Proverbios 13 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 25 versitos |
1 El hijo sensato acepta la corrección paterna,
el arrogante no escucha la corrección.
2 De lo que uno habla comerá,
pero los traidores tienen hambre de violencia.
3 Quien guarda su boca, custodia su vida;
quien suelta los labios, marcha a la ruina.
4 El perezoso desea mucho y no obtiene nada,
el que trabaja queda satisfecho.
5 El honrado aborrece la mentira,
el malvado se hace odioso y se deshonra.
6 La honradez custodia al hombre íntegro,
la maldad destruye al pecador.
7 Hay quien presume de rico y no tiene nada,
quien pasa por pobre y tiene una fortuna.
8 Las riquezas del rico le salvan la vida,
al pobre no le importan las amenazas.
9 La luz de los honrados es alegre,
la lámpara de los malvados se apaga.
10 La insolencia provoca discordias,
la sabiduría acompaña a los que se dejan aconsejar.
11 Fortuna hecha de golpe encoge,
el que reúne poco a poco enriquece.
12 Esperanza que tarda entristece el corazón,
deseo que se cumple es árbol de vida.
13 El que desprecia la palabra se perderá,
el que respeta el mandato queda sin deudas.
14 Fuente de vida es el consejo sabio
que aparta de los lazos de la muerte.
15 El sentido común se gana el favor,
el camino de los perversos conduce a la ruina.
16 El sagaz actúa con prudencia,
el necio hace gala de su ignorancia.
17 El mensajero malvado precipita en la desgracia,
enviado fiel la remedia.
18 Miseria y vergüenza para quien rechaza la corrección,
el que cumple los avisos recibirá honor.
19 Deseo cumplido es dulce a la garganta,
al necio le da asco apartarse del mal.
20 Trata con los sabios y te harás más sabio,
el que se junta con ignorantes se echa a perder.
21 La desgracia persigue al pecador,
a los honrados la paz y el bien.
22 La herencia del bueno queda en su familia,
la fortuna del pecador se reserva para el honrado.
23 El campo de los nobles da rico sustento,
pero se puede perder por falta de justicia.
24 El que no usa el castigo odia a su hijo,
el que lo ama lo corrige a tiempo.
25 El honrado come hasta estar satisfecho,
el vientre del malvado pasa necesidad.

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Introducción a Proverbios

Sapienciales

Los libros sapienciales forman uno de los grupos de libros bíblicos con perfil propio, netamente distinto de la literatura profética, de los cuerpos legales y de las obras narrativas. Cinco libros forman esta pentápolis de claras fronteras, esta especie de «pentateuco» sapiencial: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. Como el Pentateuco invoca como autor o patrono a Moisés, así tres de estos libros invocan a Salomón como autor.
Un cierto parentesco liga a Job con el Eclesiastés como testigos y actores de una patética controversia sobre el sentido de la vida; por otro lado caminan Proverbios y Eclesiástico, mientras que Sabiduría es un enclave tardío en territorio griego.
El cuerpo sapiencial tiene indudable afinidad con nuestros refranes populares, aforismos cultos y textos didácticos. El propósito de la tarea sapiencial no es la enseñanza intelectual, ni el proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una «oferta de sensatez», que no una imposición, como guía para todo ser humano.




Proverbios

Forma del libro. Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre genérico de «meshalim» -proverbios- acoge un conjunto de colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del oyente o del lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma rítmica, al mismo tiempo que facilidad de retención en la memoria.
Las doctrinas o enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales, cada uno con dos polos opuestos: «sensato-necio» y «honrado-malvado». Los términos no son precisos: en el primero pueden entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia, conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan, porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se considera insensata.

Época de composición y autoría del libro. Por su carácter anónimo y el tamaño minúsculo de sus unidades es imposible datar los proverbios. Su composición puede abarcar varios siglos. El prólogo y el epílogo serían obra del recopilador final y, por tanto, posteriores a las otras colecciones. Que Salomón diera impulso a esta corriente de proverbios puede ser realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y las épocas.

Mensaje de los Proverbios. La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia, para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes, máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios está presente en este mundo sapiencial y ético de los Proverbios: posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
De una «sabiduría a ras de tierra», el libro va ganando en altura hasta colocar en 8,22-31 a la Sabiduría personificada en la esfera celeste de sus orígenes. Aunque no es Dios ni una divinidad, procede de Dios y precede al mundo; posterior a Dios y anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa.
No se sigue que el poeta se refiera a un ser personal existente fuera del poema, pero con el correr del tiempo esa «sabiduría» tendrá un nombre, Jesucristo, «Sabiduría de Dios», como lo llama San Pablo ( 1Co_1:24 ).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Proverbios 13,1-10Una vez más, el sabio se identifica con el padre que quiere formar de la mejor manera a su hijo. Era muy común que el maestro de sabiduría llamara «hijos» a sus discípulos. La clave para entender este pasaje está en el versículo 2, que obedece a la simple observación de las acciones humanas: de lo que uno es, de eso vive. Si en cada uno hay una preocupación constante por actuar bien, correctamente y con justicia, de eso come. Aquí, «comer» posee el valor simbólico del alimento necesario para sobrevivir. Pero quien actúa de manera contraria, se saciará de maldad y no sólo él, sino que sus acciones se extenderán al grupo y a la comunidad; ésos son los violentos, los que buscan siempre el mal y el perjuicio del otro.


Proverbios 13,11-18Otra observación sencilla de la vida que se convierte en enseñanza para vivir bien es la fortuna. Es muy común que alguien se enriquezca por alguna causa fortuita, pero por lo general esa riqueza se esfuma tan rápido como llegó. El sabio da más valor a la fortuna que se va adquiriendo poco a poco, con el esfuerzo de cada día. El maestro de sabiduría lleva ese esfuerzo cotidiano al campo de la riqueza espiritual; la sabiduría es la mejor riqueza, es árbol de vida, fuente de vida; en cambio, quien no la acepta sólo podrá obtener miseria y vergüenza (18a).
Proverbios 13,19-25Cuando se alcanza lo que se desea -un poco más de amor, de justicia, de sanas relaciones, de paz- la vida es más dulce y placentera; ese debe ser el ideal de vida de cada persona. Según el texto, ese ideal se va alcanzando por las relaciones cada vez más amplias entre quienes buscan y cultivan el bien. A este propósito debe encaminarse la educación y la corrección de los hijos y discípulos. Nótese cómo se establece una estrecha relación entre corrección temprana y el amor. Sólo quien ama de verdad es capaz de ver más allá del momento actual y de preparar a los seres que ama, específicamente a los hijos y/o discípulos, para una vida digna y feliz.