Salmos 96 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 13 versitos |
1 Canten al Señor un cántico nuevo,
canta al Señor, tierra entera;
2 canten al Señor, bendigan su Nombre,
pregonen día tras día su victoria.
3 Cuenten a los gentiles su gloria,
sus maravillas a todos los pueblos.
4 Porque el Señor es grande
y muy digno de alabanza;
más temible que todos los dioses.
5 Pues los dioses de los gentiles son nada,
mas el Señor hizo los cielos.
6 Honor y Majestad están en su presencia,
Fuerza y Belleza en su santuario.
7 Tributen al Señor, familias de los pueblos,
tributen al Señor la gloria y el poder;
8 tributen al Señor la gloria de su Nombre,
entren en sus atrios trayéndole ofrendas.
9 Póstrense ante el Señor
en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia toda la tierra.
10 Digan a los gentiles: ¡El Señor es rey!
El orbe está afianzado y no vacila;
el Señor gobierna a los pueblos con rectitud.
11 Alégrense los cielos, salte de gozo la tierra,
retumbe el mar y cuanto contiene.
12 Salte de gozo la campiña y cuanto hay en ella,
aclamen gozosos los árboles del bosque
13 delante del Señor, que llega,
que ya llega a regir la tierra;
regirá el orbe con justicia
y a los pueblos con lealtad.

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Introducción a Salmos

LOS SALMOS

Los salmos son la oración de Israel. Son la expresión de la experiencia humana vuelta hacia Dios. Son expresión de la vida de un pueblo seducido por Dios. La tradición atribuye muchos de ellos al rey David, y algunos a Córaj y a Asaf; pero esto es sólo una cuestión convencional. Una cadena anónima de poetas, a lo largo de siglos, es la imagen más realista sobre los autores de estas piezas.
Como son variadas las circunstancias de la vida y lo fueron las de la historia, así surgieron, se repitieron y se afianzaron algunos tipos de salmos. Por eso resulta preferible una clasificación tipológica atendiendo al tema, los motivos, la composición y el estilo.
Los himnos cantan la alabanza y suelen ser comunitarios: su tema son las acciones de Dios en la creación y la historia. Muy cerca están las acciones de gracias por beneficios personales o colectivos: la salud recobrada, la inocencia reivindicada, una victoria conseguida, las cosechas del campo. De la necesidad brota la súplica, que es tan variada de temas como lo son las necesidades del individuo o la sociedad; el orante motiva su petición, como para convencer o mover a Dios. De la súplica se desprende a veces el acto de confianza, basado en experiencias pasadas o en la simple promesa de Dios.
Los salmos reales se ocupan de diversos aspectos, que llegan a componer una imagen diferenciada del rey: batallas, administración de la justicia, boda, coronación, elección de la dinastía, y hay un momento en que estos salmos empiezan a cargarse de expectación mesiánica. Otro grupo canta y aclama el reinado del Señor, para una justicia universal.
El pecador confiesa su pecado y pide perdón en salmos penitenciales, o bien el grupo celebra una liturgia penitencial. Hay salmos para diversas ocasiones litúrgicas, peregrinaciones y otras fiestas. Otros se pueden llamar meditaciones, que versan sobre la vida humana o sobre la historia de Israel. Y los hay que no se dejan clasificar o que rompen el molde riguroso de la convención.
Los salmos se compusieron para su uso repetido: no los agota el primer individuo que los compone o encarga, ni la primera experiencia histórica del pueblo. Como realidades literarias, quedan disponibles para nuevas significaciones, con los símbolos capaces de desplegarse en nuevas circunstancias. A veces un retoque, una adición los adapta al nuevo momento; en otros casos basta cambiar la clave.
Por esta razón los salmos se conservaron y coleccionaron. Sabemos que surgieron agrupaciones menores y que después se coleccionaron en cinco partes (como un pentateuco de oración): 2-41; 42-72; 73-89; 90-106; 107-150. En el proceso de coleccionar, la división y numeración sufrió menoscabo: algunos salmos están arbitrariamente cortados en dos (9-10; 42-43); otros aparecen duplicados, al menos en parte (70 y 40; 53 y 14). Se explica que en la tradición griega se haya impuesto otra numeración. Aquí daremos la numeración Hebrea, añadiendo entre paréntesis la grecolatina.
En general, el estilo de los salmos se distingue por su realismo e inmediatez, no disminuido por la riqueza de imágenes y símbolos elementales; sólo algunos fragmentos con símbolos de ascendencia mítica se salen del cuadro general. Es intensa la expresión sin caer jamás en sentimentalismo. El lirismo es más compartido que personal; en muchos casos podríamos hablar de planteamientos y desarrollos dramáticos. La sonoridad y el ritmo son factores importantes del estilo. No sabemos cómo se ejecutaban: muchos se cantaban, probablemente con solistas y coro unísono; algunos quizá se danzaban, otros se recitaban en marchas o procesiones; otros acompañarían ritos específicos. Algunas de las notas añadidas por los transmisores parecen referirse a la ejecución. Estas notas, que asignan una situación histórica o dan una instrucción litúrgica, no son originales, por eso han sido omitidas en el texto, aunque entren en la numeración admitida.
Los salmos son también oración privilegiada de la comunidad cristiana y del individuo aislado. Muchos fueron rezados por nuesto Señor Jesucristo, quien les dio la plenitud de sentido que podían transportar. La experiencia de Israel y del hombre pasan por Cristo y debe encontrar de nuevo expresión en estas oraciones; su lenguaje puede llegar a ser lenguaje del rezo cristiano. El libro de los salmos es un repertorio que suministra textos para diversas ocasiones y a diversos niveles; su lectura puede interesar, pero sólo rezados serán realmente comprendidos.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Salmos 96,1-13Un nuevo himno a la realeza divina. En él han desaparecido los momentos de lucha, aunque los percibamos en los gritos de victoria prorrumpidos por los árboles del bosque (12) y en la firmeza del orbe que ya «no vacila» (10b). El reino de Dios afecta a «todo», e implica a los seres humanos (7-9) y a todo lo creado (11). La invitación a la alabanza y a la fiesta es muy nutrida: en total diecinueva formas volitivas, entre imperativos y yusivos. El motivo de tanta alegría, y de que el cántico sea nuevo, es la siguiente aclamación: «¡El Señor es Rey», (10a); los dioses no existen, son nada (5a). El cortejo de tan gran Rey está formado por Honor y Majestad; Fuerza y Belleza. Estas cuatro personificaciones están en el palacio del Gran Rey, en su Templo (6). Todos los pueblos han de presentarse y postrarse obedientemente ante tan grande Rey (7-9), cuando aparezca en santidad (9b), y reconocer que la gloria y el poder le corresponden sólo a Él. El tema del reinado de Dios Padre es abundante en el Apocalipsis (cfr. 11,17; 12,10; 19,6). El reinado de Jesucristo en Apo_11:15 (cfr. 1Co_15:23; Col_1:13). Mientras sigamos expresando nuestro deseo de que venga el Reino de Dios, podemos orar con este salmo.