Exodo  34 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 35 versitos |
1

Nueva alianza – Paso de la Gloria

El Señor ordenó a Moisés:
– Lábrate dos tablas de piedra como las primeras: yo escribiré en ellas los mandamientos que había en las primeras, las que tú rompiste.
2 Prepárate para mañana, sube al amanecer al monte Sinaí y espérame allí, en la cima del monte.
3 Que nadie suba contigo ni asome nadie en todo el monte, ni siquiera las ovejas y vacas pastarán en la ladera del monte.
4 Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras, madrugó y subió al amanecer al monte Sinaí, según la orden del Señor, llevando en la mano dos tablas de piedra.
5 El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el Nombre del Señor.
6 El Señor pasó ante él proclamando: el Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, rico en bondad y lealtad,
7 que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos.
8 Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.
9 Y le dijo:
– Si gozo de tu favor, venga mi Señor con nosotros, aunque seamos un pueblo de cabeza dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como tu pueblo.
10 Respondió el Señor:
– Yo voy a hacer un pacto. En presencia de tu pueblo haré maravillas como no se han hecho en ningún país ni nación; así, todo el pueblo que te rodea verá la obra impresionante que el Señor va a realizar contigo.
11 Cumple lo que yo te mando hoy, y te quitaré de delante a amorreos, cananeos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos.
12 No hagas alianza con los habitantes del país donde vas a entrar, porque sería una trampa para ti.
13 Derribarás sus altares, destrozarás sus piedras conmemorativas, talarás sus árboles sagrados.
14

Nuevo decálogo
20; Dt 5

»No te postres ante dioses extraños, porque el Señor se llama Dios celoso, y lo es.
15 No hagas alianza con los habitantes del país, porque se prostituyen con sus dioses, y cuando les ofrezcan sacrificios te invitarán a comer de las víctimas.
16 Ni tomes a sus hijas por mujeres para tus hijos, porque cuando sus hijas se prostituyan con sus dioses, prostituirán a tus hijos con sus dioses.
17 »No te hagas estatuas de dioses.
18 Guarda la fiesta de los ázimos: comerás Ázimos durante siete días por la fiesta del mes de abril, según te mandé, porque en ese mes saliste de Egipto.
19 Todas las primeras crías machos de tu ganado me pertenecen, sean terneros o corderos.
20 La primera cría del borrico la rescatarás con un cordero, y si no la rescatas, la desnucarás. A tu primogénito lo rescatarás, y nadie se presentará ante mí con las manos vacías.
21 »Seis días trabajarás y al séptimo descansarás; durante la siembra y la siega descansarás.
22 Celebra la fiesta de las Semanas al comenzar la recolección del trigo y la fiesta de la Cosecha al terminar el año.
23 Tres veces al año se presentarán todos los varones al Señor, Dios de Israel.
24 Yo arrojaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tus fronteras y nadie codiciará tu país mientras tú subes a visitar al Señor, tu Dios, tres veces al año.
25 »No ofrezcas nada fermentado con la sangre de mis víctimas. De la víctima de la Pascua no quedará nada para el día siguiente.
26 Ofrece en el templo del Señor, tu Dios, las primicias de tus tierras. No cocerás el cabrito en la leche de la madre.
27 El Señor dijo a Moisés:
– Escríbete estos mandatos. Porque estas palabras son las cláusulas de la alianza que hago contigo y con Israel.
28 Moisés pasó allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua, y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.
29

Efectos de la teofanía
33,7-11

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí llevaba las dos tablas de la alianza en la mano; no sabía que tenía radiante la cara por haber hablado con el Señor.
30 Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la cara radiante, y no se atrevieron a acercarse a él.
31 Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló.
32 Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí.
33 Y cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo sobre la cara.
34 Cuando Moisés acudía al Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado.
35 Los israelitas veían la cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo sobre la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  34,1-13Nueva Alianza - Paso de la Gloria. Si tenemos presente que el libro del Éxodo contiene en muchos pasajes interrupciones, adiciones, incluso aclaraciones y quizás correcciones, no nos costará trabajo entender que aquí se retoma prácticamente el relato yahvista (J) de la subida de Moisés al monte Sinaí iniciado en 19,20. La continuación de dicha narración se interrumpe por múltiples relatos, entre ellos el del ternero de oro, símbolo de la infidelidad a la Alianza. Las múltiples infidelidades a esa Alianza con sus consecuencias nefastas para el pueblo -castigo-, su arrepentimiento y la restauración de las relaciones por medio del perdón divino, son el marco de esta relectura realizada por la misma escuela teológico-literaria yahvista (J), dando cuerpo a un texto de «renovación de Alianza».
La restauración no es sólo espiritual, en cuanto el pueblo queda perdonado y puede seguir contando con el favor de Dios; también es material en tanto se reconstruyen las tablas de la Ley y se proclama de nuevo un «decálogo», que en realidad es dodecálogo, como derrotero para que el mismo pueblo se comprometa efectivamente en su propia restauración. Se subraya la auto-presentación de Dios como Señor compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel (6) que perdona las infidelidades, pero también las castiga (7). Sólo un Dios de este talante puede respaldar un acto de Alianza con un pueblo. Ningún otro dios posee estos atributos, de ahí la prevención de no hacer alianza con otros pueblos -o con sus dioses- ni imitar sus prácticas, porque sería una trampa mortal para Israel (12s).


Exodo  34,14-28Nuevo Decálogo. Se mezclan aquí nuevos preceptos; aunque el pueblo se halla ahora en el desierto y las medidas que deberá tomar el pueblo parecen referirse a cuando entre en la tierra, en realidad remite a situaciones en las que el pueblo ha caído múltiples veces. No podemos olvidar que estos textos fueron surgiendo motivados por las necesarias relecturas del pasado de Israel en orden a comprender el presente e iluminar el futuro. Cuando el narrador consigna por escrito este texto, lo ambienta en el Sinaí para demostrar los compromisos que el pueblo había adquirido con su Dios y confrontarlos con las infidelidades y contradicciones que se están viviendo en el momento en que se realiza la relectura de su historia.
Estos textos iluminaron no sólo la época en que se escribieron, sino otras épocas de crisis y de riesgo de desaparecer y, al mismo tiempo, llenaron de esperanza un futuro que poco a poco se presentaba como posibilidad de reconstrucción. Nos referimos concretamente a la época del exilio y la esperanza de retorno a la tierra.
Exodo  34,29-35Efectos de la teofanía. En esta renovación de la Alianza, el pueblo se ha mantenido a distancia. Los acontecimientos se han llevado a cabo entre Dios y Moisés; ahora, el pueblo puede estar confiado de su futuro porque Moisés representa para ellos el mediador perfecto: habla cara a cara con Dios y goza de su favor, pues lo escucha. El pueblo no se atrevería a dar la espalda a su guía y mediador como lo había hecho en 32,1.4. Es interesante cómo los cuarenta días que permanece Moisés en el monte, según 24,18, son la excusa para rechazarlo (32,1.4). Se menciona de nuevo en 34,28 y sirve para que el pueblo adhiera su voluntad y su destino a la guía del mediador que no ha buscado su propio beneficio sino el del pueblo, y que ha sido capaz de restablecer por ellos y para ellos la Alianza con Dios; esa adhesión y veneración por su guía queda ilustrada con la imagen del rostro resplandeciente, que brilla, no para sí, sino para el pueblo.