Salmos 17 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 15 versitos |
1 Escucha, Señor, mi demanda,
atiende a mi clamor,
presta oído a mi súplica:
destruye los labios mentirosos.
2 Aparezca ante ti mi justicia,
tus ojos observen la rectitud.
3 Sondea mi corazón, revísalo de noche
pruébame en el crisol,
no hallarás tacha en mí.
Mi boca no ha faltado
4 las obras de tus manos,
he observado el mandato de tus labios.
5 Mis piernas se mantuvieron firmes;
en los senderos abruptos,
en tu ruta mis pies no vacilaron.
6 Yo te llamo porque me respondes,
inclina tu oído y escucha mi palabra.
7 Salvador de los que se refugian en ti,
muestra las maravillas de tu amor
ante quienes se rebelan contra tu diestra.
8 Guárdame como a la niña de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme
9 de los malvados que me asaltan,
del enemigo mortal que me acorrala.
10 Han cerrado sus entrañas,
su boca habla con soberbia.
11 Mis piernas vacilan; ellos me asedian,
fijan en mí sus ojos para derribarme por tierra.
12 Son como un león ávido de presa,
como cachorro agazapado en su escondrijo.
13 Levántate, Señor, hazle frente,
doblégalo y con tu espada
sácame vivo del malvado.
14 Mátalos con tu mano, Señor,
quítalos del mundo, erradícalos de la tierra.
A tus protegidos llénales el vientre,
que sus hijos queden hartos
y dejen el resto para los más pequeños.
15 Y yo, por mi inocencia, veré tu rostro,
al despertar me saciaré de tu presencia.

Patrocinio

 
 

Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Salmos 17,1-15El patrón judicial puede explicar muchos elementos de este salmo. Alguien que ha sido acusado o perseguido injustamente acude con su demanda (1) ante el tribunal de Dios. Es inocente, como puede comprobar la mirada escrutadora de Dios (3); ha ceñido su conducta a los mandamientos divinos (4s). Ahora, al amparo del Templo (7s), expone su situación de cerco y de opresión (9). Los perseguidores o acusadores son crueles como leones (12); implacables, porque en sus entrañas no cabe ni un mínimo de bondad (10s). El juez divino ha de ver, escuchar y responder (1s.6). Más aún, se le pide que se levante como juez o como guerrero y que aplique la sentencia o libere con la espada al inocente (13). Si los acusados o perseguidores son fieras, que Dios termine con ellas (14). El orante, como justo, recibirá la recompensa, y también sus descendientes (14b). Esto sucederá al despertar (15b). Podemos percibir en este salmo los dolores de la Iglesia perseguida. Es un salmo para orar con él en tiempos de tribulación.