Salmos 45 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1 Bulle en mi corazón un tema bello,
recito mi poema a un rey,
mi lengua es ágil pluma de escribano.
2 Eres el más bello de los hombres,
de tus labios fluye la gracia,
porque Dios te bendice para siempre.
3 Cíñete al flanco la espada, valiente,
conquista gloria y esplendor;
4 cabalga invicto en pro de la verdad,
de la piedad y de la justicia;
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
5 Tus flechas son afiladas, se te rinden ejércitos,
se desmoralizan los enemigos del rey.
6 El Dios eterno e inmortal te ha entronizado:
cetro de rectitud es tu cetro real.
7 Ama la justicia y odia la iniquidad,
pues, entre tus compañeros,
Dios, tu Dios, te ha ungido
con perfume de fiesta.
8 A mirra, áloe y acacia
huelen tus vestidos,
desde las salas de marfil
te deleitan las arpas.
9 Hijas de reyes vienen a tu encuentro,
la reina, a tu derecha, con oro de Ofir.
10 – Escucha, hija, mira, pon atención:
olvida tu pueblo y la casa paterna,
11 prendado está el rey de tu belleza;
póstrate ante él, que es tu señor.
12 La ciudad de Tiro viene con regalos,
los hacendados del pueblo buscan tu favor.
13 Entra la princesa, toda esplendorosa,
vestida de tisú de oro y brocados.
14 Llevan ante el rey a las doncellas,
sus amigas la siguen y acompañan;
15 avanzan entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
16 – A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por todo el país.
17 ¡Inmortalizaré tu nombre por generaciones,
así los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 45,1-17El poeta nos informa sobre el proceso de su composición: en su interior bulle un tema, que se traduce en palabra y se fija por escrito (2). Añade la dedicatoria: al rey bello y elocuente, porque Dios le ha bendecido (3). La espada, el cetro y el trono son simbolismos regios: guerra, gobierno y dinastía, respectivamente. Como guerrero es invencible (5a.6), como gobernante es ideal: piadoso y justo (5b), ama la justicia y aborrece la iniquidad (8a); como dinasta es sucesor, tal como acredita la presencia de la reina madre (10; cfr. 1Re_1:16.28). Esto es es porque es el ungido por Dios (8); le ha entronizado el Dios eterno e inmortal (7). El joven monarca está a punto de casarse. Se ha enamorado de una bella princesa (12). El ambiente es festivo: salas lujosas y música, aromas y vestidos suntuosos (9), séquito de doncellas y regalos de magnates (13.15s)... Destaca, claro está, la princesa «toda esplendorosa» (14), que, en lenta procesión, entra en el palacio real (16). La joven princesa ha de olvidar su procedencia y, aceptando al rey (12b), se convertirá en madre de numerosa prole, que, a su vez, un día se convertirán en reyes (17). Es lo que la augura el poeta, que, además, inmortaliza el nombre de la pareja regia con su poema (18). Heb_1:8s cita los versículos 7s del salmo. La belleza, sea de la índole que sea, no cansa nunca; incita a ser contemplada más y más. La belleza salvará al mundo.