Salmos 64 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 10 versitos |
1 Escucha, oh Dios, la voz de mi gemido,
protege mi vida de la banda hostil;
2 escóndeme del tropel de los malvados,
de la camarilla de los malhechores.
3 Afilan la lengua como un puñal
y asestan como flechas, palabras envenenadas,
4 para disparar a escondidas contra el inocente:
le disparan de improviso y sin temor.
5 Se obstinan en su palabra delictiva,
calculan cómo esconder trampas,
y se dicen: ¿Quién nos descubrirá,
6 y escrutará nuestro crimen perfecto?
Los escruta el mismo que escruta
hasta lo íntimo del hombre
y la profundidad del corazón.
7 Dios les disparará una flecha:
y súbitamente será heridos;
8 los doblegará a causa de su lengua,
quienes los ven menearán la cabeza.
9 Todos los humanos temerán,
anunciarán la obra de Dios
y entenderán su actuación.
10 Que el honrado festeje al Señor,
que se refugie en él
y los corazones sinceros se feliciten.

Patrocinio

 
 

Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Salmos 64,1-10En esta súplica individual los enemigos actúan con cobardía y alevosía: se esconden y disparan «de improviso e impávidos» (5b). Su arma es la palabra calumniadora, más mortífera que la espada y los dardos. Son muchos -banda, tropel, camarilla- los malvados contra un inocente. Han tramado tan bien su actuación, que nadie los descubrirá (6b). No cuentan con Aquel que escruta los riñones y el corazón (7b), y llega, por ello, allá donde se preparan las armas: a la profundidad del corazón (7b). El contraataque de Dios es imprevisto (8), como lo había sido el ataque (5b), y es también certero (8b). Los espectadores han visto todo desde el principio. Una vez que han contemplado la actuación divina, se burlan de los enemigos (9b), temen ante la fulminante reacción divina, publican lo que Dios ha hecho, reflexionan y aprenden (10). Los festejos son para el Señor (11). Para las burlas con el movimiento de cabeza, cfr. Mat_27:39; para el temor ante la actuación de Dios, cfr. Mat_27:54. Cuando la vida corre peligro o somos heridos por palabras afiladas, es tiempo de orar con este salmo.