I Crónicas 11 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 47 versitos |
1

David, rey de Israel
2 Sm 5,1-3

Los israelitas se reunieron con David en Hebrón y le dijeron:
– Mira, somos de la misma sangre.
2 Ya antes, cuando todavía Saúl era rey, tú eras el verdadero general de Israel. El Señor, tu Dios, te dijo: Tú pastorearás a mi pueblo, Israel; tú serás jefe de mi pueblo, Israel.
3 Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón, donde estaba el rey. David hizo un pacto con ellos delante del Señor y ellos ungieron como rey de Israel, tal como lo había dicho el Señor por medio de Samuel.
4

Conquista de Jerusalén
2 Sm 5,6-10; 23,8-39

David y los israelitas marcharon sobre Jerusalén, es decir, Jebús, cuyo territorio estaba en manos de los jebuseos.
5 Los habitantes de Jebús dijeron a David:
– No entrarás aquí.
Pero David conquistó la fortaleza de Sión, la Ciudad de David.
6 David había prometido:
– Al primero que mate a un jebuseo lo nombro general en jefe.
Joab, hijo de Seruyá, subió el primero y llegó a general.
7 David se instaló en la fortaleza, y por eso la llamaron Ciudad de David.
8 Ensanchó la ciudad a partir del terraplén, mientras Joab restauraba el resto de la ciudad.
9 David iba creciendo en poderío y el Señor Todopoderoso estaba con él.
10 Capitanes de David que se distinguieron durante su reinado y que con todo Israel lo nombraron rey, como había predicho el Señor a Israel.
11 Lista de los guerreros de David:
Yasobeán, el jaquemonita, primero de la terna, que blandió su lanza y mató a trescientos en una sola arremetida.
12 Segundo, Eleazar, hijo de Dodó, el ajojita; también pertenecía a la terna.
13 Estuvo con David en Fesdamín, cuando los filisteos se concentraron allí para el combate; había una parcela toda sembrada de cebada.
14 El ejército huía ante los filisteos, pero él se situó en medio de la parcela, la defendió y mató a los filisteos. Así el Señor alcanzó una gran victoria.
15 Tres de los treinta bajaron a la peña, al refugio de Adulán, donde se encontraba David mientras una banda de filisteos acampaba en Valle de Refaín.
16 David estaba entonces en el refugio, y la guarnición filistea ocupaba Belén.
17 David sintió sed y exclamó:
–¡Quién me diera de beber agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!
18 Los tres irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo, junto a la puerta de Belén, y se la llevaron a David. Pero David no quiso beberla, sino que la derramó como obsequio al Señor,
19 diciendo:
–¡Líbreme Dios de hacerlo! Sería beber la sangre de estos hombres, que han arriesgado su vida para traerla.
Y no quiso beberla. Éstas fueron las hazañas de los tres valientes.
20 Abisay, hermano de Joab, era jefe de los treinta. Blandiendo su lanza, mató a trescientos y ganó renombre entre los treinta;
21 se destacó entre ellos y fue su jefe, pero no llegó a igualar a los tres.
22 Benayas, hijo de Yehoyadá, natural de Cabseel, era un tipo aguerrido, pródigo en hazañas. Mató a los dos moabitas hijos de Ariel y bajó a matar al león en la cisterna el día de la nieve.
23 Mató también a un egipcio que medía dos metros y medio y empuñaba una lanza del tamaño del palo grande de un telar. Benayas fue hacia él con un palo, le arrebató la lanza y con ella lo mató.
24 Ésas fueron las hazañas de Benayas, hijo de Yehoyadá, con las cuales ganó renombre entre los treinta guerreros.
25 Se destacó entre ellos, pero no llegó a igualar a los tres. David lo puso al frente de su escolta.
26 Los guerreros más famosos eran:
Asael, hermano de Joab. Eljanán, hijo de Dodó, de Belén.
27 Samot, el de Jarod. Jeles, el pelteo.
28 Irá, hijo de Iqués, de Tecua. Abiézer, de Anatot.
29 Sibcay, el jusita. Ilay, el ajojita.
30 Mahray, de Netof. Jéled, hijo de Baná, de Netof.
31 Itay, hijo de Ribay, de Guibeá de Benjamín. Benayas, de Piratón.
32 Juray, de Río Gaas. Abiel, de Arabá.
33 Azmaut, de Bajurín. Elyajbá, el saalbonita.
34 Yasán, el gunita. Jonatán, hijo de Sagué, de Arar.
35 Ajián, hijo de Sacar, el ararita. Elifal, hijo de Ur.
36 Jéfer, de Mequerá. Ajías, el pelteo.
37 Jesró, de Carmel. Naaray, hijo de Ezbay.
38 Joel, hermano de Natán. Mibjar, hijo de Hagrí.
39 Sélec, el amonita. Najeray, Beerot, escudero de Joab, hijo de Seruyá.
40 Irá, de Yatir. Gareb, de Yatir.
41 Urías, el hitita. Zabad, hijo de Ajlay.
42 Adiná, hijo de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, y con él treinta.
43 Janán, hijo de Maacá. Josafat, el mitnita.
44 Uzías, de Astarot. Samá y Yeguiel, hijos de Jotán, de Aroer.
45 Yediael, hijo de Simrí. Yojá, su hermano, el tisita.
46 Eliel, el majavita. Yeribay y Yosavías, hijos de Elnaan. Yitmá, el moabita.
47 Eliel, Obed y Yasiel, de Sobá.

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Introducción a I Crónicas

1 CRÓNICAS

Historia Cronista. Hacia el año 400 a.C., según muchos indicios, se compuso la obra histórica que abarca los libros de las Crónicas -Anales o Paralipómenos-, Esdras y Nehemías; desde Adán hasta Esdras. ¿Hacía falta volver a escribir la historia? ¿No bastaba añadir a lo ya escrito unos capítulos sobre la vuelta del destierro y la comunidad judía del s. V a.C.? El autor, que conocía la situación de primera mano, juzgó que debía hacerlo.
Para componer su obra recoge gran parte de sus materiales de los libros históricos precedentes, ya sea compilando largas listas genealógicas, ya sea copiando con retoques capítulos enteros. Tan importante como lo que toma de los libros de Samuel y de los Reyes, es lo que excluye: 1. La historia de Saúl y del reino del Norte. 2. Los episodios menos edificantes de sus héroes, David y Salomón. 3. Mucho de la actividad civil, militar y política de ambos. ¿Qué finalidad se propuso al escribir su obra?

Novedad de Crónicas. El autor, sencilla y audazmente, quiso ofrecer una nueva lectura de la historia, como si la función primaria de ésta fuera congregarse en el Templo para encontrar al Señor y alabarlo; una visión litúrgica de la historia. La alabanza se complementa con la súplica confiada: en las dificultades, en las batallas, el pueblo tiene que rezar, confiar y esperar; el resto lo hace milagrosamente Dios.
Hacia ese centro histórico, el Templo como lugar del encuentro y de la alabanza, tienden todas las generaciones desde Adán hasta la época del autor.
Para esta empresa cúltica llegó a reinar David; sus guerras se cuentan para justificar que él no pudo edificar el Templo; el episodio del censo infausto se cuenta porque introduce el terreno en que se alzará el Templo. Salomón completa a su padre David en cuanto proyecta, ejecuta y realiza la construcción. Lo que sigue, cuelga de ese centro histórico, sobre todo en forma de sucesivas restauraciones o reformas: Josafat, Joás, Ezequías y Josías. La restauración llevada a cabo por Ciro (cfr. el final del Segundo libro de Crónicas) viene postulada por el dinamismo de la obra.
No es de extrañar que los levitas ocupen una parte privilegiada en el conjunto narrativo; son mencionados unas cien veces en Crónicas, unas sesenta en Esdras y Nehemías frente a las tres de Samuel y Reyes. A la clase levítica pertenecía el reformador Esdras, y algunos profetas citados en la obra ostentan un cierto aire levítico. David, de la tribu de Judá, es el fundador y patrono de la institución levítica; pero el rey no debe usurpar funciones sacerdotales.
La práctica del culto ocupa gran espacio en el libro, es criterio para enjuiciar a muchos reyes, es el puesto adonde se convoca la historia pretérita, en forma de recuerdo, como tema de alabanza.

Autor y finalidad. ¿Quién escribe esta extraña historia, haciendo pobre competencia a las ya escritas? Probablemente un personaje con una tarea difícil y urgente, que necesita un documento simple y eficaz para su tarea.
La situación grave sería la de la comunidad judía en la segunda mitad del s. V a.C.; una comunidad dependiente del imperio persa, como grupo tolerado y ligeramente sospechoso, con problemas internos de decadencia religiosa, de disolución entre los habitantes de la zona, amenazada por los vecinos samaritanos, que también se consideraban pueblo escogido y apelaban a Moisés y a su Torá. La personalidad robusta sería un hombre con clara conciencia de la situación, conocimiento de la historia y energía para enfrentarse con los problemas.
Su acción se desarrollaría en dos planos paralelos: reformas concretas y enérgicas y un documento que las justificase -como el Deuteronomio para la reforma de Josías-.
Las genealogías enlazan, reparten, organizan, porque ese pueblo de judíos amenazado por dentro y por fuera está sujeto por fuertes cadenas a la historia universal, con identidad propia que no puede perder, ya que es el resultado de una elección divina. Los pocos y débiles judíos del s. V a.C. son realmente el Israel elegido como centro de la historia universal.
Una historia que se centra en David, porque en él cristaliza la institución y la ley de Moisés, que los samaritanos quisieran poseer en monopolio. Se centra en Jerusalén, verdadero y único centro religioso, frente a las pretensiones de Siquén y el monte Garizín -donde a finales del s. V a.C. los samaritanos construyeron un templo rival-. Se centra en el culto del Templo, porque en él el pueblo siente su unidad ante Dios, en él sucede el encuentro con el Señor. La alabanza infunde optimismo y la plegaria escuchada excita a la confianza, dos cosas que necesitan los judíos para los años venideros.

Resultado. ¿Logró el autor lo que intentaba? Sabemos que la comunidad judía continuó sin perder su identidad y supo enfrentarse un siglo más tarde a la onda arrolladora del helenismo y, después, a todos los avatares de una historia de diásporas, persecuciones y holocaustos. No es que la historia Cronista explique por sí solo tal éxito, pero probablemente tuvo su parte al tratar de definir la identidad del pueblo de Israel no en términos políticos, sino en términos de una misión trascendente: escuchar la Palabra de Dios, obedecer su ley y rendirle culto.

INTRODUCCIÓN

Una de las aficiones sobresalientes de este autor son las listas de nombres. Una quinta parte de la obra la constituyen estas listas. Desfilan en ella algunos nombres ilustres, como un friso con mucha historia cargada a las espaldas; otros son personajes secundarios; otros son simples comparsas en términos de acción. Y el autor nos deja sin nombrar los jefes.
¿Por qué semejante afán? Desde luego actúa el deseo de registrar, la fidelidad burocrática de archivar y copiar. Claro que al lector normal no le interesan esas listas por sí mismas, y es lógico que se las salte. Muchos personajes y poca acción. ¿Hay algo más en ese afán? Una cierta afición nobiliaria a los árboles genealógicos: David empalma con Abrahán y Adán, muchos israelitas enlazan con los doce Patriarcas y con su padre, Jacob. El pobre Israel del s. V a.C. tiene una trayectoria de nobleza histórica: desciende de aquellos personajes que interpretaron una historia cuyo protagonista era Dios.
Esa historia es movimiento «de generación en generación»: nada de mitos ni de héroes legendarios, sino hombres de carne y hueso con sus nombres propios -no figuran las mujeres-. Y esa historia es prueba de la fidelidad de Dios, que no ha dejado perderse ni extinguirse a su pueblo, que siempre lo ha acompañado con la bendición patriarcal de la fecundidad, unas veces acreciendo, otras conservando un resto.
Como hay un libro que registra los nombres de los que viven, así este libro conserva el nombre y la memoria de los que vivieron y los transmite a la posteridad.
¿Se trata de nombres históricos o inventa el autor? Hemos de contar con el hecho de recuerdos tenaces en el seno de las familias y con la posibilidad de archivos salvados de la catástrofe. Carecemos de datos objetivos para controlar la validez de las listas. En cuanto a la transmisión escrita, el género se prestaba a las corrupciones, adaptaciones y demás errores de copia y transliteración.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

I Crónicas 11,1-47David, rey de Israel - Conquista de Jerusalén. David aparece como rey de todo Israel. No menciona el reinado precedente de siete años en Hebrón. La idea de fondo del Cronista es presentar un Israel unido y compacto en torno a la figura de David. La conquista de Jerusalén es el episodio inaugural de su reinado: la elección de David va unida entonces a la elección de la capital. La lista de seguidores de David (11,10-47) depende de 2Sa_23:8-39.