Salmos 112 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 10 versitos |
1 ¡Aleluya!
Feliz el hombre que respeta al Señor
y ama con pasión sus mandatos.
2 Su linaje será numeroso en la tierra,
la estirpe de los justos será bendita.
3 En su casa habrá riquezas y abundancia,
su generosidad durará por siempre.
4 En las tinieblas clarea la Luz para los rectos:
el Compasivo, Clemente y Justo.
5 El bueno es dadivoso, compasivo y atento,
y administra rectamente sus asuntos:
6 porque el justo jamás vacilará,
será eterna su memoria.
7 No temerá las malas noticias;
con firme corazón confía en el Señor.
8 Su corazón seguro no temerá,
hasta que vea la derrota de sus adversarios.
9 Da con largueza a los pobres,
su generosidad dura por siempre,
alzará la frente con dignidad.
10 El malvado al verlo se irritará,
rechinará los dientes hasta consumirse.
¡Los deseos de los malvados se frustrarán!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 112,1-10Nuevo salmo alfabético de estilo sapiencial. El poeta constata la dicha de quien respeta al Señor (1-6) y describe su conducta confiada y generosa (7-9). El versículo 10 añade un esbozo del rostro de los malvados. El justo se caracteriza, ante todo, por respetar al Señor y por amar apasionadamente sus mandatos (1). La bendición de los versículos 2s son una consecuencia del respeto y del amor. El justo tiene ante sí un espejo en el que mirarse: la luz (Dios), con tres atributos (4), que encuentran su réplica en las tres cualidades del hombre bueno (5). Pueden llegar malas noticias a los oídos del justo, pueden levantarse los enemigos, el justo no vacilará (6) y persistirá en su generosidad. Si así se comporta, su fama será imperecedera (7-9) y eterna su memoria (6b). El rostro del malvado aparece desfigurado por la ira. Pues bien, sus deseos se frustrarán. Pablo cita el versículo 9ab al emprender la colecta a favor de la Iglesia de Jerusalén (cfr. 2Co_9:6-9). También nuestra sociedad actual necesita testigos que teman a Dios y sean amantes apasionados de sus mandatos; necesita hombres y mujeres que reflejen los destellos de la Luz, porque son dadivosos, compasivos y atentos. Quien quiera ser testigo de Dios en nuestro tiempo puede orar con este salmo.