Salmos 94 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1 Dios justiciero, Señor,
Dios justiciero, resplandece.
2 Álzate, Juez de la tierra,
da su merecido a los soberbios.
3 ¿Hasta cuándo, Señor, los malvados,
hasta cuándo triunfarán los malvados,
4 verterán palabras altaneras,
se jactarán los malhechores?
5 Pisotean, Señor, a tu pueblo
y oprimen a tu herencia.
6 Asesinan a viudas y emigrantes,
degüellan a huérfanos;
7 y comentan: el Señor no lo ve,
el Dios de Jacob ni se entera.
8 Comprendan, estúpidos del pueblo,
necios, ¿cuándo aprenderán?
9 El que implantó el oído, ¿no va a oír?,
el que formó el ojo, ¿no ha de ver?,
10 el que educa a los pueblos, ¿no corregirá?,
el que instruye al hombre, ¿no conocerá?
11 Conoce el Señor los pensamientos humanos
y sabe que sólo son un soplo.
12 Dichoso el hombre a quien educas, Señor,
a quien instruyes en tu ley,
13 aliviándole tras los días duros,
mientras cavan una fosa al malvado.
14 Pues el Señor no dejará a su pueblo
ni abandonará su herencia.
15 El tribunal del justo restaurará en derecho,
tras él irán los rectos de corazón.
16 ¿Quién se pondrá de mi parte
contra los malvados?,
¿quién se pondrá de mi parte
contra los malhechores?
17 Si el Señor no me hubiera auxiliado,
yo habitaría ya en el silencio.
18 Si pienso: mis pies no vacilan
tu amor, Señor, me sostiene;
19 si se multipliquen mis preocupaciones,
tus consuelos me deleitan.
20 ¿Te aliarás con un tribunal corrupto
que dictamina injusticia
en nombre de la ley?
21 Se confabulan contra la vida del justo
y condenan a muerte al inocente.
22 Pero el Señor será mi baluarte,
Dios, mi Roca de refugio.
23 Les pagará su iniquidad,
los aniquilará por sus maldades;
el Señor nuestro Dios los aniquilará.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 94,1-23La presente súplica tiene un colorido de demanda judicial: apelación al juez, acusación de los culpables, petición de la pena; y un vocabulario frecuente en la literatura sapiencial: entender, insensatos, necios, instruir, reprender, educar, enseñar... El comienzo del salmo es una apelación a la justicia divina (1s). Sigue una primera lamentación, en la que escuchamos el clamor de la sangre derramada. Es urgente que Dios haga justicia, que sea el vengador de esa sangre, porque los criminales piensan arrogantemente que Dios no lo ve ni se entera (3-7). Tras esta lamentación, una primera lección (8-11): la mirada de Dios es tan profunda que penetra los pensamientos del hombre; son un soplo que se desvanece enseguida. La segunda lección (12-15) es una proclamación de dicha para el instruido en la ley. Es la finalidad que tiene el castigo: instruir. El pueblo de Dios, su heredad, será aliviado, y verá cómo el Justo restablece la justicia quebrantada en la tierra. Con la segunda lamentación (16-21) retornamos a la corte de justicia. Dios defiende a su pueblo. De no haber sido así, hace tiempo que el salmista sería un habitante del silencio. Pero el amor de Dios lo sostuvo, le prodigó sus consuelos, pese a que los pies del salmista ya se tambaleaban. El Juez pagará la iniquidad de los jueces corruptos y será baluarte del justo. El versículo 11 es citado en 1Co_3:20. 2Co_1:3-6 glosa el consuelo del que habla el versículo 19. No es infrecuente en nuestra sociedad que aparezcan jueces corruptos, que condenan al inocente y absuelven al culpable. Existe un Dios justiciero que nada tiene que ver con la corrupción judicial. ¿No es actual este salmo?