Salmos 62 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 12 versitos |
1 Sólo en Dios encuentro descanso,
de él viene mi salvación.
2 Sólo él es mi roca, mi salvación,
mi alcázar: jamás vacilaré.
3 ¿Hasta cuándo arremeterán contra uno,
para abatirlo todos juntos
como a una pared que cede
o a una tapia que se desploma?
4 Sólo piensan en derribarme de mi altura,
se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
5 Sólo en Dios encuentro descanso,
de él viene mi salvación.
6 Sólo él es mi roca, mi salvación,
mi alcázar: jamás vacilaré.
7 En Dios está mi salvación y mi gloria,
mi roca firme, mi refugio está en Dios.
8 Ustedes confíen siempre en él,
desahoguen con él su corazón,
que Dios es nuestro refugio.
9 Sólo un soplo son los plebeyos,
los nobles, mera apariencia,
todos juntos en la balanza
pesarían menos que un soplo.
10 No confíen en la opresión,
no se ilusionen con el robo;
a las riquezas, si aumentan,
no les entreguen el corazón.
11 Dios ha hablado una vez,
dos veces le he oído:
Que Dios tiene el poder,
12 tuya, Señor, es la misericordia;
que tú pagarás a cada uno
según sus obras.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 62,1-12El autor de este salmo es un mensajero de la confianza. El soliloquio de los versículos 2s y 6s conduce a una doble interpelación: a los violentos, que además son mentirosos (4s) y a quienes confían en el dinero (11). Tras una serie de imágenes, el poema presenta un tema metafísico: la contingencia del ser humano. Puede labrarse un poder, apoyándose en «la opresión» (11a), convirtiendo a los demás en plataforma para afianzarse: el robo, la riqueza, la mentira... (11.5). Con ese poder conquistado arremeten contra los demás (4). Pues bien, todos los seres humanos, sean plebeyos o nobles, son una falacia. Todos juntos pesan menos que un soplo (10). El poder le pertenece a Dios en exclusiva (12b). Sólo Él puede ser roca, alcázar y fortaleza (3.7. 8.9), en la que apoyar la existencia el hombre. El ser humano tiene una disyuntiva: apoyarse en su «poder» o el poder divino, confiar en las riquezas o en Dios. Es imposible servir a Dios y al dinero (cfr. Mat_6:19.24). Sobre la confianza en Dios o en las riquezas, cfr. 1Ti_6:17; Stg_4:13s; Stg_5:1-6. Si queremos ser mensajeros de confianza, no debemos hablar de sólo ideas; antes habrá que «experimentar» a Dios como fortaleza y refugio.