Proverbios 12 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1 El que ama la corrección, ama el saber;
el que la detesta, se embrutece.
2 El bueno obtiene el favor del Señor,
el perverso será condenado.
3 El que se apoya en la maldad no estará,
la raíz del honrado no se desprende.
4 Mujer virtuosa es corona del marido,
la de mala fama es como caries en los huesos.
5 Los planes de los honrados son rectos,
las tácticas de los malvados son traidoras.
6 Las palabras del malvado son trampas mortales,
las de los rectos, causa de salvación.
7 Se derrumban los malvados y desaparecen,
pero la casa de los honrados subsiste.
8 Al hombre se lo estima según su prudencia,
pero el corazón perverso será despreciado.
9 Más vale ser modesto y tener un criado
que presumir de rico y no tener pan.
10 El honrado se preocupa por su ganado,
el malvado no entiende de compasión.
11 El que cultiva su campo se saciará de pan,
el imprudente se ocupa de ilusiones.
12 La codicia es la red de los malvados,
los honrados arraigan firmemente.
13 En la falsedad de sus labios se enreda el malvado,
el honrado se librará del peligro.
14 De lo que uno habla, recoge el fruto;
de lo que uno hace, recibe el pago.
15 El necio está contento con su proceder,
el sensato escucha el consejo.
16 El necio muestra enseguida su rabia,
el prudente disimula la ofensa.
17 El que respira la verdad declara con justicia,
el testigo falso con mentiras.
18 El chismoso hiere como una espada,
la lengua del sabio sana.
19 La palabra verdadera permanece para siempre,
el mentiroso sólo un instante.
20 El que maquina el mal tiene amargura,
quien aconseja la paz vive contento.
21 Al honrado no le pasa nada malo,
los malvados andan llenos de desgracias.
22 El Señor aborrece el labio mentiroso,
el hombre sincero obtiene su favor.
23 El hombre prudente oculta su saber,
la mente insensata grita su ignorancia.
24 Mano trabajadora mandará,
mano perezosa servirá.
25 La angustia del corazón deprime,
una buena palabra reanima.
26 El justo sirve de guía a su prójimo,
el camino de los malvados los extravía.
27 El perezoso no gana su sustento,
el que trabaja alcanza riquezas.
28 La senda de la justicia es vida,
el camino de la impiedad lleva a la muerte.

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Introducción a Proverbios

Sapienciales

Los libros sapienciales forman uno de los grupos de libros bíblicos con perfil propio, netamente distinto de la literatura profética, de los cuerpos legales y de las obras narrativas. Cinco libros forman esta pentápolis de claras fronteras, esta especie de «pentateuco» sapiencial: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. Como el Pentateuco invoca como autor o patrono a Moisés, así tres de estos libros invocan a Salomón como autor.
Un cierto parentesco liga a Job con el Eclesiastés como testigos y actores de una patética controversia sobre el sentido de la vida; por otro lado caminan Proverbios y Eclesiástico, mientras que Sabiduría es un enclave tardío en territorio griego.
El cuerpo sapiencial tiene indudable afinidad con nuestros refranes populares, aforismos cultos y textos didácticos. El propósito de la tarea sapiencial no es la enseñanza intelectual, ni el proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una «oferta de sensatez», que no una imposición, como guía para todo ser humano.




Proverbios

Forma del libro. Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre genérico de «meshalim» -proverbios- acoge un conjunto de colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del oyente o del lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma rítmica, al mismo tiempo que facilidad de retención en la memoria.
Las doctrinas o enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales, cada uno con dos polos opuestos: «sensato-necio» y «honrado-malvado». Los términos no son precisos: en el primero pueden entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia, conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan, porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se considera insensata.

Época de composición y autoría del libro. Por su carácter anónimo y el tamaño minúsculo de sus unidades es imposible datar los proverbios. Su composición puede abarcar varios siglos. El prólogo y el epílogo serían obra del recopilador final y, por tanto, posteriores a las otras colecciones. Que Salomón diera impulso a esta corriente de proverbios puede ser realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y las épocas.

Mensaje de los Proverbios. La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia, para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes, máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios está presente en este mundo sapiencial y ético de los Proverbios: posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
De una «sabiduría a ras de tierra», el libro va ganando en altura hasta colocar en 8,22-31 a la Sabiduría personificada en la esfera celeste de sus orígenes. Aunque no es Dios ni una divinidad, procede de Dios y precede al mundo; posterior a Dios y anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa.
No se sigue que el poeta se refiera a un ser personal existente fuera del poema, pero con el correr del tiempo esa «sabiduría» tendrá un nombre, Jesucristo, «Sabiduría de Dios», como lo llama San Pablo ( 1Co_1:24 ).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Proverbios 12,1-9La sabiduría es entendida aquí como un proceso en el cual está incluida la corrección. Por tanto, el discípulo del sabio demuestra su amor y su interés por la sabiduría en la aceptación gustosa de las correcciones de su maestro. Se insiste en rectificar continuamente las actitudes y los comportamientos en la vida ordinaria: «más vale ser modesto y tener un criado, que presumir de rico y no tener pan» (9).


Proverbios 12,10-14Una de las cosas que observa el sabio es la armonía que puede reinar si cada uno se ocupa diligentemente de lo suyo; de ser así, toda empresa y actividad humanas tienen que prosperar. Lo contrario es el desorden y la improductividad que sobreviene al desinterés de las personas cuando descuidan sus deberes; eso es lo que califica el maestro de sabiduría como «necedad» o «insensatez».
Proverbios 12,15-21El obrar sensatamente es producto de una conciencia cultivada. El sabio no actúa a la ligera; por eso, la sabiduría se puede encauzar por el camino de la justicia y sólo quien sabe caminar por la senda de la justicia puede estar seguro de estar andando detrás de la verdad.
Proverbios 12,22-28La sabiduría, el saber vivir bien y el tener conciencia de actuar correctamente se ponen aquí en línea con la voluntad de Dios. «El Señor aborrece el labio mentiroso» (22); no se actúa según el querer divino cuando nuestras acciones o palabras dañan o perjudican a otras personas, o cuando las relaciones con los demás resultan cuanto menos poco constructivas. Las acciones del sabio conducen a la vida, son signos de vida; las del necio/insensato son signos de muerte y a ella conducen.