Ester  9 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 32 versitos |
1

Venganza judía

El día trece del mes duodécimo, o sea, el mes de marzo, cuando debía ejecutarse el decreto del rey, el día en que los enemigos de los judíos esperaban apoderarse de ellos, se produjo un cambio de situación, y fueron los judíos quienes se apoderaron de sus enemigos.
2 Los judíos se concentraron en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para atacar a los que habían intentado destruirlos. Nadie les opuso resistencia, porque el temor a los judíos se había apoderado de todos los pueblos.
3 Los jefes de las provincias, las autoridades, los gobernadores y funcionarios reales apoyaron a los judíos por miedo a Mardoqueo,
4 porque Mardoqueo tenía un alto cargo en palacio y su fama se extendía por todas las provincias: Mardoqueo iba aumentando su poder.
5 Los judíos pasaron a cuchillo a sus enemigos, matándolos y exterminándolos; hicieron de ellos lo que quisieron.
6 En la fortaleza de Susa exterminaron a quinientos hombres,
7 y también a Parsandatá, Dalfón, Aspatá,
8 Poratá, Adalía, Aridatá,
9 Parmastá, Arisay, Ariday y Vaizatá,
10 los diez hijos de Amán, de Hamdatá, enemigo de los judíos. Pero no obtuvieron botín.
11 Cuando aquel mismo día comunicaron al rey el número de víctimas en la fortaleza de Susa,
12 dijo a la reina Ester:
– Sólo en la fortaleza de Susa los judíos han exterminado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las demás provincias del imperio? Pide lo que quieras, y te lo daré; si deseas algo más, se hará.
13 Ester respondió:
– Si al rey le agrada, que los judíos de Susa puedan prorrogar hasta mañana el cumplimiento del decreto. Y que cuelguen a los diez hijos de Amán.
14 El rey ordenó que se hiciese así: se prorrogó el decreto en Susa y colgaron a los diez hijos de Amán.
15 Así, los judíos de Susa se concentraron también el día catorce del mes de marzo. Mataron a otros trescientos hombres, pero no recogieron ningún botín.
16 Los demás judíos en las provincias del imperio se concentraron para defenderse, eliminando a sus enemigos; mataron a setenta y cinco mil adversarios, pero no tomaron botín.
17

Fiesta de Purim

Eso fue el día trece del mes de marzo, y el día catorce descansaron, declarándolo día festivo.
18 En cambio, los judíos de Susa se reunieron los días trece y catorce; el día quince descansaron, declarándolo día festivo.
19 Por eso los judíos del campo, los que viven en los poblados, celebran como gran día festivo el catorce del mes de marzo, y se hacen regalos.
20 Mardoqueo puso todo esto por escrito, y mandó cartas a todos los judíos de todas las provincias del rey Asuero, próximos y lejanos,
21 encargándoles celebrar anualmente los días catorce y quince del mes de marzo,
22 por ser los días en los cuales los judíos quedaron libres de sus enemigos y el mes en que se les cambió la tristeza en alegría y el luto en fiesta. Que los declararan días festivos, que se hicieran regalos y dieran también a los pobres.
23 Los judíos, que ya habían empezado a hacerlo, aceptaron lo que les escribió Mardoqueo.
24 Porque Amán, hijo de Hamdatá, descendiente de Agag, el enemigo de los judíos, había hecho el sorteo, llamado pur, para eliminarlos y destruirlos;
25 pero cuando Ester se presentó al rey, el rey escribió un documento volviendo contra Amán el plan perverso que había tramado contra los judíos, y lo colgaron en la horca, a él y a sus hijos.
26 Por eso, esos días se llaman purim, de la palabra pur.
Según el texto de aquella carta, y lo que habían presenciado o las noticias que les habían llegado,
27 los judíos ratificaron y se comprometieron de forma irrevocable, ellos, sus descendientes y los prosélitos, a celebrar esos dos días anualmente, según aquel documento y en aquellas fechas.
28 Esos días, recordados y celebrados de generación en generación, en cada familia y provincia y ciudad, esos días de purim no desaparecerán de entre los judíos, ni su recuerdo perecerá entre sus descendientes.
29 La reina Ester, hija de Abijail, y el judío Mardoqueo escribieron urgiendo el cumplimiento de la segunda carta sobre los días de purim,
30 y enviaron cartas a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del imperio de Asuero, saludándolos sinceramente
31 y ratificando la celebración de esos días de purim tal como les habían ordenado el judío Mardoqueo y la reina Ester, y tal como se habían comprometido ellos mismos y sus descendientes, con algunas cláusulas sobre ayunos y lamentaciones.
32 Así, el edicto de Ester fijó las normas para celebrar los días de purim, y quedó consignado por escrito.

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Introducción a Ester 

ESTER

Contexto histórico. Tres libros narrativos tardíos corresponden a la diáspora judía y están situados con coordenadas ficticias. Tobías entre los deportados israelitas de Asiria; Daniel, entre los deportados de Babilonia; y Ester entre la diáspora judía de Persia.
Los tres libros juntos nos dan una idea genérica de la vida de los judíos en la diáspora. El problema central es la identidad de un pueblo disperso y su relación con la cultura circundante. La diáspora es un hecho admitido con el cual se convive tranquilamente. No se siente el afán de volver a la patria ni se echa apenas de menos el templo y su culto. Solo al final de Tobías aparece Jerusalén como en un sueño glorioso y testamentario.
En general, todo les va bien a los exiliados; incluso algunos personajes judíos ocupan puestos importantes en la corte: Tobías, como proveedor del rey Salmanasar; Daniel por su saber sobrehumano; en el presente libro, Mardoqueo y Ester, hasta el punto que el judío delata una conjura contra el emperador.
Dos peligros, sin embargo, acechan a los exiliados, uno permanentemente: el peligro de diluirse como minoría en la inmensidad heterogénea del imperio; pero a pesar de la dispersión, los judíos conservan unidad e identidad gracias a su legislación, sus libros y su memoria histórica. El otro peligro son las persecuciones esporádicas. La religión pagana no parece ser peligrosa por su atracción, pero cuando intenta imponerse a la fuerza, los judíos resisten victoriosamente y se mantienen fieles a su Dios.

El libro de Ester. El libro de Ester es un relato construido con habilidad y desarrollado con bastante acierto, no exento de las inverosimilitudes que entonces se aceptaban sin dificultad. El tema y esquema general es un grave peligro del pueblo judío, del que se libra maravillosamente; no hace falta mencionar a Dios para saber quién es el liberador. El desenlace es un juicio histórico, fácilmente atribuible al Juez de la historia. La escenificación en tierra extranjera permite detalles pintorescos y deja más espacio a la ficción. La exaltación del humillado y la intervención decisiva de una mujer son motivos tradicionales, tratados con bastante originalidad.
Los personajes son figuras típicas, sin relieve individual; pero el juego de contrastes les da relieve y anima la trama. Mardoqueo es encarnación de lo mejor de los judíos: sensatez y valor, tenacidad y calma; es un poco la conciencia de los judíos e intenta ser la de los demás.
A su lado, Ester resulta una joven sumisa y discreta, que en un momento de valentía alcanza la grandeza y representa un nuevo triunfo femenino en la literatura bíblica, detrás de Rebeca, Tamar, Yael, Rut, Abigaíl, y Judit. Sobre un fondo de maridos asustados ante la posible rebelión de las mujeres (1) asistimos al triunfo liberador de la belleza y la valentía de una mujer (compañera en esto de Judit).
El relato tiene un marcado carácter sapiencial, enseña en forma de gran parábola: el israelita aprenderá confianza, solidaridad, acción cautelosa; el extranjero puede aprender que los judíos son empleados de fiar, que debe respetar sus costumbres; también pueden escarmentar en la figura de Amán, porque hay alguien más poderoso, que sale por el pueblo judío.

El doble texto. Es muy posible que el libro conserve recuerdos de persecuciones y liberaciones de los judíos durante el dominio persa. Esto no quiere decir que el libro sea historia; es más bien una ficción bien ambientada y ejemplar; pudo haber sido escrita en la primera época helenística o durante la persecución de Antíoco IV. El libro se leyó después en zonas y épocas más tranquilas; entonces un autor griego recogió la obra y le añadió elementos para hacer explícita la acción de Dios: sueño y explicación, plegarias, aclaraciones; sustituyó la defensa armada por un edicto de tolerancia para los judíos.
Éste es el texto griego, que introducimos en el puesto correspondiente de la narración, distinguiéndolo con letra cursiva (Su numeración es la continuación al texto hebreo, así, el capítulo 1 del texto griego, es el capítulo 11 en nuestra versión). Se puede hacer una primera lectura saltándose dichos pasajes y una segunda incluyéndolos.

Mensaje religioso. Ester no es una novela de tesis, es un relato didáctico; sus enseñanzas se ofrecen sabiamente distribuidas a lo largo del libro. En la superficie, el relato hebreo original es llamativamente laico. Dios no interviene ni con milagros ni de otra manera patente. Pero no hace falta nombrarlo para descubrirlo en la trama y en lo inesperado del desenlace de los acontecimientos.
La victoria de los judíos es un gran juicio en el que los malvados reciben su merecido: se aplica la ley del Talión: «caen en la fosa que cavaron». El desenlace es, por tanto, un juicio histórico y no hace falta mucha profundización para que cualquier israelita sepa que el autor de dicha sentencia es Dios. Al traductor griego no le basta un Dios entre bastidores, y lo sacó a escena repetidas veces.
Hay algo, sin embargo, en el libro que nos turba, y es la complacencia en la venganza. La caída de Amán se retrata con detalles crueles, la victoria final desborda los presupuestos; los judíos se vengan de sus enemigos, cuentan las víctimas, alargan el plazo de la venganza, ponen gran empeño en recordar ese día. La justicia vindicativa podía cumplirse con moderación. Esta dificultad nos invita a leer el libro como cifra de la crueldad humana. Aún estamos lejos de Aquel que sustituyó la ley del Talión por la ley del amor, incluso a los enemigos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Ester  9,1-16Venganza judía. La clave de lectura unitaria de estos versículos es la guerra «santa» del pueblo contra los enemigos, según las viejas tradiciones de Deuteronomio, Josué y Jueces, y con algún influjo de textos escatológicos.


Ester  9,17-32Fiesta de Purim. Según Éx 12; 14, después de la muerte de los primogénitos, la noche que señala la liberación de los judíos, se instituye una fiesta conmemorativa. Elementos constitutivos son la fecha, un resumen catequético sobre el hecho y una serie de prescripciones; es la fiesta de la Pascua. De modo semejante, la liberación de los judíos en el imperio persa da nacimiento a una fiesta, y en estos versos tenemos una doble noticia sobre su institución: una carta de Mardoqueo y otra de Ester. La fiesta de Purim es celebrada todavía en nuestros días por los judíos recitando en la sinagoga el libro de Ester.