Exodo  2 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1

Infancia de Moisés

Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu;
2 ella concibió y dio a luz un niño. Viendo lo hermoso que era, lo tuvo escondido tres meses.
3 No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y alquitrán, colocó en ella a la criatura y la depositó entre los juncos, a la orilla del Nilo.
4 Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué terminaba todo aquello.
5 La hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla.
6 La abrió, miró dentro y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó:
– Es un niño de los hebreos.
7 Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del faraón:
–¿Quieres que vaya a buscar una nodriza hebrea que te críe el niño?
8 Respondió la hija del faraón:
– Anda.
La muchacha fue y llamó a la madre del niño.
9 La hija del faraón le dijo:
– Llévate este niño y críamelo, y yo te pagaré.
La mujer tomó al niño y lo crió.
10 Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: Lo he sacado del agua.
11

Juventud de Moisés

Pasaron los años, Moisés creció, salió adonde estaban sus hermanos y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos.
12 Miró a uno y otro lado, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.
13 Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable:
–¿Por qué maltratas a tu compañero?
14 Él le contestó:
–¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?
Moisés se asustó pensando que la cosa se había sabido.
15 Cuando el faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del faraón y se refugió en el país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.
16 El sacerdote de Madián tenía siete hijas, que solían salir a sacar agua y a llenar los bebederos para dar de beber al rebaño de su padre.
17 Llegaron unos pastores e intentaron echarlas. Entonces Moisés se levantó, defendió a las muchachas y dio de beber a su rebaño.
18 Ellas volvieron a casa de Raguel, su padre, y él les preguntó:
–¿Cómo así que hoy han vuelto tan pronto?
19 Contestaron:
– Un egipcio nos ha librado de los pastores, nos ha sacado agua y ha dado de beber al rebaño.
20 Replicó el padre:
–¿Dónde está? ¿Cómo lo han dejado marchar? Llámenlo que venga a comer.
21 Moisés accedió a vivir con él, y éste le dio a su hija Séfora por esposa.
22 Ella dio a luz un niño y Moisés lo llamó Guersón, diciendo: Soy forastero en tierra extranjera.
23 Pasaron muchos años, murió el rey de Egipto, y los israelitas se quejaban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios.
24 Dios escuchó sus quejas y se acordó de la alianza con Abrahán, Isaac y Jacob;
25 y viendo a los israelitas, Dios se interesó por ellos.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  2,1-10Infancia de Moisés. También aquí se entrelazan diversas tradiciones sobre el nacimiento del gran héroe que un día asumirá la tarea nada fácil de guiar a su pueblo de la esclavitud a la libertad, de Egipto al desierto, hasta la entrada de la tierra prometida. Hay algo que es muy valioso en esta narración: primero, pese al poder del faraón de oprimir con sus leyes, hay personas, como estas mujeres, que mantienen intacta su vocación y sensibilidad por la vida; segundo, estas mujeres son un ejemplo de desobediencia civil, de resistencia contra aquello que se opone al proyecto de Dios que es la vida; tercero, Dios va actuando sencillamente en favor de quienes están sometidos al proyecto de la muerte. De modo que en nuestros pueblos y comunidades hay que estar muy atentos a cada acontecimiento, a cada ley, a cada mandato de quienes rigen nuestros destinos y confrontar continuamente nuestro caminar a la luz del proyecto de la vida o del proyecto de la muerte para tomar el rumbo que creamos necesario.


Exodo  2,11-25Juventud de Moisés. Las tradiciones sobre Moisés lo señalan como alguien que ya desde su juventud se interesa por el aspecto inhumano y opresivo del sistema en el que él mismo vive. Pero esta sensibilidad que podríamos llamar «primeros pasos de su vocación» tiene que madurar, tiene que saber encontrar la forma precisa de realización. No se trata de liberar a unos maltratando o asesinando al opresor. Liberación no significa violencia (11-14), puesto que la violencia engendra más violencia (15). La huida de Moisés al desierto tiene, además, una gran carga simbólica. Es necesario tomar la distancia necesaria de la situación para comprenderla mejor; propiciar, además, el espacio y el ambiente necesarios para el encuentro con Dios; y en el desierto «formalizar» los términos de la orientación que le dará sentido a su vida. De nuevo en el desierto, en un pozo de Madián, Moisés mantiene esa sensibilidad por quien es oprimido. Al defender a las mujeres que son maltratadas por unos pastores, Moisés se acerca más al instante en que será llamado a defender, no ya a unas cuantas mujeres de unos sencillos pastores, sino a un pueblo numeroso del mismísimo poderío faraónico.
Remata el capítulo una especie de prólogo o primera pincelada de lo que será el tipo de relación que asumirá Dios con los esclavos de Egipto. Hasta ahora, Dios ha estado «ausente» y nótese que su «arribo» al relato lo motivan los lamentos de los esclavos y oprimidos, su situación real. Así queda definida de una vez para siempre -no solamente en estas narraciones- la posición de Dios respecto a la historia humana: «se interesó por ellos», por los esclavos (25) que se quejaban de su esclavitud (23). Si perdemos esta clave para comprender quién es Dios en la historia de la salvación y en la historia de nuestros pueblos, corremos el riesgo de creer que de alguna manera él «simpatiza» con el opresor, lo cual contradice la postura que adoptó ya desde aquí.