6 y en cuanto Ajías sintió el ruido de sus pasos en la puerta, dijo:
– Adelante, mujer de Jeroboán. ¿Por qué te haces pasar por otra? Tengo que darte una mala noticia.
7 Ve a decirle a Jeroboán: Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te saqué de entre la gente y te hice jefe de mi pueblo, Israel,
8 arrancándole el reino a la dinastía de David para dártelo a ti. Pero ya que tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos y me siguió de todo corazón, haciendo únicamente lo que yo apruebo,
9 sino que te has portado peor que tus predecesores, haciéndote dioses ajenos, ídolos de metal, para irritarme, y a mí me has dado la espalda,
10 por eso yo voy a traer la desgracia a tu casa: te exterminaré a todo israelita varón, esclavo o libre, y barreré tu casa a conciencia, como se hace con el estiércol.
11 A los tuyos que mueran en poblado los devorarán los perros y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo. Lo ha dicho el Señor.
12 Y tú, vete a tu casa; en cuanto pongas el pie en la ciudad, morirá el niño.
13 Todo Israel hará luto por él y lo enterrarán, porque será el único de la familia de Jeroboán que acabe en un sepulcro; porque de toda tu familia, sólo en él se puede encontrar algo que agrade al Señor, Dios de Israel.
14 El Señor suscitará un rey de Israel que extermine la dinastía de Jeroboán.
15 El Señor golpeará a Israel, que vacilará como un junco en el agua; arrancará a Israel de esta tierra fértil, que dio a sus padres, y los dispersará al otro lado del río, porque erigieron postes sagrados, irritando al Señor.
16 Entregaré a Israel por los pecados que has cometido tú y has hecho cometer a Israel.
17 La mujer de Jeroboán emprendió la marcha. Llegó a Tirsá, y cuando cruzaba el umbral de la casa, el niño murió.
18 Todo Israel hizo luto por él y lo enterraron, como había dicho el Señor por su siervo el profeta Ajías.
19 Para más datos sobre Jeroboán, sus batallas y reinado, véanse los Anales del Reino de Israel.
20 Jeroboán reinó veintidós años. Murió, y su hijo Nadab le sucedió en el trono.
21

Roboán de Judá (931-914)
2 Cr 11s

Roboán, hijo de Salomón, subió al trono de Judá a los cuarenta y un años. Reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que eligió el Señor entre todas las tribus de Israel para establecer allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, y era amonita.
22 Los de Judá hicieron lo que el Señor reprueba. Con todos los pecados que cometieron provocaron sus celos, más que sus antepasados:
23 construyeron pequeños santuarios en los lugares altos, erigieron postes sagrados y piedras conmemorativas en las colinas elevadas y bajo los árboles frondosos;
24 hubo incluso prostitución sagrada en el país; imitaron todos los ritos abominables de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas.
25 El año quinto del reinado de Roboán, Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén.
26 Se apoderó de los tesoros del templo y del palacio, se lo llevó todo, con los escudos de oro que había hecho Salomón.
27 Para sustituirlos, el rey Roboán hizo escudos de bronce, y se los encomendó a los jefes de la escolta que vigilaban el acceso al palacio;
28 cada vez que el rey iba al templo, los de la escolta los agarraban, y luego volvían a dejarlos en el cuerpo de guardia.
29 Para más datos sobre Roboán y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Judá.
30 Hubo guerras continuas entre Roboán y Jeroboán.
31 Roboán murió y lo enterraron con sus antepasados, en la Ciudad de David. Su hijo Abías le sucedió en el trono.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Tema. Por el tema, los dos libros de los Reyes continúan la historia de la monarquía y la conducen en movimiento paralelo de dos reinos a la catástrofe sucesiva de ambos. Se diría una historia trágica o la crónica de una decadencia. El paralelismo de los dos reinos determina la composición del libro y hace resaltar una divergencia importante. Conspiraciones las hay en ambos reinos: al norte una conspiración produce cambio de dinastía; al sur produce cambio de monarca de la misma dinastía. Ataques externos los sufren ambos reinos: al norte favorecen los cambios dinásticos, al sur incluso los monarcas impuestos pertenecen a la dinastía de David. ¿Por qué sucede así? Porque la dinastía davídica tiene una promesa del Señor, perdura por la fidelidad de su Dios.

Horizonte histórico.
El autor tiene como horizonte de su libro el pueblo de Israel, unido o dividido. Si cruza la frontera nacional es porque algún personaje extranjero se ha metido en el espacio o el tiempo de los israelitas. Le falta, sin embargo, la visión de conjunto, la capacidad de situar la historia nacional en el cuadro de la historia internacional. Quizás por falta de información, o por falta de interés, o por principio. Los profetas escritores de aquella época tuvieron un horizonte más amplio.
Al faltar dicho horizonte amplio, falta la motivación compleja de muchos hechos que el autor cuenta o recoge. Esto se puede suplir en bastantes casos con datos sacados de los libros proféticos.

El principio teológico. La historia del pueblo y de la monarquía se desarrolla bajo el signo de la alianza, que constituye a Israel como pueblo de Dios y le exige fidelidad exclusiva y cumplimiento de los mandatos; cumplimiento e incumplimiento se sancionan con bendiciones y maldiciones. Es un código de retribución basado en la relación personal del pueblo con su Dios.
La fidelidad exclusiva toma al principio la forma de veneración y culto exclusivos al Señor, eliminando todo politeísmo, idolatría o sincretismo; los lugares de culto están diseminados por el país, aunque existe un santuario central para la corte y las grandes ocasiones.
Muy pronto la fidelidad exclusiva se encuentra amenazada en los santuarios locales: dioses y cultos de fertilidad, introducción de dioses extranjeros, imágenes prohibidas; entonces surgió la idea de atacar el mal en su raíz, purificando constantemente los cultos locales, hasta extirparlos con una fuerte centralización del culto. En ese momento la fidelidad exclusiva al Señor toma la forma de culto en un solo templo.

Mensaje religioso. Se puede resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El tema de la conversión del pueblo y el perdón de Dios está presente a lo largo de toda esta historia. La fidelidad del pueblo no es lo último, la fidelidad de Dios la abarca y la desborda. La destrucción no es lo último, la historia continúa. No solo la historia universal -que continúa cuando desaparece Siria- sino la historia de Israel como pueblo de Dios.
El autor no quiere contar la historia de un pueblo desaparecido, sino que habla a los hijos y a los nietos, llamados a continuar la historia dramática. No por méritos del pueblo, sino por la fidelidad de Dios, quedan más capítulos por vivir en la esperanza.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Reyes 14,1-20Sentencia contra Jeroboán. El episodio recuerda por su comienzo la visita de Saúl a la bruja de Endor. Ajías termina sus días en la ciudad del viejo santuario, llena de recuerdos de Samuel, y es como otro Samuel condenando al rey de Israel. Ajías está casi ciego, pero escucha agudamente y distingue los ruidos, escucha la voz interior del oráculo y ve el final trágico y próximo de la dinastía que él mismo ha instaurado. La consulta del rey es a la vez familiar y dinástica.
La muerte del niño (12) es castigo al padre (recuérdese el primer hijo de David y Betsabé), no al hijo. El autor no se extraña de que muera un inocente. Más bien se trata de un favor: Dios lo preserva de la catástrofe general y le concede a él solo el honor póstumo del sepulcro.


I Reyes 14,21-31Roboán de Judá. De Roboán el autor escoge sólo la campaña del faraón Sisac. El faraón se gloría en una inscripción del templo de Karnak de haber conquistado muchas localidades de Judá e Israel (sin hacer tal distinción).
El narrador quiere que nos fijemos en los contrastes: Salomón se casa con una hija del faraón, Roboán tiene que someterse. Símbolo de la decadencia son esos escudos de oro: si el oro abundaba hasta quitarle valor a la plata, ahora el bronce es lo más preciado que le queda a Roboán, y aun eso lo tiene que custodiar con cautela.
La lista de pecados (22-24) es bastante convencional, salvo el detalle de la prostitución sagrada (recuérdese Baal-Fegor, Nm 25). De la decadencia religiosa proviene la decadencia política.
A pesar de todo, hay algo que continúa: Jerusalén sigue siendo la ciudad elegida, el rey es enterrado con los antepasados, le sucede su propio hijo. Aunque humillada, la dinastía de David vive de la promesa del Señor (31).