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Naamán de Siria y Eliseo Lv 13
Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, porque por su medio el Señor había dado la victoria a Siria; pero estaba enfermo de la piel. |
2 En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, |
3 entonces ella dijo a su señora: – Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría; él lo libraría de su enfermedad. |
4 Naamán fue a informar a su señor: – La muchacha israelita ha dicho esto y esto. |
5 El rey de Siria le dijo: – Ven, que te doy una carta para el rey de Israel. Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. |
6 Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad. |
7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: –¿Acaso soy yo un dios capaz de dar muerte o vida para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fíjense bien y verán cómo está buscando un pretexto contra mí. |
8 Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, y le envió este recado: –¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. |
9 Naamán llegó con sus caballos y su carro y se detuvo ante la puerta de Eliseo. |
10 Eliseo mandó a uno a decirle: – Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia. |
11 Naamán se enojó y decidió irse, comentando: – Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto de pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. |
12 ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio? Dio media vuelta y se marchaba furioso. |
13 Pero sus servidores se le acercaron y le dijeron: – Señor, si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria, ¿no la habrías hecho? Cuánto más si lo que te indica para quedar limpio es simplemente que te bañes. |
14 Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia, como la de un niño. |
15 Volvió con su comitiva y se presentó al hombre de Dios, diciendo: – Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor. |
16 Eliseo contestó: –¡Por la vida del Señor, a quien sirvo! No aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo rehusó. |
17 Naamán dijo: – Entonces que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor. |
18 Y que el Señor me perdone: si al entrar mi señor en el templo de Rimón para adorarlo se apoya en mi mano, y yo también me postro ante Rimón, que el Señor me perdone ese gesto. |
19 Eliseo le dijo: – Vete en paz. Naamán se marchó. Y había caminado ya un buen trecho, |
20 cuando Guejazí, criado del hombre de Dios Eliseo, pensó: Mi amo ha sido demasiado generoso con ese sirio, Naamán, no aceptando nada de lo que ofrecía. ¡Por la vida del Señor! Voy a correr detrás para que me dé algo. |
21 Guejazí siguió a Naamán, y cuando éste lo vio correr tras él, bajó de la carroza para ir a su encuentro y lo saludó. Guejazí respondió al saludo, |
22 y dijo: – Mi amo me manda a decirte que precisamente en este momento se le han presentado dos muchachos de la serranía de Efraín, de la comunidad de los profetas; que hagas el favor de darme para ellos tres arrobas de plata y dos mudas de ropa. |
23 Naamán dijo: – Ten la bondad de tomar el doble. Y le insistió, hasta que le metió en dos bolsas seis arrobas junto con las dos mudas de ropa, que entregó a un par de esclavos para que se los llevasen. |
24 Al llegar a la colina, Guejazí lo recogió todo, lo guardó en su casa y despidió a los hombres, que se marcharon. |
25 Cuando se presentó a su amo, Eliseo le preguntó: – Guejazí, ¿de dónde vienes? Respondió: – No me he movido de aquí. |
26 Eliseo le dijo: – Mi pensamiento te seguía cuando aquel hombre se apeó de su carroza para ir a tu encuentro. ¿Es el momento de aceptar dinero y vestidos, olivares y viñas, ovejas y vacas, criados y criadas? |
27 ¡Que la enfermedad de Naamán se te pegue a ti y a tus descendientes para siempre! Cuando Guejazí se retiró de su presencia, estaba leproso, blanco como nieve. |