II Reyes  16 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 20 versitos |
1

Acaz de Judá (734-727)
2 Cr 28

Acaz, hijo de Yotán, subió al trono de Judá el año diecisiete del reinado de Pécaj, hijo de Romelía.
2 Cuando subió al trono tenía veinte años, y reinó en Jerusalén dieciséis años. No hizo, como su antepasado David, lo que el Señor aprueba.
3 Imitó a los reyes de Israel. Incluso sacrificó a su hijo en la hoguera, según las costumbres aborrecibles de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas.
4 Sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos, en las colinas y bajo los árboles frondosos.
5 Por entonces, Razín de Damasco y Pécaj de Israel, hijo de Romelía, subieron para atacar a Jerusalén; la cercaron, pero no pudieron conquistarla.
6 También por entonces el rey de Edom reconquistó Eilat y expulsó de allí a los judíos; los de Edom fueron a Eilat y se establecieron allí, hasta el día de hoy.
7 Acaz mandó una embajada a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: Soy hijo y vasallo tuyo. Ven a librarme del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han levantado en armas contra mí.
8 Acaz recogió la plata y el oro que había en el templo y en el tesoro de palacio y se lo envió al rey de Asiria como regalo.
9 El rey de Asiria le atendió, subió contra Damasco, se apoderó de ella, deportó a sus habitantes a Quir y mató a Razín.
10 Entonces, el rey Acaz fue a Damasco a presentarse a Tiglat Piléser, rey de Asiria. Y cuando vio el altar que había en Damasco, envió al sacerdote Urías el diseño del altar, con todos sus detalles.
11 Antes de que el rey volviera de Damasco, el sacerdote Urías construyó un altar siguiendo todas las instrucciones enviadas por el rey.
12 Cuando Acaz volvió de Damasco, vio el altar, se acercó, subió hasta él,
13 quemó su holocausto y su ofrenda, derramó su libación y roció el altar con la sangre de los sacrificios de comunión que acababa de ofrecer.
14 El antiguo altar de bronce, que estaba situado ante el Señor, lo retiró de la fachada del edificio, es decir, entre el altar nuevo y el templo, y lo puso al lado norte del nuevo altar.
15 Luego dio estas órdenes al sacerdote Urías:
– Sobre el altar grande quema el holocausto de la mañana y la ofrenda de la tarde, el holocausto del rey y su ofrenda, el holocausto del pueblo y su ofrenda; derrama sobre él sus libaciones y la sangre de los sacrificios. Del altar de bronce me ocuparé yo.
16 El sacerdote Urías hizo lo que le mandó el rey Acaz.
17 El rey arrancó las abrazaderas que recubrían la base y retiró los recipientes para el agua; el depósito montado sobre los toros de bronce lo bajó de su soporte y lo puso sobre las losas del pavimento.
18 En consideración al rey de Asiria, quitó también la tribuna del trono construida en el templo y la entrada exterior para el rey.
19 Para más datos sobre Acaz y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Judá.
20 Acaz murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Ezequías le sucedió en el trono.

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Introducción a II Reyes 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Reyes  16,1-20Acaz de Judá. Desde la evaluación negativa de Salomón en 1Re_11:1-33 no habíamos vuelto a encontrar otra igual o peor contra un rey de Judá. Acaz hizo todo lo que reprueba el Señor; no sólo imitó la conducta de los reyes del norte, sino que además participó él mismo de los cultos locales que el deuteronomista y los profetas denunciaban y que todos los reyes anteriores a él apenas sí toleraron. No contento con ello, revivió una antigua costumbre de los pueblos que «el Señor había expulsado ante los israelitas» (3) y que el pueblo judío consideraba abominable hacía mucho tiempo: sacrificar en la hoguera a los hijos primogénitos.
Las políticas interna y externa están muy agitadas bajo este reinado. Ya en el reinado de Yotán, el narrador había advertido que «empezó el Señor a mandar contra Judá a Razín, rey de Damasco, y a Pécaj, hijo de Romelía» (1Re_15:37); pero es Acaz quien debe enfrentarse a estos dos enemigos. Según los historiadores, Damasco e Israel estaban presionando a Judá para conformar una coalición contra Asiria y así zafarse de su poder opresor. Sin embargo, Acaz se inclina por otra salida política: recurre directamente al poderoso del momento para solicitar protección y ayuda contra Damasco e Israel, no sin antes declararse «hijo y vasallo» del rey asirio Tiglat Piléser y de poner en sus manos un generoso presente (7s). Ni corto ni perezoso, el rey asirio atiende el llamado del desesperado rey de Judá y rápidamente se apodera de Damasco, capital de Siria, y mata al rey Razín. Sobre la suerte de Israel no se habla más en este capítulo, pero hemos de suponer que la represión aumenta. En reconocimiento a Tiglat Piléser, Acaz manda construir en Jerusalén un altar idéntico al que ha visto en Damasco, donde se debía celebrar el culto oficial al rey. Es curioso que no haya ni una sola palabra de valoración crítica a esta actuación de Acaz, ya que toca valores tan tradicionales como el Templo, el altar y el culto. Hemos de entender que en la valoración dada en los versículos 3s queda todo dicho.