Salmos 116 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 19 versitos |
1 Amo al Señor porque escucha
mi voz suplicante,
2 porque tiende su oído hacia mí
en cuando lo invoco.
3 Me apretaban las redes de la muerte,
me alcanzaban los tormentos del Abismo,
preso de angustia y de congoja,
4 invoqué el Nombre del Señor:
¡Por favor, Señor, salva mi vida!
5 El Señor es clemente y justo,
nuestro Dios es compasivo.
6 El Señor guarda a los sencillos:
estaba yo agotado y me salvó.
7 ¡Alma mía, recobra la calma,
que el Señor fue bueno contigo!
8 Arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
9 Caminaré en presencia del Señor
en la tierra de los vivientes.
10 Tengo fe, aun cuando dije:
¡Qué desgraciado soy!;
11 aunque dije espantado:
Los humanos son mentirosos.
12 ¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
13 Alzaré la copa de la salvación
invocando el Nombre del Señor.
14 Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
15 Costosa es a los ojos del Señor
la muerte de sus amigos.
16 ¡Por favor, Señor, que soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava,
rompe mis cadenas!
17 Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el Nombre del Señor.
18 Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
19 en los atrios de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
¡Aleluya!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 116,1-19Esta acción de gracias se abre con una invocación (1s), a la que siguen tres estrofas: Dios salva al postrado (3-6), soliloquio (7-12); un estribillo (13s) une la estrofa segunda con la tercera: acción de gracias en el Templo (15-19); esta estrofa incluye el estribillo (17s. 13s). El género pide el recuerdo de las desgracias. Se mencionan: peligro de muerte (3ab.8), aflicción interior (3c), situación social de desvalimiento (10b) y esclavitud (16). Quizás la esclavitud es tan sólo una metáfora alusiva a las tres desgracias anteriores. Dios escuchó la voz suplicante (2) y libró a quien clamaba (8). Es el momento de dar gracias a Dios y de cumplir los votos (14.18) formulados en tiempos de infortunio. He de subrayar la intensidad y movilidad del sentimiento. La angustia y la congoja alcanzan y aprietan (3). El poeta se desdobla, y en diálogo consigo mismo recuerda lo que pensaba y decía (10.11). De la impaciencia y del apremio queda constancia en los versículos 4b y16a: «¡Por favor...!». El amor (1a) -en el texto Hebreo sin complemento- y la fe/confianza (10) tienen un puesto destacado. El salmo se abre con el verbo «amar», y coloca la composición entera en el ámbito del amor a Dios. La fe se ratifica aun después de haber pensado y dicho sobre sí mismo (10b) y sobre los demás (11b). 2Co_4:13 cita el versículo 10a. El versículo 11b es citado por Rom_3:4. Podemos orar con este salmo cuando hemos superado peligros mortales o solucionado conflictos personales. Es bueno que todo quede en el ámbito del amor a Dios, en quien creemos.