Salmos 46 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 11 versitos |
1 Dios es nuestro refugio y fortaleza,
socorro siempre a punto en la angustia.
2 Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se hundan en el fondo del mar.
3 Aunque bramen y se agiten sus aguas,
y con su oleaje sacudan los montes.
[El Señor Todopoderoso está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.]
4 Un río y sus acequias alegran la ciudad de Dios:
sacrosanta morada del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella, nunca vacila:
al despuntar la aurora Dios la socorre.
6 Braman las naciones, tiemblan los pueblos;
él alza su voz y se tambalea la tierra.
7 El Señor Todopoderoso está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
8 Vengan a ver los prodigios del Señor,
que provoca asombro en la tierra:
9 pone fin a la guerra en todo el orbe:
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los carros.
10 Ríndanse y reconozcan que soy Dios,
excelso sobre los pueblos,
excelso sobre la tierra.
11 El Señor Todopoderoso está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 46,1-11Himno a Dios que habita en Sión. La tierra, aunque asentada sobre sólidas y firmes bases, puede temblar desde los cimientos y desplomarse. También el mar cercado y encerrado puede desbordarse. La creación entera retorna al caos primordial. Basta la presencia de Dios con nosotros para que la existencia esté a salvo en el refugio y fortaleza que es Dios (2-4). Suponemos la existencia del estribillo (4b). El poeta pasa del posible caos primordial a la paz de Sión. Es la sacrosanta morada del Altísimo (5), quien da consistencia a la pequeña colina de Sión frente a todos los poderes hostiles. Las aguas pierden su bravura destructora y se convierten en ornato de la ciudad. Dios está con nosotros (5-7). Braman, en cambio, los ejércitos enemigos y tal vez atacantes. Pero el fragor de sus voces es dominado por el Señor que obra prodigios, con los que causa asombro en la tierra. El asombro ha de conducir al reconocimiento de Dios: es el único excelso. La victoria confirma que Dios está con nosotros (8-11). Jesús lleva el nombre de «Emmanuel» (Mat_1:23). Nuestra certeza no reposa en el Templo de Dios, sino en el Dios del Templo. Para cultivar esa certeza, que no es falsa seguridad, es bueno orar con este salmo.