Salmos 105 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 45 versitos |
1 Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
divulguen sus hazañas entre los pueblos.
2 Canten, toquen para él,
reciten todas sus maravillas.
3 Gloríense de su Nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor.
4 Recurran al Señor y a su poder,
busquen siempre su rostro.
5 Recuerden las maravillas que hizo,
sus prodigios y las sentencias de su boca.
6 ¡Estirpe de Abrahán, su siervo,
hijos de Jacob, su elegido!
7 El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
8 Se acordó de su alianza eterna,
del pacto establecido por generaciones,
9 el que concertó con Abrahán
y el que juró por sí mismo a Isaac;
10 el que confirmó como ley para Jacob,
como alianza eterna para Israel:
11 Te daré el país cananeo
como tu lote hereditario.
12 Cuando eran poco numerosos,
poquísimos y emigrantes en el país;
13 cuando iban de pueblo en pueblo,
de un reino a otra nación,
14 a nadie le permitió oprimirlos,
y por ellos castigó a reyes:
15 No toquen a mis ungidos,
no maltraten a mis profetas.
16 Trajo el hambre sobre aquel país,
tronchando los tallos del trigo.
17 Envió por delante a un hombre,
a José, vendido como esclavo.
18 Le trabaron los pies con grillos,
metieron su cuello en la argolla;
19 hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.
20 El rey ordenó que lo soltaran,
el soberano que lo libraran.
21 Lo nombró administrador de su casa
y señor de todas sus posesiones,
22 para que a su gusto instruyera a los nobles
y aleccionara a los ancianos.
23 Entonces Israel entró en Egipto,
Jacob emigró al país de Cam.
24 Dios hizo a su pueblo muy fecundo
y más poderoso que sus opresores
25 a quienes cambió el corazón,
para que odiaran a su pueblo
y usaran malas artes con sus siervos.
26 Envió a Moisés, su siervo,
y a Aarón, su elegido,
27 que realizaron sus signos en el desierto
y sus prodigios en el país de Cam.
28 Envió las tinieblas, y entenebreció,
pero ellos no reconocieron su obra.
29 Convirtió sus aguas en sangre
y dio muerte a todos sus peces.
30 Hizo que la tierra bullera de ranas,
hasta en los aposentos reales.
31 Ordenó que vinieran tábanos,
mosquitos por toda su comarca.
32 En vez de lluvia les dio granizo
y rayos por todo el territorio.
33 Dañó sus higueras y viñas
y tronchó los árboles de su comarca.
34 Ordenó que viniera la langosta,
saltamontes innumerables,
35 que devoraron el forraje del territorio,
y devoraron los frutos de sus campos.
36 Hirió a los primogénitos del territorio:
primicias de su virilidad.
37 Los sacó cargados de oro y plata,
y, de entre sus tribus,
ni uno solo flaqueó.
38 Egipto se alegró de su marcha,
porque el terror los sobrecogió.
39 Tendió una nube que los cubriese
y un fuego que los alumbrara de noche.
40 Pidieron, y les envió codornices
y los sació con pan del cielo.
41 Hendió la roca y brotaron las aguas,
que fluyeron como río por los sequedales,
42 porque se acordó del pacto santo
hecho con Abrahán, su siervo.
43 Sacó a su pueblo con alegría,
a sus escogidos con aclamaciones.
44 Les asignó las tierras de los paganos,
y poseyeron el sudor de las naciones,
45 para que guarden sus mandamientos
y observen sus leyes. ¡Aleluya!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 105,1-45Himno a Dios salvador, a continuación del himno al Creador. Se inicia con un largo invitatorio (1-7) y, a continuación, despliega un gran credo histórico en cinco cuadros: Los patriarcas (8-15), José (16-22), las plagas de Egipto (23-36: cuatro estrofas: 23-27.28-30.31-33 y 34-36), el éxodo y el desierto (37-43), y el don de la tierra (44s). El gran protagonista de esta historia es Dios, a cuyo cargo corren la casi totalidad de las acciones a partir del versículo 11: da órdenes que se cumplen (31.34), envía personajes (17), hiere y golpea (33.36)... La acción humana es muy limitada a lo largo del poema. La dinámica del salmo se pone en marcha con el recuerdo de la «alianza» o del «pacto», que forma una inclusión (8.42). No es la alianza bilateral del Sinaí, que obligaba al pueblo a cumplir determinados preceptos, sino la «alianza» unilateral de Dios con Abrahán; es una alianza «eterna» (8a) o un «pacto santo» (42). Es más una promesa que una alianza. El contenido de la promesa se explicita en el versículo 11: «Te daré el país cananeo como tu lote hereditario». El recorrido por toda la historia santa tiende hacia el cumplimiento de esa promesa, que acaece en el versículo 44: entrada en la tierra y posesión de la misma. El final añade la tarea: ahora es cuando el pueblo liberado de Egipto ha de cumplir las cláusulas de la alianza dada en el Sinaí, acontecimiento que ni siquiera se evoca en el salmo. La promesa hecha a los padres continúa vigente (cfr. Rom_4:16). Pablo clarifica a quién se hizo la promesa: a «tu estirpe» en singular (cfr. Gál_3:16s.26-29). Somos los continuadores y beneficiarios de esta historia santa. Aún estamos de camino hacia la tierra. Al orar con este salmo podemos unir nuestra historia a la historia santa, y recordar que, si bien la alianza es tarea, también es Palabra de Dios, y por ello es una alianza eterna y santa. Si somos infieles, Dios es fiel.