II Crónicas  23 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 21 versitos |
1 Al año séptimo, Yehoyadá se armó de valor y reunió a los centuriones: Azarías, hijo de Yeroján, Ismael, hijo de Juan, Azarías, hijo de Obed, Maseyas, hijo de Adaya, y Elisafat, hijo de Zicrí. Se juramentó con ellos
2 y recorrieron Judá congregando a los levitas de todas las ciudades y a los jefes de familia de Israel. Cuando regresaron a Jerusalén, toda la comunidad
3 hizo en el templo un pacto con el rey. Luego les dijo:
– Debe reinar un hijo del rey, como prometió el Señor a la descendencia de David.
4 Van a hacer lo siguiente: el tercio de ustedes, sacerdotes y levitas, que entra de servicio el sábado, hará guardia en las puertas;
5 otro tercio ocupará el palacio, y el último tercio la Puerta del Fundamento. El pueblo se situará en los atrios del templo.
6 Pero que nadie entre en el templo, a excepción de los sacerdotes y los levitas de servicio. Ellos pueden hacerlo porque están consagrados; pero el pueblo deberá observar las prescripciones del Señor.
7 Los levitas rodearán al rey por todas partes, arma en mano. Si alguno quiere entrar en palacio, mátenlo. Y permanezcan junto al rey, vaya a donde vaya.
8 Los levitas y los judíos hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres, los que estaban de servicio el sábado y los que quedaban libres, porque el sacerdote Yehoyadá no exceptuó a ninguna de las secciones.
9 El sacerdote Yehoyadá entregó a los oficiales las lanzas, y los diversos escudos del rey David, que se guardaban en el templo.
10 Colocó a todo el pueblo, con armas arrojadizas, desde el ángulo sur hasta el ángulo norte del templo, entre el altar y el templo, para proteger al rey.
11 Entonces sacaron al príncipe, le colocaron la diadema y las insignias, lo proclamaron rey, y Yehoyadá y sus hijos lo ungieron, aclamando:
–¡Viva el rey!
12 Atalía oyó el clamor de la tropa que corría y aclamaba al rey y se fue hacia la gente, al templo.
13 Pero cuando vio al rey de pie sobre su estrado, junto a la entrada, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la población en fiesta, las trompetas tocando y los cantores acompañando los cánticos de alabanza con sus instrumentos, se rasgó las vestiduras y dijo:
–¡Traición, traición!
14 El sacerdote Yehoyadá ordenó a los oficiales que mandaban las fuerzas:
– Sáquenla del atrio. Al que la siga lo matan.
Porque no quería que la matasen en el templo.
15 La fueron empujando con las manos, y cuando llegaba a palacio por la Puerta de las Caballerías, allí la mataron.
16 Yehoyadá selló un pacto con todo el pueblo y con el rey para que fuera el pueblo del Señor.
17 Toda la población se dirigió luego al templo de Baal: lo destruyeron, derribaron sus altares y sus imágenes, y a Matán, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar.
18 Yehoyadá puso guardias en el templo, a las órdenes de los sacerdotes y levitas que David había distribuido en la casa de Dios para ofrecer holocaustos al Señor – según manda la ley de Moisés– con alegría y con cánticos, según las prescripciones de David.
19 Puso porteros en las puertas del templo para que no entrase absolutamente nada impuro.
20 Luego, con los centuriones, los notables, las autoridades y todo el vecindario, bajaron del templo al rey, lo llevaron a palacio por la Puerta Superior e instalaron al rey en el trono real.
21 Toda la población hizo fiesta y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado a espada.

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Introducción a II Crónicas 

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Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

II Crónicas  23,1-21Lucha contra Atalía. El episodio de la muerte de Atalía sigue a 2Re_11:1-20 con cambios significativos: la ejecución de la empresa es realizada por los sacerdotes, levitas e incluso los cantores, no por soldados; la aceptación del nuevo rey Joás es unánime. El relato final de la reforma del sacerdote Yehoyadá (2Re_23:16-21) se presenta como una restauración de las instituciones davídicas.