Exodo  33 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 23 versitos |
1

Rechazo

El Señor dijo a Moisés:
– Anda, marcha desde aquí con el pueblo que sacaste de Egipto a la tierra que prometí a Abrahán, Isaac y Jacob que le daría a su descendencia.
2 Enviaré por delante mi ángel para que expulse a cananeos, amorreos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos;
3 a una tierra que mana leche y miel. Pero yo no iré entre ustedes, porque son un pueblo duro de cabeza y los aniquilaría en el camino.
4 Al oír el pueblo palabras tan duras, guardó luto y nadie se puso sus joyas.
5 El Señor había dicho a Moisés:
– Di a los israelitas: Son un pueblo de cabeza dura; si yo los acompañara sólo un momento los aniquilaría; ahora quítense las joyas que llevan, y ya veré lo que hago con ustedes.
6 Los israelitas se desprendieron de sus joyas a partir del monte Horeb.
7

Moisés en la tienda del encuentro
34,29-35

Moisés tomó la tienda y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó: Tienda del encuentro. El que tenía que consultar al Señor, salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro.
8 Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, siguiendo con la vista a Moisés hasta que entraba en la tienda;
9 en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba con Moisés.
10 Cuando el pueblo veía la columna de nube parada a la puerta de la tienda, se levantaba y se arrodillaba cada uno a la entrada de su tienda en actitud de adoración.
11 El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras que Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda.
12

Moisés suplica al Señor

Moisés dijo al Señor:
– Mira, tú me has dicho que guíe a este pueblo, pero no me has comunicado a quién me das como auxiliar, y, sin embargo, dices que me tratas personalmente y que gozo de tu favor;
13 si gozo de tu favor, enséñame el camino, y así sabré que gozo de tu favor; además, ten en cuenta que esta gente es tu pueblo.
14 Respondió el Señor:
– Yo en persona iré caminando para llevarte al descanso.
15 Replicó Moisés:
– Si no vienes en persona, no nos hagas salir de aquí.
16 Porque, ¿en qué se conocerá que yo y mi pueblo gozamos de tu favor sino en el hecho de que vas con nosotros? Esto nos distinguirá a mí y a mi pueblo de los demás pueblos de la tierra.
17 El Señor le respondió:
– También esa petición te la concedo, porque gozas de mi favor y te trato personalmente.
18

La Gloria del Señor I
1 Re 19,11-13

Entonces él pidió:
– Enséñame tu Gloria.
19 Le respondió:
– Yo haré pasar ante ti toda mi riqueza y pronunciaré ante ti el nombre: Señor, porque yo me compadezco de quien quiero y favorezco a quien quiero;
20 pero mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y quedar con vida.
21 Y añadió:
– Ahí, junto a la roca, tienes un sitio donde ponerte;
22 cuando pase mi Gloria te meteré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi palma hasta que haya pasado,
23 y cuando retire la mano podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  33,1-6Rechazo. Es interesante ver cómo se narra la conciencia que el pueblo va tomando respecto a la necesaria fidelidad al Señor y a dejarse guiar por Él. En este contexto del ternero de oro, el pueblo asume que en estas condiciones el Señor se resistirá a caminar con ellos, y por eso pone en boca del mismo Dios la decisión de no hacerlo (3). Dada la condición frágil de su conciencia, saben que el Señor podría aniquilarlos. La expresión del arrepentimiento es el luto y el no lucir galas (5).


Exodo  33,7-11Moisés en la tienda del encuentro. Esta breve escena recoge diversas tradiciones sobre la travesía del desierto y la tienda donde tenían lugar los diálogos de Dios con Moisés. Se trata de transmitir la teofanía del Sinaí con todo lo que ella representa: el don del «decálogo» y de la Alianza. El contacto amistoso e íntimo de Moisés con Dios mantiene una continuidad que se convierte en una especie de proceso pedagógico para el pueblo. Se subraya el profundo respeto y la veneración del pueblo hacia Moisés y hacia el lugar del encuentro.
Exodo  33,12-17Moisés suplica al Señor. Estos versículos debían ser la continuación de 33,1-6, puesto que nos muestran a Moisés intentando hacer que el Señor revoque su decisión de no caminar con el pueblo. Su argumento es que si goza del favor divino, si hay un trato tan íntimo, el Señor no los debe abandonar. Accede a la petición, pero su decisión sólo toca a Moisés, quien de nuevo le replica insistiendo en que su presencia es necesaria para el pueblo, pues sería el único distintivo de Israel entre los demás pueblos. Finalmente, el Señor accede también a esta petición (17). Encontramos dos ideas fundamentales para la fe israelita: 1. Sin la permanente presencia de Dios en medio de ellos, este pueblo no habría podido subsistir. 2. El papel principal del mediador, en este caso Moisés. Éste era el papel que desempeñaban los profetas. Ambas realidades, presencia divina y mediación humana están basadas en el amor, la misericordia y la confianza.
Exodo  33,18-23La Gloria del Señor I. Nos preparamos para la teofanía en el Sinaí que vendrá en el próximo capítulo. El sentido es refrendar esa promesa de compañía divina con el pronunciamiento del «Nombre», que es lo que en definitiva garantiza el bienestar y la seguridad del pueblo. Pese a la intimidad de Moisés con Dios debe tomar precauciones para no ser aniquilado por su «presencia». Una experiencia teofánica semejante a ésta la encontramos en el profeta Elías (cfr. 1Re_19:9.11-13).