Salmos 118 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 29 versitos |
1 Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor.
2 Diga la Casa de Israel:
es eterno su amor.
3 Diga la Casa de Aarón:
es eterno su amor.
4 Digan los fieles del Señor:
es eterno su amor.
5 Desde mi prisión clamé al Señor,
me respondió desde su inmenso cielo.
6 El Señor está de mi parte: no temo
lo que pueda hacerme el hombre.
7 El Señor está de mi parte, es mi defensor:
así veré la derrota de mi enemigo.
8 Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en el hombre,
9 mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.
10 Todos los pueblos me cercaban:
en el Nombre del Señor los derribé.
11 Me cercaban y me acorralaban:
en el Nombre del Señor los derribé.
12 Me cercaban como abejas,
crepitaban cual fuego en zarzal:
en el Nombre del Señor los derribé.
13 Empujaban con fuerza para derribarme,
pero el Señor fue mi auxilio.
14 El Señor es mi fortaleza y protección,
él fue mi salvador.
15 Se oyen voces de júbilo y de victoria
en las tiendas de los vencedores:
La diestra del Señor hace proezas,
16 la diestra del Señor es sublime,
la diestra del Señor hace proezas.
17 – No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
18 Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
19 ¡Ábranme las puertas del triunfo,
entraré para dar gracias al Señor!
20 –Ésta es la puerta del Señor,
los vencedores entrarán por ella.
21 – Te doy gracias porque me escuchaste,
y fuiste mi salvación.
22 – La piedra que rechazaron los albañiles
es ahora la piedra angular.
23 Es el Señor quien lo ha hecho
y nos parece un milagro.
24 Éste es el día en que actuó el Señor:
¡vamos a festejarlo y a celebrarlo!
25 ¡Sálvanos, Señor, por favor!
¡Por favor, danos éxito, Señor!
26 – El que entra sea bendito
en Nombre del Señor!
Los bendecimos desde la casa del Señor.
27 El Señor es Dios, él nos ilumina.
– Inicien una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
28 – Tú eres mi Dios, te doy gracias,
Dios mío, yo te ensalzo.
29 – Den gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterno su amor.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 118,1-29Liturgia de acción de gracias. La invitación a la alabanza (1-4) va seguida de un primer himno en las tiendas de los justos, en Jerusalén (5-18). El segundo himno suena en el Templo (19-29). El primer himno tiene tres estrofas: A. Declaración de confianza (5-9). B. Exposición del caso (10-14). C. Cantos de victoria y acción de gracias (15-18). El segundo himno tiene dos estrofas: A. Entrada en el Templo (19-25). B. Procesión litúrgica (26-29). En ambos himnos van alternándose distintas voces. El personaje central del salmo es un individuo, no sabemos si el rey o alguien que represente al pueblo repatriado, que, liberado de un peligro mortal acude al Templo a dar gracias a Dios, porque «es eterno su amor» (1-4), porque «me escuchaste y fuiste mi salvación» (21). El personaje salvado clamó desde la prisión (5), mientras estaba rodeado de enemigos (10-14). Era una piedra desechada por los albañiles, pero el Señor le convirtió en piedra angular (22). Todo el pueblo tiene como suya la liberación del individuo, y saca su enseñanza sapiencial (8s) o ensalzan la mano liberadora (15b-16), o bien participa en la procesión y se beneficia de la bendición (27). La aventura del individuo o de la comunidad ha estado bajo el control de Dios (17s). Dios ha intervenido de un modo singular y ha convertido el tiempo de su intervención en el «día del Señor» (24), que queda abierto a posibles intervenciones posteriores del Señor. De ahí la petición apremiante del versículo 25. El salmo es, en definitiva, un reconocimiento de Dios y de su actuación (28). La «piedra angular» es Cristo (cfr. Mar_12:10s; Hch_4:11; 1Pe_2:7). Los tres sinópticos, y también Juan, citan los versículos 25-26a con motivo de la entrada de Jesús en Jerusalén (cfr. Mat_21:9; Mar_11:9s; Luc_19:38; Jua_12:13). Mat_23:39 cita nuevamente el versículo 26a en el lamento por Jerusalén (cfr. Mat_23:39). La Iglesia nos invita a orar con este salmo en el tiempo pascual, a la luz de la muerte y resurrección del Señor. Es el día del Señor.