II Reyes  25 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 30 versitos |
1

Caída de Jerusalén
Jr 52

Pero el año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor.
2 La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías,
3 el día noveno del mes cuarto. El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población.
4 Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche, por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa.
5 El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban, abandonándolo.
6 Apresaron al rey, y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó.
7 A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.
8 El día primero del quinto mes – que corresponde al año diecinueve del renado de Nabucodonosor en Babilonia– llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.
9 Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios.
10 El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén.
11 Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe.
12 De la clase baja dejó algunos, para que cultivaran los campos y las viñas.
13 Los caldeos rompieron las columnas de bronce, las bases y el depósito de bronce que había en el templo, para llevarse el bronce a Babilonia.
14 También llevaron los calderos, paletas, cuchillos, bandejas y todos los utensilios de bronce que servían para el culto.
15 El jefe de la guardia tomó los incensarios e hisopos, y todo lo que había, en dos lotes, de oro y de plata,
16 y las dos columnas, el depósito y los pedestales que había hecho Salomón para el templo; era imposible calcular lo que pesaba el bronce de aquellos objetos;
17 cada columna medía nueve metros y estaba rematada por un capitel de bronce de metro y medio de altura, adornado con trenzados y granadas alrededor, todo de bronce.
18 El jefe de la guardia apresó al sumo sacerdote, Serayas, al vicario Sofonías y a los tres porteros;
19 en la ciudad, apresó también a un dignatario jefe del ejército y a cinco hombres del servicio personal del rey, que se encontraban en la ciudad; al secretario del general en jefe, que había hecho el reclutamiento de los terratenientes, y a sesenta ciudadanos que se encontraban en la ciudad.
20 Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y se los llevó al rey de Babilonia, a Ribla.
21 El rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat.
Así marchó Judá al destierro.
22

Godolías
Jr 40s

Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, gobernador de los que quedaban en territorio de Judá, la gente que él dejaba.
23 Cuando los capitanes y sus hombres oyeron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías, fueron a Mispá, a visitarlo, Ismael, hijo de Natanías; Juan, hijo de Carej; Serayas, hijo de Tanjumet, el netofateo, y Yezanías, de Maacá; todos ellos con sus hombres.
24 Godolías les juró:
– No teman someterse a los caldeos. Permanezcan en el país, obedezcan al rey de Babilonia y les irá bien.
25 Pero al séptimo mes, Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisamá, de sangre real, llegó con diez hombres y asesinó a Godolías y a los judíos y caldeos de su séquito en Mispá.
26 Todo el pueblo, chicos y grandes, con los capitanes, emprendieron la huida a Egipto, por miedo a los caldeos.
27

Amnistía

El año treinta y siete del destierro de Jeconías de Judá, el día veinticuatro del mes doce, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año de su subida al trono, concedió gracia a Jeconías de Judá y lo sacó de la cárcel.
28 Le prometió su favor y colocó su trono más alto que los de los otros reyes que había con él en Babilonia.
29 Le cambió el traje de preso y le hizo comer a su mesa mientras vivió.
30 Y mientras vivió se le pasaba una pensión diaria de parte del rey.

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Introducción a II Reyes 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Reyes  25,1-21Caída de Jerusalén. Las tropas babilónicas se presentan de nuevo en la ciudad de Jerusalén, que alcanza a resistir durante algún tiempo. Cuando ya se veía todo perdido, el rey decide abrir una brecha en la muralla de la ciudad y escapar de noche, pero es alcanzado cerca de Jericó y llevado preso a Ribla. Allí ejecuta Nabucodonosor dos acciones con un alto valor simbólico: asesina en presencia del rey preso a sus propios hijos, luego le arranca los ojos y lo encadena para llevarlo prisionero a Babilonia, capital del imperio. De otro lado, Jerusalén es arrasada, sus murallas destruidas y el Templo incendiado; el sumo sacerdote es apresado y el resto de la población deportada, quedando sólo unos cuantos habitantes de la clase social más baja. «Así marchó Judá al destierro» (21).


II Reyes  25,22-26Godolías. Para controlar el territorio conquistado de Judá, Babilonia nombra gobernador a Godolías, al parecer miembro de una familia noble de Jerusalén. Godolías se establece en Mispá, ciudad vecina a la destruida capital, desde donde aconseja a sus paisanos que se mantengan sumisos al nuevo amo para no sufrir más complicaciones. Sin embargo, a los pocos meses es asesinado por uno del partido antibabilónico. Esta acción atrajo entre la población el temor a las represalias de Babilonia, y por ello muchos huyeron a refugiarse en Egipto. Recordemos que en esta huída arrastraron consigo a Jeremías, el profeta que prefería la sumisión a Babilonia antes que pensar en Egipto como apoyo, y menos aún como lugar de refugio.
II Reyes  25,27-30Amnistía. Era costumbre entre los reyes mesopotámicos conceder gracias especiales al pueblo en el año de su ascensión al trono; se habla incluso de una condonación general de deudas y de la liberación de algunos presos. Es probable que Evil Merodac, sucesor de Nabucodonosor, continuara con esta tradición y concediera la amnistía no sólo a Joaquín, el rey que había sido llevado a Babilonia en el primer grupo de deportados de Judá, sino también a otros reyes presos. El narrador deuteronomista sólo menciona a Joaquín; el rey le promete su favor y su asiento es el más alto de entre el resto de los amnistiados (28). Con estos datos, el narrador quizá pretenda mantener viva la esperanza de un futuro distinto para Judá; puede que vea en Joaquín, favorecido ahora por el rey babilónico, el punto en el cual se apoyará la continuidad de la promesa davídica, aquél de quien descenderá el rey bueno y justo que describe Deu_17:14-20. El hecho es que el deuteronomista no constata deliberadamente el fin definitivo de Judá, ni hace ningún tipo de reflexión como la que hiciera ante la caída del reino del norte. Tampoco explicita que ya no tiene caso seguir pensando en una futura monarquía, y menos aún en una dinastía davídica.