Salmos 10 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 18 versitos |
1 Infúndeles, Señor, tu terror;
sepan los gentiles que sólo son hombres.
2 ¿Por qué, Señor, te quedas lejos
y te escondes en los momentos de peligro?
3 El malvado,
que persigue con arrogancia al humilde,
será atrapado en las intrigas que urdió:
4 Sí, el malvado se gloría de su ambición,
el codicioso blasfema y desprecia al Señor;
5 el malvado dice con arrogancia:
Dios no pedirá cuentas,
no existe – así piensa– .
6 Su opulencia dura por siempre;
tus excelsos decretos le son ajenos,
los desprecia con total violencia.
7 Piensa: No vacilaré jamás,
siempre seré feliz y afortunado.
8 Su boca está llena de engaños y fraudes,
en su lengua encubre maldad y opresión;
9 se pone al acecho junto a los poblados
para matar a escondidas al inocente;
sus ojos espían al desgraciado,
10 acecha en su escondrijo
como león en su guarida,
acecha al humilde para secuestrarlo,
secuestra al humilde arrastrándolo en su red.
11 Se agazapa, se acurruca,
y los indigentes caen en sus garras.
12 El malvado piensa: Dios se ha olvidado,
se ha tapado la cara y ya no ve.
13 ¡Levántate, Señor, extiende la mano,
no te olvides de los humildes!
14 ¿Por qué el malvado desprecia a Dios
pensando que no le pedirá cuentas?
15 Pero tú ves las penas y desgracias,
tú los miras y los tomas en tus manos:
El débil se encomienda a ti,
tú eres el protector del huérfano.
16 ¡Quiebra el brazo al malvado
y págale su maldad!
Sólo tú rastreas su iniquidad.
17 El Señor es rey eterno, por siempre,
y los paganos desaparecerán de su tierra.
18 Tú escuchas, Señor,
los deseos de los humildes,
los reconfortas y les prestas atención.

Patrocinio

 
 

Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Salmos 10,1-18Continúa el salmo anterior. El salmista, audaz y confiado, se atreve a interrogar a Dios (1); que Dios abra los ojos y vea los pecados contra el prójimo, que son pecados de pensamiento, palabra y de obra (2s.6-10). Esta serie de pecados culmina en la blasfemia de la negación de Dios (3b-4), y el malvado se afirma en su seguridad personal (6.11). Ha de ser Dios quien intervenga en estos momentos: «¡Levántate... no te olvides!» (12). Si Dios puede rastrear la maldad, ¿no pagará al impío conforme a la maldad que cometió? (13). Dios es defensor del pobre (14); se impone que el ser humano, que es tierra y está hecho de tierra, no puede prevalecer contra Dios; ha de ser arrojado de la tierra de Dios (16). El versículo 7 es citado por Rom_3:14. Cuando constatemos que se impone el orgullo humano a costa de los inocentes, y Dios guarda silencio, será el momento de orar con este salmo.