1
Milagros de Eliseo 1 Re 17,13-16
Una mujer, esposa de uno de la hermandad de profetas, suplicó a Eliseo: – Mi marido, servidor tuyo, ha muerto. Y tú sabes que era hombre religioso. Pero ahora ha venido un acreedor para llevarse a mis dos hijos como esclavos. |
2 Eliseo le dijo: –¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Respondió ella: – Todo lo que tu servidora tiene en casa es una botella de aceite. |
3 Entonces Eliseo le dijo: – Ve y pide prestadas a tus vecinas vasijas vacías; cuantas más sean, mejor. |
4 Luego entra en casa, te cierras por dentro con tus hijos y comienza a echar aceite en todas las vasijas; a medida que las vayas llenando, las irás poniendo aparte. |
5 La mujer se fue. Cuando se cerró por dentro con sus hijos, ellos le acercaron las vasijas y ella fue echando aceite. |
6 Se llenaron todas, y pidió a uno de los hijos: – Acércame otra. Él contestó: – Ya no hay más. Entonces dejó de correr el aceite. |
7 Ella fue a decírselo al hombre de Dios, y éste le dijo: – Ve a vender el aceite, paga a tu acreedor y tú y tus hijos vivan de lo que sobre. |
8
El hijo de la sunamita 1 Re 17,17-24
Un día pasó Eliseo por Sunán. Había allí una mujer rica que le obligó a comer en su casa; después, siempre que él pasaba, entraba allí a comer. |
9 Un día dijo la mujer a su marido: – Mira, ése que viene siempre por casa es un santo hombre de Dios. |
10 Si te parece, le haremos en la azotea una pequeña habitación; le pondremos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y cuando venga a casa, podrá quedarse allí arriba. |
11 Un día que Eliseo llegó a Sunán, subió a la habitación de la azotea y durmió allí. |
12 Después dijo a su criado, Guejazí: – Llama a la sunamita. La llamó y se presentó ante él. |
13 Entonces Eliseo habló a Guejazí: – Dile: Te has tomado todas estas molestias por nosotros. ¿Qué puedo hacer por ti? Si quieres alguna recomendación para el rey o el general... Ella dijo: – Yo vivo con los míos. |
14 Pero Eliseo insistió: –¿Qué podríamos hacer por ella? Guejazí comentó: – Qué sé yo. No tiene hijos y su marido es viejo. |
15 Eliseo dijo: – Llámala. La llamó. Ella se quedó junto a la puerta |
16 y Eliseo le dijo: – El año que viene por estas fechas abrazarás a un hijo. Ella respondió: – Por favor, no, señor, no engañes a tu servidora. |
17 Pero la mujer concibió, y dio a luz un hijo al año siguiente por aquellas fechas, como le había predicho Eliseo. |
18 El niño creció. Un día fue a ver a su padre, que estaba con los que cosechaban, |
19 y dijo: –¡Me duele la cabeza! Su padre dijo a un criado: – Llévalo a su madre. |
20 El criado lo tomó y se lo llevó a su madre; ella lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía, y el niño murió. |
21 Lo subió y lo acostó en la cama del hombre de Dios. Cerró la puerta y salió. |
22 Llamó a su marido y le dijo: – Haz el favor de mandarme un criado y una burra; voy a ir corriendo a ver al hombre de Dios y vuelvo en seguida. |
23 Él le dijo: –¿Por qué vas a ir hoy a visitarlo si no es luna nueva ni sábado? Pero ella respondió: – Hasta luego. |
24 Hizo aparejar la burra y ordenó al criado: – Toma la rienda y camina. No detengas la marcha si no te lo digo. |
25 Marchó y llegó a donde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Cuando Eliseo la vio venir, dijo a su criado Guejazí: |
26 – Allí viene la sunamita. Corre a su encuentro y pregúntale qué tal están ella, su marido y el niño. Ella respondió: – Estamos bien. |
27 Pero al llegar junto al hombre de Dios, en lo alto del monte, se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: – Déjala, que está apenada, y el Señor me lo tenía oculto sin revelármelo. |
28 Entonces la mujer dijo: –¿Te pedí yo un hijo? ¡Te dije que no me ilusionaras! |
29 Eliseo ordenó a Guejazí: – Cíñete el cinturón, toma mi bastón y ponte en camino; si encuentras a alguno no lo saludes y si te saluda alguno no le respondas. Coloca mi bastón sobre el rostro del niño. |
30 Pero la madre exclamó: –¡Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré! Entonces Eliseo se levantó y la siguió. |
31 Mientras tanto, Guejazí se había adelantado y había puesto el bastón sobre el rostro del niño, pero el niño no habló ni reaccionó. Guejazí volvió al encuentro de Eliseo y le comunicó: – El niño no se ha despertado. |
32 Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto tendido en su cama. |
33 Entró, cerró la puerta y oró al Señor. |
34 Luego subió a la cama y se echó sobre el niño, boca con boca, ojos con ojos, manos con manos; permaneció recostado sobre él y la carne del niño fue entrando en calor. |
35 Entonces Eliseo se puso a pasear por la habitación, de acá para allá; subió de nuevo a la cama y se recostó sobre el niño, y así hasta siete veces; el niño estornudó y abrió los ojos. |
36 Eliseo llamó a Guejazí, y le ordenó: – Llama a la sunamita. La llamó, y cuando llegó, Eliseo le dijo: – Toma a tu hijo. |
37 Ella entró y se arrojó a sus pies, postrada en tierra. Luego tomó a su hijo y salió. |
38 Cuando Eliseo volvió a Guilgal, se pasaba hambre en aquella región. La comunidad de profetas estaba sentada junto a él, y Eliseo ordenó a su criado: – Coloca sobre el fuego la olla grande y cuece un caldo para la comunidad. |
39 Uno de ellos salió al campo a recoger unas hierbas; encontró una especie de viña silvestre, de la que recogió los frutos salvajes hasta llenar el manto. Al llegar, las fue echando en el caldo sin saber lo que hacía. |
40 Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el caldo, gritaron: –¡Hombre de Dios, esto tiene veneno! Y no pudieron tragarlo. |
41 Entonces Eliseo ordenó: – Tráiganme harina. La echó en la olla, y dijo: – Sirve a la gente, que coman. Y el caldo ya no sabía mal. |
42 Uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: – Dáselos a la gente, que coman. |
43 El criado replicó: –¿Qué hago yo con esto para cien personas? Eliseo insistió: – Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará. |
44 Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor. |