Proverbios 17 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 28 versitos |
1 Más vale pan duro con paz
que casa llena de festines y peleas.
2 El servidor inteligente se impondrá al hijo indigno
y compartirá la herencia con los hermanos.
3 La plata se prueba en el horno, el oro en el crisol,
los corazones los prueba el Señor.
4 El malvado hace caso de labios mentirosos,
el embustero presta oído a lengua maligna.
5 Quien se burla del pobre afrenta a su Hacedor,
quien se alegra de la desgracia no quedará sin castigo.
6 Corona de los ancianos son los nietos,
el orgullo de los hijos son los padres.
7 No le va al tonto el lenguaje elevado,
ni al hombre respetable hablar con engaños.
8 El soborno le parece piedra mágica al que lo da:
consigue cuanto se propone.
9 Quien busca amistad disimula la ofensa,
quien la recuerda, aleja al amigo.
10 Una corrección aprovecha al prudente
más que cien golpes al imprudente.
11 El revoltoso busca dificultades:
le enviarán un mensajero cruel.
12 Encuentre yo una osa a quien robaron las crías
y no un necio diciendo tonterías.
13 A quien paga mal por bien,
el mal no se apartará de su casa.
14 Quien comienza una discusión abre una represa:
antes de involucrarte, retírate.
15 Al que absuelve al culpable y al que condena al inocente,
a los dos los aborrece el Señor.
16 ¿De qué sirve el dinero en mano del necio?
¿Podrá comprar sabiduría si no tiene seso?
17 El amigo ama en toda ocasión,
y el hermano nació para compartir la adversidad.
18 Es un insensato quien estrecha la mano
saliendo fiador de su vecino.
19 Quien ama las peleas ama el delito,
quien agranda la puerta invita al robo.
20 Corazón perverso no hará fortuna,
lengua retorcida caerá en la desgracia.
21 Quien engendra un tonto pasará penas,
no tendrá alegría el padre de un necio.
22 Corazón alegre favorece la sanación,
ánimo abatido seca los huesos.
23 El malvado acepta soborno a escondidas
para torcer el curso de la justicia.
24 La sabiduría está delante del sensato,
pero el necio mira al vacío.
25 Un hijo necio es la tristeza del padre,
y fuente de amargura de la madre.
26 No está bien multar al hombre inocente,
ni azotar al hombre honorable.
27 Ahorra palabras el hombre sabio,
mantiene la calma el hombre prudente.
28 Necio callado pasa por sabio;
el que cierra los labios, por prudente.

Patrocinio

 
 

Introducción a Proverbios

Sapienciales

Los libros sapienciales forman uno de los grupos de libros bíblicos con perfil propio, netamente distinto de la literatura profética, de los cuerpos legales y de las obras narrativas. Cinco libros forman esta pentápolis de claras fronteras, esta especie de «pentateuco» sapiencial: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. Como el Pentateuco invoca como autor o patrono a Moisés, así tres de estos libros invocan a Salomón como autor.
Un cierto parentesco liga a Job con el Eclesiastés como testigos y actores de una patética controversia sobre el sentido de la vida; por otro lado caminan Proverbios y Eclesiástico, mientras que Sabiduría es un enclave tardío en territorio griego.
El cuerpo sapiencial tiene indudable afinidad con nuestros refranes populares, aforismos cultos y textos didácticos. El propósito de la tarea sapiencial no es la enseñanza intelectual, ni el proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una «oferta de sensatez», que no una imposición, como guía para todo ser humano.




Proverbios

Forma del libro. Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre genérico de «meshalim» -proverbios- acoge un conjunto de colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del oyente o del lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma rítmica, al mismo tiempo que facilidad de retención en la memoria.
Las doctrinas o enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales, cada uno con dos polos opuestos: «sensato-necio» y «honrado-malvado». Los términos no son precisos: en el primero pueden entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia, conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan, porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se considera insensata.

Época de composición y autoría del libro. Por su carácter anónimo y el tamaño minúsculo de sus unidades es imposible datar los proverbios. Su composición puede abarcar varios siglos. El prólogo y el epílogo serían obra del recopilador final y, por tanto, posteriores a las otras colecciones. Que Salomón diera impulso a esta corriente de proverbios puede ser realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y las épocas.

Mensaje de los Proverbios. La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia, para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes, máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios está presente en este mundo sapiencial y ético de los Proverbios: posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
De una «sabiduría a ras de tierra», el libro va ganando en altura hasta colocar en 8,22-31 a la Sabiduría personificada en la esfera celeste de sus orígenes. Aunque no es Dios ni una divinidad, procede de Dios y precede al mundo; posterior a Dios y anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa.
No se sigue que el poeta se refiera a un ser personal existente fuera del poema, pero con el correr del tiempo esa «sabiduría» tendrá un nombre, Jesucristo, «Sabiduría de Dios», como lo llama San Pablo ( 1Co_1:24 ).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

Patrocinio

Notas

Proverbios 17,1-14Una vez más, la sabiduría es la alternativa que necesita el ser humano para vivir bien. Ésta no se consigue de la noche a la mañana, es necesario dejarse acrisolar por ella, dejarse moldear. Una vez alcanzada, quien la posee debe ser consciente de que todavía necesita la corrección y que debe acogerla con alegría para que tenga provecho. Todo hombre y toda mujer están llamados a buscar la sabiduría. Aunque se trate de un esclavo, si adquiere sabiduría tendrá mayor relevancia que un hijo libre -literalmente- «descabezado» (2), lo cual significa que la sabiduría no tiene en cuenta ni procedencia, ni clase social. Según el maestro de sabiduría, es mejor toparse con una osa a quien le han robado sus cachorros que con un necio diciendo sandeces (12); la falta de sabiduría merma la calidad de la persona.


Proverbios 17,15-23Comienza y termina esta perícopa con dos alusiones claras a la injusticia que cometen el que absuelve al culpable y condena al inocente (15) y el que acepta soborno para torcer el juicio (23), figuras que en nuestros pueblos y comunidades nos son tan familiares. Que sean prácticas comunes no significa que tengamos que aceptarlas; es necesario denunciarlas por todos los medios y hacer ver que son contrarias al querer y a la voluntad divina.
Proverbios 17,24-28La sabiduría no es algo que nos invade en un momento, hay que saber buscarla y encontrarla; sólo el que es sensato sabe descubrirla y la encuentra muy cerca de sí; el que es necio o insensato no sabe distinguirla, aunque la tenga cerca.