Exodo  15 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

Canto de Moisés

Entonces Moisés y los israelitas cantaron este canto al Señor:
Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria,
caballos y jinetes ha arrojado en el mar.
2 Mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Él es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mi padre: yo proclamaré su grandeza.
3 El Señor es un guerrero,
su Nombre es el Señor.
4 Él arrojó al mar los carros y la tropa del faraón,
ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.
5 Las olas los cubrieron,
bajaron hasta el fondo como piedras.
6 Tu mano, Señor, es fuerte y magnífica;
tu mano, Señor, tritura al enemigo;
7 tu gran victoria destruye al adversario,
lanzas tu incendio y los devora como paja.
8 Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.
9 Decía el enemigo: Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
desenvainaré la espada, los agarrará mi mano.
10 Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.
11 ¿Quién hay como tú entre los dioses, Señor,
magnífico en tu santidad,
temible por tus proezas, autor de prodigios?
12 Extendiste tu mano: se los tragó la tierra;
13 guiaste con tu fidelidad al pueblo que habías rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.
14 Lo oyeron los pueblos y temblaron,
se estremecieron los jefes filisteos,
15 se espantaron los jefes de Edom,
un temblor sacude a los príncipes de Moab,
perdieron el valor todos los jefes cananeos;
16 los asaltaron tu espanto y tu pavor,
los dejó petrificados la grandeza de tu brazo,
mientras pasaba tu pueblo, Señor,
mientras pasaba el pueblo que te habías comprado.
17 Lo introduces y lo plantas en el monte de tu herencia,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
18 El Señor reina por siempre jamás.
19 Cuando el caballo del faraón y su carro y sus jinetes entraron por el mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los israelitas atravesaron el mar a pie, sin mojarse.
20 María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandereta en la mano, y todas las mujeres salieron con panderetas a danzar detrás de ella.
21 María entonaba:
Canten al Señor, que se ha cubierto de gloria;
caballos y carros ha arrojado en el mar.
22

Murmuraciones por la carencia de agua

Moisés hizo partir a los israelitas del Mar Rojo y los llevó hacia el desierto del Sur; caminando tres días por el desierto sin encontrar agua,
23 llegaron por fin a Mará, pero no pudieron beber el agua porque era amarga – por eso se llama Mará– .
24 El pueblo protestó contra Moisés, diciendo:
–¿Qué vamos a beber ahora?
25 Él invocó al Señor, y el Señor le indicó una planta; Moisés la echó en el agua, que se convirtió en agua dulce. Allí les dio leyes y mandatos y los puso a prueba,
26 diciéndoles:
– Si obedecen al Señor, su Dios, haciendo lo que es justo a sus ojos, escuchando sus mandatos y cumpliendo sus leyes, no les enviaré las enfermedades que he enviado a los egipcios, porque yo soy el Señor, que te cura.
27 Llegaron a Elim, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  15,1-21Canto de Moisés. Es lógico que después de semejante victoria sobre Egipto la alegría y el júbilo se hagan sentir. Por eso, las tradiciones más antiguas ponen en boca de Moisés este cántico que exalta no sólo el prodigio de la liberación de Egipto (1-11), sino también la compañía del Señor a través del desierto, el don de la tierra y su permanencia en ella (12-18). Los versículos 20s corresponden a otra antigua tradición según la cual, después de la liberación, María, la hermana de Aarón, dirige a las mujeres en una especie de liturgia con panderetas y danzas para celebrar la victoria.


Exodo  15,22-27Murmuraciones por la carencia de agua. Todavía con el sabor de la victoria, los israelitas guiados por Moisés emprenden una primera etapa por el desierto, marco propicio para establecer hasta qué punto el grupo de liberados está o no preparado para asumir su vida como quien tiene que empezar a vivir el don de la liberación. El relato subraya el hecho de que el pueblo encuentra agua pero no la puede beber, ante lo cual la queja no se hace esperar. No conocemos los términos de la queja; el hecho es que Moisés clama al Señor, quien responde indicándole la manera de transformar el agua salobre en agua dulce. No se trata de un milagro, se trata más bien de una costumbre antigua de los campesinos, quienes aplicaban pedazos de cactus al agua salobre, los cuales absorbían instantáneamente la sal y permitían el consumo del líquido. Este incidente subraya la asistencia divina en el desierto, pues ni aún en los detalles más elementales, como el suministro del agua, el Señor descuida a su pueblo. Subraya también el aspecto generoso del Señor que proporciona lo elemental para vivir. Hay una conexión entre el agua como elemento esencial, pero indispensable para vivir, y las leyes y mandatos que da el Señor, cuyo cumplimiento garantizará siempre la vida y la salud del pueblo (25s) como anticipo del bienestar que le trae el cumplimiento de las leyes divinas. Termina esta primera etapa en un paradisíaco lugar provisto con «doce manantiales y setenta palmeras», donde acamparon (27).