Salmos 90 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 17 versitos |
1 Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
2 Antes de que naciesen las montañas
y la tierra y el orbe dieran a luz,
desde siempre y por siempre eres tú, oh Dios.
3 Tú devuelves al hombre al polvo,
diciendo: ¡Regresen, hijos de Adán!
4 Sí, mil años para ti son un ayer que pasó,
una vigilia nocturna.
5 Si tú los arrebatas por la noche,
al amanecer serán hierba segada:
6 brota y es cortada por la mañana,
por la tarde se marchita y se seca.
7 ¡Cómo nos ha consumido tu enojo
y nos ha anonadado tu indignación!
8 Pusiste nuestras culpas ante ti,
nuestros secretos a la luz de tu mirada,
9 y nuestros días declinan bajo tu enojo,
agotamos nuestros años como un suspiro.
10 Aunque vivamos setenta años
y el más robusto hasta ochenta,
afanarse por ellos es fatiga inútil,
porque pasan aprisa y volamos.
11 ¿Quién comprende el ardor de tu enojo?,
¿quién entiende el ímpetu de tu indignación?
12 Enséñanos la medida exacta de nuestros días
para que adquiramos un corazón sensato.
13 ¡Vuélvete, Señor!, ¿hasta cuándo?,
ten compasión de tus siervos.
14 Sácianos por la mañana de tu amor,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
15 Alégranos por los días en que nos humillaste,
por los años en que sufrimos desgracias.
16 Que tu acción se manifieste a tus siervos
y tus hijos vean tu esplendor.
17 Descienda sobre nosotros
la bondad del Señor nuestro Dios.
Que consolide la obra de nuestras manos.
¡Consolide la obra de nuestras manos!

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 90,1-17Este salmo es una meditación sobre el tiempo, más que una lamentación y súplica. A la introducción solemne (1s) sigue una elegía sobre lo efímero de la vida (3-10) -tiene dos movimientos (3-6.7-10)-. Una nueva invocación introductoria (11-12) da paso a una súplica para ser liberados de los males de la vida (13-16). El versículo 17 es conclusivo. Que sea una meditación sobre el tiempo parece claro si nos fijamos en el campo semántico de los días (4.9.12.14.15) y de los años (4.9.10.15), así como en las expresiones temporales: «de generación en generación» (1), «desde siempre y por siempre» (2), «vigilia nocturna» (4), por la mañana (6), o en los adverbios o expresiones adverbiales: antes (2), «¿hasta cuándo?» (13), aprisa (10)... Frente a este flujo del tiempo, el verbo de la estabilidad, que se repite dos veces al final del salmo (17b). La pregunta básica es: ¿Qué es el hombre ante Dios o Dios ante el hombre? Dios es el existente «desde siempre y por siempre» (2c), anterior incluso al parto de las montañas, según la concepción mitológica: el mito de la madre tierra y de los montes eternos. Dios está por encima del tiempo; el ser humano, inmerso en el tiempo, es un ser «para la muerte». Tan caduco como la hierba segada (5s), tan efímero como un tercio de la noche (4). Su vida, por larga que sea (4.10), es un mero suspiro (9b). Afanarse por ella es «fatiga y vanidad» (10b). Si Dios nos arrebata por la noche (5), nosotros volamos (10b). A la condición mortal se añade la pecadora, que suscita la ira divina (7s.11). La grandeza y santidad de Dios abruma y empequeñece al hombre. Le queda como solución la súplica. No pide el orante perdón por sus pecados, sino sensatez para aceptar su destino (12). No es suficiente. El poeta pide algo más: que Dios muestre su compasión (13), o que compense las penas y los gozos con su amor (14s); y también pide que Dios comience a actuar (16); así adquirirá consistencia la actuación humana para bien del hombre y también para bien de Dios (17b). En definitiva, el hombre será lo que haya hecho: él y Dios en él. Nuestras obras adquieren consistencia (cfr. Flp_2:13) y nos acompañarán (cfr. Apo_14:13). ¿Qué sentido tiene nuestra vida? ¿Cuáles son nuestros valores? No podemos elaborarnos «un mañana» sin contar con Dios. Este salmo puede ayudarnos.