Salmos 85 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 13 versitos |
1 Señor, has sido bueno con tu tierra,
has cambiado la suerte de Jacob;
2 has perdonado la culpa de tu pueblo,
has cubierto todos sus pecados.
3 Has reprimido tu enojo,
has desistido del ardor de tu ira.
4 Vuélvete a nosotros, Dios salvador nuestro,
calma tu enojo con nosotros.
5 ¿Vas a estar siempre airado con nosotros,
o prolongarás tu enojo por generaciones?
6 ¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo te festeje?
7 Demuéstranos, Señor, tu amor
y danos tu salvación.
8 Voy a escuchar lo que dice Dios:
el Señor ha prometido bienestar
a su pueblo, y a sus amigos,
que confían nuevamente en él.
9 La Salvación ya está cerca de sus fieles,
y su Gloria habitará en nuestra tierra.
10 El amor y la verdad se dan cita,
la justicia y la paz se besan;
11 la verdad brota de la tierra,
la justicia se asoma desde el cielo.
12 Con una orden el Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra nos dará su cosecha.
13 La justicia caminará delante de él,
la paz seguirá sus pasos.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 85,1-13Se compone este salmo de tres piezas bien definidas: Una acción de gracias (2-4), una súplica (5-8) y un oráculo comentado (9-14). El oráculo puede ser la respuesta a la súplica. Menos clara es la relación de la primera pieza con las otras dos. Es posible que el pueblo esté viviendo una gran sequía (13). En este caso la bondad que Dios mostró con la tierra en otro tiempo (2a) se convierte en garantía para el momento presente. Si la segunda parte del versículo 2 alude al regreso del destierro, éste no fue tan grandioso. En esta situación, la restauración pasada apoya la confianza presente. En cualquiera de las dos hipótesis, entre el pasado y el futuro media la calamidad presente. Entiendo que los interrogantes de la segunda pieza (5-7) son retóricos: la vuelta de Dios hacia el pueblo (5) será una muestra de su amor (8). De hecho, en el presente, Dios dirige su palabra al pueblo, a «quienes confían nuevamente en él» (9b), prometiendo bienestar (9a). El comentario al oráculo (10-14) aclara: Dios es Salvación que se acerca y Gloria que habita en nuestra tierra (10). El cortejo divino está formado por otras personificaciones: unas se citan, otras se besan, alguna brota de la tierra, otra se asoma desde el cielo (11s). Dios visita nuestra tierra y la colma de abundancia (13). Y el Señor continúa caminando por la historia, precedido por Justicia y seguido por Belleza (14). ¿Es la Belleza que salvará al mundo, como apunté en otro momento? También el Nuevo Testamento conoce algunas personificaciones: Salvación (cfr. Luc_2:30; Hch_28:28; Heb_5:9); Paz (Luc_2:14; Efe_2:14; Gál_6:16); Misericordia (cfr. Tit_3:5; Luc_1:54.78); Justicia (cfr. Rom_14:17); Verdad (cfr. Jua_14:6); Gloria (cfr. Col_1:27; 1Co_2:8; 2Co_4:4). Este salmo nos abre a todo tipo de espera y de esperanza, hasta que llegue el gran día de la manifestación de nuestro Salvador (cfr. 2Ti_1:10).