Salmos 7 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1 ¡Que se avergüencen
y enloquezcan mis enemigos,
retrocedan súbitamente abochornados!
2 Señor, Dios mío, en ti me refugio:
sálvame de mis perseguidores y líbrame,
3 para que no me desgarren como un león
sin que nadie me salve ni libere.
4 Señor, Dios mío, si he actuado mal,
si hay crímenes en mis manos,
5 si he sido desleal con mi amigo
y he perdonado al opresor injusto,
6 que el enemigo me persiga y me alcance,
que me pisotee vivo contra el suelo,
y aplaste mi vientre contra el polvo.
7 Levántate, Señor, indignado,
álzate contra la furia de mis adversarios,
despierta, Dios mío, y convoca un juicio.
8 Que te rodee una asamblea de naciones,
presídela desde la altura.
9 Juzga, Señor, a los pueblos,
júzgame según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
10 Castiga la maldad de los culpables;
y apoya al inocente,
tú que examinas el corazón y las entrañas,
tú, Dios justo.
11 Mi escudo es el Dios Altísimo,
que salva a los rectos de corazón.
12 Dios es un juez justo,
un Dios que sentencia cada día.
13 Si no se desdice, afilará la espada,
tensará el arco y lo sujetará,
14 se preparará armas mortíferas,
lanzará sus flechas incendiarias.
15 Miren al malvado: concibió un crimen,
está preñado de maldad
y da a luz una mentira.
16 Cavó una zanja y la ahondó
y cayó en la fosa que excavó;
17 recaiga sobre su cabeza su maldad,
que le caiga en la cerviz su crueldad.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 7,1-17Tres son los actores de este salmo: el acusado que acude al Templo (2) y protesta su inocencia ante el tribunal (4-6.9); los malvados que son acusados y acusadores (2s.7.15-17) y el juez supremo (9), que pronuncia sentencia (7) de absolución (8) o de condenación (12); si ésta no es revocada, el juez desplegará todo su poder bélico (13s) y los malvados, gestantes de la perversidad (15), se hundirán en la fosa que habían preparado para el inocente (16). La vida del orante, en peligro desde el comienzo del poema (2s), será salvada por el juez justo -el Señor Altísimo (18b)-. El salmista confiesa en el versículo final que se ha impuesto la justicia divina; éste es el tema central del salmo (9s). El Señor juzga justamente (cfr. 1Pe_2:15-23). Cuando soñamos con una sociedad más justa y nos hiere la violencia mortal, podemos orar con este salmo.