Exodo  40 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 38 versitos |
1

Construcción y consagración del Santuario
[A] Mandato del Señor

El Señor habló a Moisés:
2 – El día uno del mes primero instalarás el santuario de la tienda del encuentro:
3 pondrás en él el arca de la alianza y la taparás con la cortina;
4 meterás la mesa y colocarás en ella los panes; meterás el candelabro y encenderás las lámparas;
5 pondrás el altar de oro del incienso delante del arca de la alianza, y colgarás la antepuerta del santuario;
6 colocarás el altar de los holocaustos delante de la puerta del santuario de la tienda del encuentro;
7 pondrás la fuente entre la tienda del encuentro y el altar, y le echarás agua;
8 alrededor levantarás el atrio y pondrás la antepuerta de la entrada del atrio.
9 »Tomarás el aceite de la unción y ungirás el santuario y cuanto hay en él: lo consagrarás con todos sus utensilios y quedará consagrado.
10 Ungirás también el altar de los holocaustos con todos sus utensilios, lo consagrarás y será sacrosanto.
11 Ungirás también la fuente con su base y las consagrarás.
12 »Después mandarás acercarse a Aarón y a sus hijos a la puerta de la tienda del encuentro y los harás bañarse.
13 Vestirás a Aarón con los ornamentos sagrados, lo ungirás y lo consagrarás como sacerdote mío.
14 Después mandarás acercarse a sus hijos, y les vestirás la túnica;
15 los ungirás como ungiste a su padre, para que sean mis sacerdotes. La unción les conferirá el sacerdocio perpetuo en todas sus generaciones.
16

[B] Ejecución de las órdenes
1 Re 7

Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado.
17 El día uno del mes primero del segundo año fue instalado el santuario.
18 Moisés instaló el santuario, colocó las bases, puso los tablones con sus travesaños y plantó las columnas;
19 montó la tienda de campaña sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
20 Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los travesaños y la cubrió con la tapa.
21 Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
22 Colocó también la mesa en la tienda del encuentro, en la parte norte del santuario y fuera de la cortina.
23 Sobre ella colocó los panes presentados al Señor, como se lo había ordenado el Señor a Moisés.
24 Colocó el candelabro en la tienda del encuentro, en la parte sur del santuario, frente a la mesa;
25 encendió las lámparas en presencia del Señor, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
26 Puso el altar de oro en la tienda del encuentro, frente a la cortina,
27 y quemó sobre él el incienso del sahumerio, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
28 Después colocó la antepuerta del santuario.
29 Puso el altar de los holocaustos a la puerta del santuario de la tienda del encuentro, y sobre él ofreció el holocausto y la ofrenda, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
30 Colocó la fuente entre la tienda del encuentro y el altar, y echó agua para las abluciones.
31 Moisés, Aarón y sus hijos se lavaban manos y pies
32 cuando iban a entrar en la tienda del encuentro para acercarse al altar, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.
33 Alrededor del santuario y del altar levantó el atrio, y colocó la antepuerta a la entrada del mismo. Y así acabó la obra Moisés.
34

La Gloria del Señor II
1 Re 8,10s; Ez 43,1-5

Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la Gloria del Señor llenó el santuario.
35 Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había apostado sobre ella y la Goria del Señor llenaba el santuario.
36 En todas las etapas del camino cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento.
37 Pero cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase.
38 Porque de día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego brillaba en ella, a la vista de toda la casa de Israel. Y esto sucedía en todas las etapas del camino.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  40,1-33[A] Mandato del Señor - [B] Ejecución de las órdenes. Si bien la construcción del Santuario y todos sus aditamentos ha estado en manos de artesanos especialmente dotados de habilidades para ello, el montaje o ensamblaje y la consagración de cada objeto y de los sacerdotes para el culto corresponde exclusivamente a Moisés. Todo es muy importante para la escuela sacerdotal, desde la fijación del momento exacto en que debe realizarse la construcción y su consagración (2.17), hasta la verificación del cumplimiento de lo que fue mandado. La fórmula «todo fue hecho ajustándose a lo que el Señor había mandado» se repite con ligeras variaciones ocho veces en este pasaje. También es muy importante para el autor de este documento resaltar una vez más el privilegio de los aaronitas (13-15).
En la mentalidad teológica sacerdotal (P) hay una preocupación específica: Israel es el lugar de la presencia divina, y como tal ha de ser un lugar dispuesto convenientemente para que esa presencia esté siempre ahí, para que no vuelva a correr el riesgo de ser desplazada por potencias extranjeras. Recordemos que esta construcción con todos sus detalles es una elaboración ideal, probablemente del tiempo del exilio; el objetivo es reanimar al pueblo y proyectarlo hacia el futuro como un pueblo santo o santificado gracias a esa permanencia definitiva del Señor en medio de su pueblo. Y el vehículo, el medio que hace posible esa permanencia divina, será el culto, realizado por personas especialmente escogidas y consagradas desde los orígenes mismos de Israel como pueblo. Así pensaba la escuela sacerdotal que dio origen a todo el movimiento de reconstrucción de Israel desde un concepto de santidad basado en el culto perfecto, prescindiendo de la estructura monárquica, reemplazándola por una teocracia que se concretó históricamente en una hierocracia o gobierno del sacerdocio, cuyo máximo representante era el sumo sacerdote.


Exodo  40,34-38La Gloria del Señor II. El toque final a todas las obras descritas lo da definitivamente la llegada de la nube que envuelve la Gloria del Señor y que viene para llenar el Santuario. Para la corriente sacerdotal (P), este detalle es de capital importancia porque es necesario que en la conciencia israelita quede muy claro que esa misma nube y esa misma Gloria de Dios que un día se posó en el Sinaí (Éxo_24:15b-16a) es la misma que ahora «llena» el Santuario (34). Por tanto, el Santuario del desierto compendia la experiencia teofánica del Sinaí y la perpetúa. Todo lo que Moisés y el pueblo hicieron para que esa Gloria del Señor mantuviera su presencia en medio de ellos es aprobado por Dios mismo, y el signo de esa aprobación es que se posa en la tienda y llena al Santuario. Además, se convierte en señal de partida o de acampada en el desierto. Esta presencia es, por tanto, guía y compañía para el pueblo. Para los israelitas que viven en el exilio, ésta es una «buena noticia», ya que pueden soñar con una restauración en la cual la presencia de Dios no les va a faltar más.