II Reyes  13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

Joacaz de Israel (813-797

Joacaz, hijo de Jehú, subió al trono de Israel en Samaría el año veintitrés del reinado de Joás de Judá, hijo de Ocozías. Reinó diecisiete años.
2 Hizo lo que el Señor reprueba: repitió al pie de la letra los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel.
3 El Señor se encolerizó contra Israel y lo entregó, durante todo aquel tiempo, en poder de Jazael de Siria y de Ben-Adad, hijo de Jazael.
4 Joacaz imploró al Señor, y el Señor lo escuchó, al ver cómo el rey de Siria oprimía a Israel.
5 El Señor dio a Israel un salvador, que lo libró de la dominación siria, y los israelitas pudieron habitar sus casas como antes.
6 Pero no se apartaron de los pecados que la dinastía de Jeroboán había hecho cometer a Israel. Incluso el poste sagrado siguió de pie en Samaría.
7 Por eso el Señor no le dejó a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros y diez mil soldados de infantería; el rey de Siria los había destrozado y reducido a polvo que se pisotea.
8 Para más datos sobre Joacaz y sus hazañas militares, véanse los Anales del Reino de Israel.
9 Joacaz murió, y lo enterraron con sus antepasados en Samaría. Su hijo Joás le sucedió en el trono.
10

Joás de Israel (797-782)

Joás, hijo de Joacaz, subió al trono de Israel en Samaría el año treinta y siete del reinado de Joás de Judá. Reinó dieciséis años.
11 Hizo lo que el Señor reprueba. Repitió a la letra los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel; imitó su conducta.
12 Para más datos sobre Joás y sus hazañas militares contra Amasías de Judá, véanse los Anales del Reino de Israel.
13 Joás murió, y Jeroboán le sucedió en el trono. A Joás lo enterraron en Samaría con los reyes de Israel.
14

Muerte de Eliseo

Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, Joás de Israel bajó a visitarlo y se echó sobre él llorando y repitiendo:
–¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su caballería!
15 Eliseo le dijo:
– Agarra un arco y unas flechas.
Agarró un arco y unas flechas
16 y Eliseo le mandó:
– Empuña el arco.
Lo empuñó, y Eliseo puso sus manos sobre las manos del rey
17 y ordenó:
– Abre la ventana que da hacia el este.
Joás la abrió, y Eliseo dijo:
–¡Dispara!
Él disparó, y comentó Eliseo:
–¡Flecha victoriosa del Señor, flecha victoriosa contra Siria! Derrotarás a Siria en Afec hasta aniquilarla.
18 Luego ordenó:
– Agarra las flechas.
El rey las agarró, y Eliseo le dijo:
– Golpea el suelo.
Él lo golpeó tres veces y se detuvo.
19 Entonces el profeta se le enfadó:
– Si hubieras golpeado cinco o seis veces habrías derrotado a Siria hasta aniquilarla; pero así sólo la derrotarás tres veces.
20 Eliseo murió, y lo enterraron.
Las guerrillas de Moab hacían incursiones por el país todos los años.
21 Una vez, mientras estaban unos enterrando a un muerto, al ver las bandas de guerrilleros echaron el cadáver en la tumba de Eliseo y se marcharon. Al tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió y se puso en pie.
22 Jazael, rey de Siria, había oprimido a Israel durante todo el reinado de Joacaz.
23 Pero el Señor se apiadó y tuvo misericordia de ellos; se volvió hacia ellos, por el pacto que había hecho con Abrahán, Isaac y Jacob, y no quiso exterminarlos ni los ha arrojado de su presencia hasta ahora.
24 Jazael de Siria murió, y su hijo Ben-Adad le sucedió en el trono.
25 Entonces Joás, hijo de Joacaz, recuperó del poder de Ben-Adad, hijo de Jazael, las ciudades que Jazael había arrebatado por las armas a su padre, Joacaz. Joás le derrotó tres veces, y así recuperó las ciudades de Israel.

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Introducción a II Reyes 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Reyes  13,1-9Joacaz rey de Israel. El primer descendiente de Jehú reina en Israel durante diecisiete años (1); según el narrador, también «hizo lo que el Señor reprueba» (2); esto es, mantuvo, como los demás reyes anteriores, los dos centros de culto en Dan y Betel, donde había sendos becerros de oro entronizados por Jeroboán cuando decidió que nadie en Israel debía ir a dar culto a Jerusalén (cfr. 1Re_12:25-33). Cuando el deuteronomista habla de «los pecados que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel» a lo largo de toda la historia de los reyes del norte, se refiere siempre a estos centros de culto. Según el versículo 3, durante el reinado de Joacaz se intensifica el hostigamiento de Siria contra Israel; pero ante la oración de súplica del rey, el Señor se compadece de Israel y le da un salvador que lo libra de la opresión siria (4s). Al no especificar quién fue ese salvador, se debe concluir que fue el mismo Joacaz el que hizo frente a Siria y la mantuvo alejada por un tiempo. Israel se sacudió brevemente la opresión extranjera, lo cual se entendía como una acción de Dios a favor del pueblo; pero no por eso abandonaron el rey o el pueblo los pecados heredados de Jeroboán, ni se convirtieron al Señor.


II Reyes  13,10-13Joás de Israel. Es el segundo descendiente de la dinastía de Jehú. El cronista anticipa aquí los datos ya estereotipados sobre los monarcas del norte: fecha de ascenso al trono, años que gobernó y, a pesar de sus relaciones con Eliseo, el ya conocido juicio de valor «hizo lo que el Señor reprueba» (11); finalmente, el dato sobre su muerte y la noticia de que fue enterrado en Samaría junto a los demás reyes de Israel.
II Reyes  13,14-25Muerte de Eliseo. Ya en su lecho de muerte, Eliseo recibe la visita de Joás, quien lo llama «padre... carro de Israel y su caballería» (14). Hasta el último momento de su vida, Eliseo está dispuesto a actuar a favor de su pueblo, de ahí las órdenes que da al rey y cuya ejecución se convierten en signos para Israel: le hace disparar algunas flechas y luego le ordena golpear el suelo (15-18), para vaticinarle luego las victorias parciales que tendrá sobre Siria (19). Con una breve frase se narra la muerte de Eliseo: «murió y lo enterraron» (20); sin embargo, para resaltar el papel trascendente del profeta, se narra a continuación el extraño caso de un hombre muerto que hubo de ser dejado en la misma tumba de Eliseo para huir de las guerrillas moabitas; el muerto resucita al contacto con los huesos de Eliseo (21). Es una manera de describir la acción vivificante del profeta para el pueblo.