Salmos 44 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 26 versitos |
1 Oh Dios, nuestros oídos oyeron,
nuestros padres nos contaron
la obra que hiciste en sus días,
lo que antiguamente
2 hizo tu mano:
Desposeíste a los gentiles
y los plantaste a ellos,
pulverizaste a las naciones,
y los hiciste brotar a ellos.
3 No conquistaron la tierra con su espada,
ni su brazo les dio la victoria,
sino tu diestra, tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas.
4 ¡Tú eres mi Rey, oh Dios,
mi soberano, el salvador de Jacob!
5 Con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu Nombre aplastamos al agresor.
6 Porque no confío en mi arco,
mi espada no me da la victoria;
7 Tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a cuantos nos odian.
8 En Dios nos gloriamos cada día,
y celebramos tu Nombre sin cesar.
9 Pero ahora nos rechazas, nos avergüenzas
ya no sales con nuestras tropas.
10 Nos haces retroceder ante el enemigo
y los que nos odian nos saquean.
11 Nos entregas como ovejas de consumo
y nos dispersas entre los paganos.
12 Vendes a tu pueblo por una miseria,
y no te enriqueces con su importe.
13 Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
burla e irrisión de los circundantes.
14 Nos haces el refrán de los paganos,
el hazmerreír de las naciones.
15 Tengo siempre delante mi deshonra,
la vergüenza me cubre la cara,
16 al oír insultos e injurias,
al ver al enemigo agresivo.
17 Todo esto nos sucede sin haberte olvidado,
ni haber violado tu alianza;
18 sin que retrocediera nuestro corazón,
ni se desviaran de tu senda nuestros pasos.
19 Mas tú nos trituraste
en la guarida de los chacales,
y nos cubriste de sombras mortales.
20 Si hubiéramos olvidado
el Nombre de nuestro Dios
y levantado las manos a un dios extraño,
21 ¿no lo habría descubierto Dios,
que penetra los secretos del corazón?
22 Por tu causa nos matan cada día,
nos tratan como a ovejas de matadero.
23 ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Espabílate! ¡No nos rechaces para siempre!
24 ¿Por qué nos ocultas tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión?
25 Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado a la tierra.
26 ¡Levántate, ven a socorrernos,
rescátanos, por tu misericordia!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 44,1-26El pasado ha sido glorioso (2-9). El presente es calamitoso (10-23). El futuro puede ser espléndido (24-27). Diez versos recuerdan los beneficios del pasado: cinco de ellos refieren experiencias remotas (2-4) y otros cinco mencionan experiencias próximas (5-9). La posesión de la tierra es obra de Dios, «porque tú los amabas» (4b). También las derrotas actuales son acción de Dios (10-17). Dios actúa, pero no ayudándonos, sino rechazándonos y entregándonos en manos del enemigo, que nos ha convertido en manjar para sus mesas. Y Dios no se ha beneficiado en nada con nuestra entrega. Somos nosotros quienes pagamos el precio: escarnio, refrán, hazmerreír, vergüenza, burlas, afrenta... ¿Por qué este cambio? Cuanto ahora sufrimos es «por tu causa», no por nuestra culpa (18-23). Por el hecho de creer en Él somos conducidos al matadero. El dolor teológico o espiritual es más insoportable que el físico o político. Sin embargo, la fe, siempre grandiosa, no duda: Dios puede despertarse y espabilarse, levantarse y ayudar, alzar de la humillación y mostrar su rostro, en vez de ocultarlo. Si así lo hizo con los antepasados, ¿por qué no ha de hacerlo también ahora? Es lo que impone la lógica del amor: «¡Rescátanos por tu misericordia!» (27b). El versículo 23 ha impresionado a Pablo (cfr. Rom_8:36). Podemos orar con este salmo, escuchando en él todo el dolor de la Iglesia, todo el dolor de nuestros hermanos que son tratados como oveja de matadero. Pero existe un Redentor que nos rescatará.